Granada, Nicaragua
Por: Augusto Cermeño

El parque Central Colón se ha convertido en refugio de mendigos, de huele pega, de vendedores de pega a los menores que muchas veces circulan oliendo el vasito de Gerbert repleto de pegamento que un viejo les llega a vender, sin que nadie lo detenga.
Incuso, si alguien se detiene a descansar un poco en las bancas, es difícil encontrar una vacía, porque están ocupadas por personas que las ocupan como dormitorio. Hay policías municipales, pero es como si no existieran, porque en el parque hacen muy poco o nada por controlar la situación.

Estamos claros que todos tenemos derecho a la defensa, en un país, donde el trabajo no esta a la vuelta de la esquina, pero eso no significa que vamos a dejar que una de las ciudades más bellas del país, se destruya.
El alcalde Eulogio Mejía parece no ver ni oír nada, porque si así fuera, ya hubiera mandado a ordenar las cosas. Porque, hasta las aceras, como lo hemos señalado ya, están siendo destruidas por gente sin idea de lo valiosa que es nuestra Granada, mucho menos que entiendan las normas urbanas, cuando los mismos de urbanismo se hacen los ciegos ante tanto muro, tanta gente que se ha cachado las aceras.
Hay gente foránea que hacen de la ciudad lo que les da la gana y gente local que les ha gustado el desorden y la anarquía, en el que participan hasta conjueces como la licenciada Auxiliadora Martínez, que puso un muro en medio de la acera, y se supone que ella debería ser la primera en respetar las leyes. No puede alegar ignorancia de la Ley.
Pero ¡que le vamos hacer! si en nuestra amada Nicaragua, nadie hace nada porque mejoremos, porque nos ordenemos, por que si tratamos de hacerlo, no hay a quien acudir, porque lo que priva es “el sálvese quien pueda”.