29 marzo 2024

Perdió sus piernas en busca del “sueño americano”

Monitoreo

Nacional

Roy Moncada, LP

mutiDimas Iván Figueroa Castellanos partió el 13 de noviembre del año pasado con una mochila llena de esperanzas de que llegaría a Estados Unidos y cumpliría el “sueño americano”, pero en el intento perdió sus dos piernas y dos dedos de su mano izquierda al caer de uno de los trenes cargueros que atraviesan México de sur a norte, llamado “La Bestia”.

Era la sexta vez que emprendía la travesía desde Mozonte, Nueva Segovia, y esa fue precisamente la causa para que ocurriera la tragedia. “Como yo había pasado en varias ocasiones (por México) me confié. Me monté al tren y me dormí y ahí me caí. Cuando me desperté iba dando vueltas en el suelo”, recordó Figueroa Castellanos en su llegada este viernes al Aeropuerto Augusto C. Sandino, donde familiares y una ambulancia lo esperaban.

Pese al peligro de caer y que el tren les corte una parte del cuerpo, o peor morir en el intento de llegar a la frontera estadounidense, el éxodo de centroamericanos como Figueroa Castellanos es una constante porque en sus países de origen no hay trabajo y en sus casas hay que alimentar a la familia.

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Esa es la razón principal porque sin importar que hay que sortear peligros en el camino, sobre los trenes viajan miles de personas durante varios días, trasladándose de un vagón de carga a otro con el estómago vacío y desvelados.

Accidente cuatro días antes de su cumpleaños

Sin necesidad de tener un mal presagio por el viaje de su hijo al norte del continente de manera ilegal, Alicia Castellanos trató de convencerlo de que no se fuera, que se quedara con su mujer y sus dos hijos. Pero las ganas de mejorar la situación económica de la familia pudo más y se fue cargando pocas cosas al hombro.

Por un momento, el trajín que se observa fuera del Aeropuerto Augusto C. Sandino se detuvo para presenciar el reencuentro de Dimas Iván Figueroa Castellanos con su familia.

El infortunio ocurrió el 1 de diciembre pasado, apenas 18 días después de la última vez que lo vio su mujer, Elvia Pérez, y cuatro antes de que cumpliera 40 años de edad. “Ese fue su cumpleaños”, lamentó Castellanos.

Ella, que recibió la mala noticia por parte de sus hijas el propio 1 de diciembre pasado, a trató de ser fuerte frente a su hijo que lo recibía en silla de ruedas, pero lloró con él, mientras decenas de personas presenciaban el reencuentro en la salida del aeropuerto.

“Yo vivo solita y soy artesana. Eran las 8:30 de la noche y estaba haciendo pulseras cuando llegaron mis hijas a la casa con un té, a mí me sorprendió y ahí les dije que me dijeran la verdad. Yo nunca me imaginé que era mi hijo porque ya se había ido varias veces y nada le había pasado”, relató Castellanos, quien esa noche vomitó, no durmió y pasó vomitando sangre, con la angustia de que su hijo estaba herido en un hospital de México.

Primera travesía

En el año 2007, Dimas Iván Figueroa Castellanos cruzó la frontera que comparten México y Estado Unidos. Estuvo cinco años trabajando en construcción, ordeñando vacas, en jardinería y lo que se pudiera. Luego regresó a Nicaragua pero al poco tiempo emprendió el segundo viaje.

En el primer quinquenio que estuvo ilegal en suelo estadounidense, envió dinero para que comiera y vistiera su familia, y comprar su casa. Luego, cuando volvió a Nicaragua, él mismo la mejoró.

Con Elvia Pérez tiene dos hijos: uno de 11 años y otro de 13 años.

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