Granada, Nicaragua
Por: Augusto Cermeño
Los nicaragüenses no podemos esconder nuestro orgullo de tener jugadores en las grandes ligas del béisbol, pero tampoco podemos decir que sintamos simpatías por esos nicaragüenses que han escalado el techo del mundo en el deporte Rey, sobre todo que esos hermanos se olvidaron de su país y muy poco hacen por el bienestar de su patria pinolera azul y blanco.
En un banco me encontré con un amigo de la Fraternidad Universal de Hombres de Negocios, quien me manifestó su preocupación por nuestros compatriotas en grandes ligas, los que hacen muy poco por su país, lo contrario de otros big leager que llevan mucha ayuda a sus pueblos, ganándose el cariño y el respeto de todos.
Con Mario Morales, hablamos de “El Chirizo” Denis Martínez, cuyo comportamiento es el del “hijo pródigo”, tomando en cuenta que es muy poco o nada lo que aporta a su ciudad y a la nación.
Morales dice que, contradictoriamente, Denis recibe reconocimientos inmerecidos, como dirigir la Selección Nacional, el que un estadio lleve su nombre y está en el Salón de la Fama, un lugar que inevitablemente ocupa, por su destacada labor en las Ligas Nacionales y en las Grandes Ligas.
“Eso es como cuando vemos, en Nicaragua, que el corcho se hunde y el plomo flota. A Denis Martínez no lo vemos como los grandes peloteros que al llegar a su patria, van a los estadios a dar clínicas gratuitas, manejan academias, aportan parte de su salario para que esas academias se mantengan vivas”, reflexionó Morales.
Morales observa que los pocos nicaragüenses que han llegado a Grandes Ligas, lo hacen por esfuerzo propio, “pero fíjate cuantos dominicanos, cuantos puertorriqueños, cuantos venezolanos, mexicanos. Es porque hay escuelas, hay academias que son financiadas por los peloteros de grandes ligas, en agradecimiento a su fanaticada, a sus hijos, a los muchachos de su pueblo”.
Para Morales, Denis no se merece el nombre del Estadio que antes se llamó “Roberto Clemente”, el big leaguer puertorriqueño que murió en un accidente de avión, cuando venía a dejar ayuda para los damnificados del terremoto de diciembre de 1972.
Considera que Denis resulta muy miserable cuando dona un tractorcito para el estadio de Managua, que lleva su nombre. Pudo dar más que eso. Además, como granadino lo primero que hubiera hecho es ayudar a la juventud granadina, al deporte en Granada.
Entre otras cosas, sugiere que Denis dé clínicas de picheo a los niños en el Multiestadio, “pero no da nada, sólo le gusta andar encima, como el aceite. Fue mi amigo, pero ya no lo es…”.