21 enero 2025

Viernes Santo

Artículo del poeta Enrique Fernández Morales

Revista Conservadora No. 114

El día revestido de esa honda tristeza que les confiere la conmemoración de la muerte del hijo de Dios y los terribles misterios de la redención, tiene por si una densa y casi palpable atmosfera de solemnidad, mucho mayor en aquellos viejos tiempos de sincera y vigorosa fe.

Cristo ha muerto este día por nosotros. La gente hablaba en voz baja, evitaban charlotear, reír y hasta caminar sin verdadera necesidad. Era considerado verdadero delito escupir en el suelo.

La pregunta corriente ante cualquiera desusada actividad era: Cómo estás haciendo eso? No sabes que está el Señor en el suelo? Y se contaban infinidad de leyendas sobre gentes que habían sido castigadas de una u otra forma por su poco respeto por la santidad de estos días, y casos de personas que se habían convertido en sirena por haber osado bañarse en el lago, y cosas por estilo.

La gente timorata no siquiera se atrevía a cocinar, comiendo esos días de lo que se llamaba EL ALIÑO DE SEMANA SANTA, consistente en: Queso, tamal pizque, pan, rosquillas, pinolillo y el clásico curbazá. Los muchachos, que no podían estarse quietos, organizaban grupos vecinales, apostados para apedrear a quien se atreviera a salir a la calle o al camino en cualquier clase de vehículos.

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