Departamentales
Granada, Nicaragua
Por: Augusto Cermeño
El Obispo de la Diócesis de Granada, Monseñor Jorge Solórzano Pérez, instó a los cristianos granadinos a orar, dijo “necesitamos orar por nuestro fieles difuntos, necesitamos orar unos por los otros”, manifestó el guía espiritual de los Granadinos.
Monseñor habló a una gran multitud cristiana que se reunió frente a la capilla de Animas, en el cementerio de Granada, donde se pudo observar un número superior de personas que llegaron a dejar a sus deudos, un ramo de flores, a limpiar las bóvedas o barrer las tumbas de sus seres queridos, además de pedir al creador por su descanso eterno. Se calcula a mas de 30 mil personas en el cementerio de Granada.
Monseñor Solórzano Pérez, considera que “hay hermanos difuntos que tienen alguna dificultad, han cometido alguna falta y entonces piden oración. Piden que se arregle su situación aquí, que han dejado, a lo mejor algún problema, alguna cosas pendiente, y entonces, necesitan ayuda, necesitan oración”.
Indicó que “los difuntos necesitan que nosotros les ayudemos, oremos por ellos y si hay que arreglar algo lo arreglemos, si sabemos de esa situación, para que descansen en paz. Nuestra oración es para que nuestros hermanos descansen en paz, para que nuestros hermanos difuntos gocen de la vida eterna”.
Valora que eso es bueno, “en los Macabeos dice que es bueno rezar entre nosotros, rezar por nuestros hermanos difuntos”.
“Hoy, toda esta celebración, toda esta misa, todas nuestra oraciones, por nuestros hermanos, queridos difuntos de este cementerio, para que el señor les purifique con el fuego de su amor, y puedan entrar la vida, al descanso eterno y se salven”, expreso el Obispo.
“Lo verdadero, lo definitivo, no es las cosas de este mundo, es buscar las cosas de Dios”
“Lo verdadero, lo definitivo, no es las cosas de este mundo, es buscar las cosas de Dios, que son las cosas verdaderas, las definitivas, las auténticas. Porque muchas veces, por ganar las cosas de la vida, de la tierra, nosotros perdemos las del cielo”, revela el Obispo Solórzano.
La verdad es que “debe ser lo contrario, debemos ganar las cosas de Dios, la vida eterna, aunque perdamos aquí cosas materiales o perdamos algo de nuestra vida, de nuestra tiempo, de nuestro cuerpo, de nuestro ser, porque lo importante es ganar la verdadera, la eterna, porque aquí vimos, dice el salmo, la vida del hombre son 70 años y el más robusto llega a vivir hasta ochenta, pero todo son fatiga inútil y pasan a aprisa. Es corto, aquí y debemos trabajar por la vida eterna”.
“Es un día para pensar en el sentido de la vida y en el sentido de la muerte”, reflexiona el Obispo Solórzano
Monseñor Jorge Solórzano Pérez, considera que el día de los Difuntos, “es un día para pensar en el sentido de la vida y en el sentido de la muerte corporales. Pensar, en ese sentido, como edificamos nuestra vida y como trabajamos por la vida eterna”.
Valora como “importante detenernos, y lo hacemos este día del año, una vez al año, por lo menos, para reflexionar sobre cómo es nuestro caminar, y también, para entrar en comunión con todos nuestros hermanos difuntos, nuestros familiares y amigos que ya se nos han adelantado”.
Considera que debemos “trabajar para ganarnos el reino de los cielos. Y por aquellos que están en el purgatorio, que son hermanos que están pasando por un tiempo de purificación, por el fuego del amor de Dios, para que entren al reino de los cielos”.
Dijo que “San Pablo, en los Corintios, nos habla de tres categoría: los que construyen con bien, dice San Pablo, con oro con plata, que construyen, según Cristo. Otros que construyen con maderas, con tablas, y otros que construyen con heno y con paja, es decir, nosotros tenemos que construir bien nuestra vida, para que el reino de Dios valla construyéndose en medio de nuestras vidas, y para que nuestros hermanos difuntos gocen de esa vida, de ese reino eterno de Dios”.
“El amor, es el plan para la vida en el tercer milenio
Ante todas las adversidades que se nos presentan, las señales que en los tiempos de hoy recibimos, es lo que nos lleva a seguir las recomendaciones del para, de cómo vivir en el tercer Milenio: “El amor, es el plan para la vida en el tercer milenio”, dice nuestro obispo Solórzano.
Monseñor Jorge Solórzano Pérez, Obispo de la Diócesis de Granada, sugiere “el amor, que es la Santidad, porque Dios es amor y donde hay amor se vencen todas las dificultades y podemos hacer mucho por los demás, como lo ha hecho Madre Teresa de Calcuta, Sor María Romero: son personas llenas del amor de Dios, que van construyendo un mundo nuevo, como lo hizo San Francisco de Asís. Un hombre lleno del amor de Dios, transforma a la sociedad y transforma a los corazones más duros, las situaciones más adversas, no solamente en la iglesia, sino en el mundo, en las estructuras sociales, con un alguien que está lleno del amor de Dios, que tiene la fuerza del amor de Dios, va transformar el mundo”, reflexionó el Obispo Solórzano.
Pero cuando “ese amor de Dios no está bien cimentado, entonces va dominando el egoísmo, va dominando las ansias de poder, va dominando la humillación a los demás, las injusticias. Entonces hay una lucha, dice San Pablo, entre el amor de Dios y el egoísmo, el pecado”,
Considera que “nosotros, tenemos que, ya, de este mundo, trabajar cada día más, para infundir ese amor de Dios en los niños, en los jóvenes, en las familias, en los hombres, en las mujeres, en los políticos, en todo…”.
Cree que “si trabajamos todos desde el amor de Dios, desde la Santidad de Dios, el mundo sería otro mundo, un nuevo mundo. A pesar de eso, hay muchas personas que trabajamos con ese amor de Dios y vamos transformando. Hay mucha gente buena, mucha obras buenas que se hacen, pero también hay muchas injusticias en el mundo, muchas guerras, mucho mal, mucho pecado, mucha violencia y tenemos que seguir trabajando aquí en la tierra para ir transformando la vida de la persona, la vida de la familia, la vida de la comunidad, la vida de la sociedad”.
Reiteró que están en ese “trabajando fuertemente, en lo que llamamos nosotros: la evangelización, la misión, es decir, que reine el amor de Dios, la Santidad de Dios en las estructuras sociales. En las estructuras comunitarias, en las estructuras familiares, en cada persona”.