12 febrero 2025

“Mega Boutique” debe capacitar a sus empleados en relaciones humanas: hay un evidente, maltrato a los clientes, incurriendo en vejámenes. Alguna institución debe pasar vista a este negocio de artículos usados


Granada, Nicaragua
Domingo 30 diciembre 2012
Augusto Cermeño
 
En una visita que realizamos el miércoles 26 de diciembre a la tienda de artículos usados para la familia y el hogar  denominada elegantemente “Mega Boutique”, donde logramos percibir un estilo agresivo y poco persuasivo de los dependientes con los clientes que hacen de ese lugar un buen negocio.
 
La verdad es que es el cliente el que posibilita el éxito de tal empresa comercial, a lo que se suma la gran necesidad de los granadinos de adquirir algunas cosas para el hogar, un poco más barato que en las tiendas donde esos artículos son muy caros e inaccesibles para las grandes mayorías.
 
Incluso, hasta los turistas andan en el lugar buscado ropa u otros artículos. Eso lo comprobamos in situ. Pero los dependientes parecen ir a tono con la calidad de las cosas que en muchos casos ya forman parte de los desechos que nos mandan de países como Estados Unidos y Europa, que vienen como una novedad a estas tiendas cuya sede esta en Managua y es propiedad de unos salvadoreños, según nos dijeron.
 
Regresando a lo de la actitud agresiva y deseducada de algunos dependientes, lo que observamos ese día en horas de la tarde nos dejo pasmados. Unos sujetos empujaban una enorme caja de cartón repleta de ropa usada montada sobre una carreta, y que al parecer es ropa que no vendieron por estar dañada.
 
Hay muchos artículos en el área de zapatos que hasta tienen mal olor y los venden como si fueran nuevos. Casi nadie se rifa con estas peculiares prendas. El asunto de la agresividad, lo notamos en vivo y a todo color, cuando los sujetos que empujaban la carreta iban veloces empujando la pesada carreta al tiempo que decían “con permiso”, pero lo decían al tiempo que empujaban y lanzaban sobre la gente dicha carreta repleta ropa.
 
Se les reclamó y su respuesta fue “decimos con permiso y deben apartarse”. Sonó como a orden militar, como si las personas que andan en el lugar son cucarachas o cualquier objeto no humano. Se comportan como verdaderos energúmenos.
 
Lo que más preocupa es que no hay donde quejarse, porque no hay gerente, no hay quien responda por dicha tienda y en las cajas solo saben dar malas respuestas, con algunas escasas excepciones, de gente con más educación.
  
Es cierto que por necesidad se visita este lugar, pero también es cierto que las personas que entran, por muy pobres que sean, llegan a comprar y no a pedir que les regalen o donen, y se merecen el buen trato como cliente que contribuye al éxito del negocio.
 

Por otro lado, es un tanto antihigiénico el lugar, ya que en algunas secciones se despiden malos olores y no se ve que el Ministerio de Salud (MINSA) haga algo por exigirles el cumplimiento de algunas reglas sanitarias, como lo hacen en cualquier país del mundo. A parte de eso, el dueño debe mandar a educar a sus dependientes y trabajadores que tengan contacto con los clientes o visitantes del lugar. 

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