Artículo del poeta Enrique Fernandez Morales
Revista Conservadora No. 114
El hermosísimo título del Dulce Nombre de Jesús que ostenta esta bella imagen de Cristo en los Azotes, tiene su origen en las primeras palabras del Introito de la Misa del Miércoles Santo que está tomado de la epístola de San Pablo a los filipenses y dice: “A NOMBRE DE JESUS DOBLESE TODA RODILLA EN EL CIELO, EN LA TIERRA Y EN EL INFIERNO; PORQUE EL SEÑOR SE HIZO OBEDIENTE HASTA LA MUERTE, Y MUERTE DE CRUZ”.
La bella imagen del Dulce Nombre de Jesús, o EL YANKE, como es más popularmente conocida, fue costeada con limosnas recogidas en una colecta en que hacían cabeza don José Angel Mora, don Manuel Urbina y don Salvador Chacón, y encargada a don Ramón de Espinola, distinguido caballero español que después de vivir algunos años en La Habana, donde hizo fortuna, se había establecido en Granada, unos años después del incendio de 1856, donde tenía florecientes negocios y una magnífica botica.
En uno de sus viajes a Europa, de España, su tierra natal trajo la imagen el señor Espinola, allá por el año de 1862.
Procesión del Dulce Nombre
La imagen, tallada en madera, hueca para evitar el excesivo peso en las procesiones, (esto dio lugar a que alguna gente creyera que el señor de Espinola trajo dentro de la imagen un contrabando de joyas) representa a Jesús como un hermoso varón en la plenitud de la vida y el vigor físico, alto y corpulento que, atada sus manos a una columna truncada, abandona con un gesto de profunda tristeza y conmiseración su desnudo cuerpo a la crueldad y los azotes de los sayones.
Las hermosísimas facciones y los limpios ojos azules hicieron que los granadinos, (que los conocían de cerca, tal vez como la única forma de perdonar el espantoso agravio) le dieron inmediatamente el cognomento familiar de “EL YANKE”.
La procesión que saliendo de Xalteva hacía su recorrido por la calle Real, doblando en la Atravesada hasta llegar al banco, donde tomada la del Consulado hasta entrar en su huerto en Xalteva, (ya que a esa hora los huertos de todas las iglesias estaban terminados y abiertos al público) congregaba como la procesión del Martes Santo muchos JESUSITOS, o niños promesantes en andas, desnudos con una toalla en las caderas, y pintadas las llagas de los azotes a semejanza de la sagrada imagen.
También había en esta procesión la costumbre, que yo alcancé a ver todavía en mi infancia, de detenerse de trecho en trecho, ante estrados preparados y adornados convenientemente, donde se dramatizaba con personajes vivos la escena del pozo de Jacob con la mujer de Samaria, en la cual el Salvador hace un bello discurso prometiéndonos su agua viva, con la cual no tendremos sed nunca más.
Los lugares donde había estrado y representación eran, según recuerdo, donde la señorita Matilde Jarquín, donde doña Cora Lacayo de Benard, en la esquina de las Ocones, (frente al banco) y en el Consulado en la casa del mayordomo maestro Policarpo Rocha.
La sagrada imagen del Dulce Nombre de Jesús enriquece ahora a la iglesia de la Merced, donde recibe culto, a pesar de los derechos de Xalteva su legítima dueña.
El Amo de la Encarnación
En la noche del Miércoles Santo era de rigor y muy solemne la procesión del AMO DE LA ENCARNACION antigua y pequeña imagen del crucificado perteneciente al conocido y popular Dionisio Fajardo, (padre del joyero, maestro Nicho Fajardo) a quien todos llamaban cariñosamente TATA NICHO REZEDA, por la especial solicitud con que cuidaba en su jardín unos arbustos de rezeda, cuyas flores dedicaba exclusivamente para adornar la imagen de su devoción.
La imagen del AMO DE LA ENCARNACIÓN, que había sido traída de Guatemala por los abuelos de Tata Nicho Rezeda, que viajaban con recuas de mulas en comercios con aquella capital fue dejada a la muerte de este como herencia a su buen amigo el esclarecido y virtuoso sacerdote don Silvestre Alvarez, quien la conservaba en el oratorio privado de su casa de habitación, y muerto en olor de santidad el año de 1910 la dejó a su vez como preciosa herencia a la Parroquia, hoy Catedral, habiendo conseguido en vida para ella, en Roma la gracia de altar privilegiado.
Esa venerable imagen a la que algún cura de esos DE MISA Y OLLA, o de tortilla y queso, como los llamaba en nicaragüense doña Elena Arellano, cambió su arcaico y teológico nombre de EL AMO DE LA ENCARNACION por el mas corriente de Señor de las Misericordias, (correspondía su primitivo nombre al de la Inmaculada Concepción dado a las imágenes de la Virgen María) salía también en procesión el 24 de junio día de la festividad de San Juan Bautista, (en cuya procesión sacaba Tata Nicho el bailete mestizo de la Yeguita) probablemente por la participación del Bautista en el ministerio de la Encarnación, y ahora, desposeído de nombre, culto y altar, (que lo tenía privilegiado) se encuentra en la sacristía de la Catedral de Granada.
Los Huertos
Desde las primeras horas de la noche del Miércoles Santo, como ya dijimos antes, están abiertos al público los Huertos, enramadas fabricadas con postes y cubiertas con palmas de cocos y pacaya y totalmente tapizada con flores y frutas, que simbolizan el jardín de Gethsemaní donde Jesús oró y agonizó la noche anterior a su Pasión.
Las imágenes son colocadas sobre la tierra para que los fieles más fervorosos puedan saciar a su antojo la propia devoción, palpando y besando manos y pies sagrados y tocando a ellos estampas, flores y candelas.
El reciento de cada huerto está dividido en dos compartimientos por un pequeño tabique de palmas tejidas.
El que está dedicado a la imagen con su brasero de incienso y su plato para las limosnas, y el que está dedicado al expendio de flores, frutas MEDIDAS, novenas y fotografías de la imagen.
Huerto muy especialmente conmovedor es el del Señor Nazareno de Xalteva o del Silencio, donde esta imagen es expuesta vestida con alba sacerdotal blanca y estola y manípulo morados, leyendo ante el Misal colocado sobre atril de plata. Los Huertos son desarmados el Jueves Santo en la noche al salir la procesión del Silencio.
Jueves Santo
El Jueves Santo conmemora la iglesia, la institución que hizo Cristo, antes de morir, de la Sagrada Eucaristía, dejándola como la más preciosa herencia a aquellos que amaba. Y no otra cosa nos dejaba en la eucaristía que a él mismo, en el más portentoso milagro de todos los tiempos, exceso de su amor y pasmo para todas las generaciones. Su propio cuerpo y sangre con su alma y su divinidad; Cristo vivo, Cristo grandioso, oculto en las sagradas especies del pan y del vino, para acompañarnos, para consolarnos, aconsejarnos, alimentarnos y hacernos felices. “QUIEN NO COME MI CARNE NI BEBE MI SANGRE NO TENDRA VIDA EN MI”.