Granada, Nicaragua
Por: Augusto Cermeño
Don José Joaquín Quadra Cardenal conocido como JJQ, confesó a LA VERDAD, que fue arroyero “con mucho orgullo” y que bajaba al arroyo, por el sector donde estaba el Asilo de
Ancianos y que iba a salir “donde era la Planta
Eléctrica”.
Recuerda que iba pasando bajo los puentes y que el grupo de arroyeros llevaba un gallito que lo echaban a pelear con los que encontraban en el arroyo, agarraban el gallo grande y se lo llevaban para echarlo a otro, hasta llegar al lago.
Dice que una vez se atrevió a llevar al embajador de España, Ernesto la Orden Miracle, para mostrarle el arroyo y el diplomático se quedó maravillado. “Dijo: ¡que barbaridad!, Granada tiene una belleza” y sugirió sembrar árboles frutales como el mango.
Indicó que de la iglesia San Francisco una cuadra y media al norte vivía Juan Bodan. En ese sitio bajaban y se iban a salir por el Colegio Centroamérica, donde estudiaban. Recuerda que Joaquín “El Mico” Ubau, “tenía una trampa para agarrar pájaros. Cuando los estudiantes regresaban del colegio, “revisábamos las trampas para ver cuántos pájaros habíamos agarrado”.
Además, los arroyeros, generalmente se aventuraban en las malezas de los arroyos para cazar, con hulera u honda, los garrobos. La cacería, que en muchos casos tenía un propósito alimenticio, en otros casos era como un deporte, una especie de jobi ancestral.
Otros arroyeros, bajaban a los cauces naturales a hurgar en la basura, buscando joyas u objetos valiosos, metales preciosos, que generalmente iban entre la basura o que las corrientes pluviales, en las cunetas, precipitaban a los arroyos.
Es realmente raro que algún granadino, no tenga entre sus recuero el haberse aventurado a cazar o hurgar en los arroyos. En algunos casos, se han utilizado como atajos, como nos cuenta JJQ, que él y sus compañeros de clase, en el Centroamérica, se iban por el arroyo para llegar más rápido al colegio y dejar algunas trampas para pájaros, como lo hacía “El Mico” Ubau.