Managua. Por José Aragón, Radio La Primerísima
3 de Enero 2024
Tuve la mala suerte de pasar la Noche Buena en el quirófano del Hospital Fernando Vélez Paiz. Desde hacía 15 días venía experimentando malestares intensos en la vesícula hasta que, el 24 de diciembre por la mañana, se agudizó el problema dejándome sin más alternativa que ingresar de urgencia ese mismo día a las salas de ese hermoso y modernísimo hospital, orgullo del pueblo nicaragüense y ejemplo vivo del progreso que experimenta nuestro país en todos los ámbitos del desarrollo humano.
El mal trago de tener que pasar por el quirófano en un día tan especial, me brindó la oportunidad de mejorar mi salud y, a la vez, conocer por dentro y ser beneficiario directo de la renovada red de hospitales y del eficiente Sistema de Salud Pública que hoy posee Nicaragua.
Días antes de llegar al Vélez Paiz, en cuanto presentí que aquellos síntomas que me aquejaban tenían una connotación mayor, me apresuré a consultar con amigos y familiares sobre alguna clínica privada donde me pudieran operar, ya que algunos amigos me ofrecían apoyo económico para sufragar los gastos de la eventual operación. Fue entonces cuando, sorprendido, descubrí que todas las personas a las que pedí recomendación sobre médicos privados, me respondieron en el mismo sentido que me aconsejó mi primo Heberto Guzmán: “No estés de loco queriendo gastar riales de balde, andate a un hospital público, ahí te van a hacer cualquier tipo de examen, operación o tratamiento con muchísima más calidad que en un privado y sin pagar ni un solo peso. ¡Ahora en Nicaragua tenemos buenos hospitales!”.
Y como quien agarra consejo muere de viejo, asumí las sugerencias. Elegí al azar el Hospital Fernando Vélez Paiz de Managua y me fui apresurado en busca de solución a mis dolores insoportables. Al llegar, de inmediato comenzó todo un proceso en el que el fino trato del personal, la exploración exhaustiva por medio de equipos de última generación y las detalladas explicaciones sobre mi cuadro clínico fueron una constante hasta que todo me llevó ante el inevitable y siempre aterrador quirófano.
Al despertar de la operación se repitió la misma dinámica: palabras de ánimo, indicaciones sobre lo que debía hacer en el postoperatorio y muchas gotitas de ternura, fraternidad y humanismo de parte del personal médico y de enfermería que se convirtieron en verdadero bálsamo solidario para mi cuerpo adolorido.
Que Nicaragua cuente hoy con una adecuada infraestructura hospitalaria y con un personal médico altamente cualificado es muy importante porque, como ciudadanos, nos hace sentir seguros ya que facilita la atención eficiente, hace más soportable los padecimientos, y convierte a las personas en ciudadanos dignos.
Pero las verdaderas bases que garantizan una sociedad con vida saludable se ponen cuando el Estado también invierte ingentes recursos para dotar de agua potable a los barrios y comunidades, cuando se impulsan constantes y masivas campañas de vacunación, cuando se garantiza la autosuficiencia alimentaria del país, cuando se organiza a la ciudadanía para que la salud esté garantizada desde el nivel comunitario y se educa a la población en medidas de prevención de las enfermedades, acciones todas que el Gobierno Sandinista de Nicaragua ha asumido con gran responsabilidad y viene poniendo en práctica de manera eficiente desde el primer día que el pueblo depositó en sus manos la dirección del país.
Por eso, los excelentes resultados que hoy experimenta Nicaragua en términos de Salud Pública a nivel regional, no son producto de la magia o de los milagros, sino de una firme voluntad política sensible con los Derechos Humanos del pueblo nicaragüense y de un Plan Nacional de Desarrollo integral, cuyos resultados son tangibles en la modernidad de sus infraestructuras y en la formación cualitativa del personal, esfuerzos y sensibilidad gubernamentales que tienen cada día más reconocimiento y respaldo del pueblo trabajador y del conjunto de la sociedad nicaragüense.
Pasé la Nochebuena en un quirófano y hoy tengo la enorme felicidad de recibir el Año Nuevo con mi familia. Eso merece mi más profundo agradecimiento a las hermanas y hermanos médicos y enfermeras del Hospital Fernando Vélez Paiz por haberme devuelto la salud y por haberme regalado la oportunidad de salir muy orgulloso de las capacidades profesionales de los trabajadores de la salud y de su atención tan solidaria.
Mi agradecimiento sincero al mejor Presidente que ha tenido Nicaragua, Comandante Daniel Ortega y a la incansable Vicepresidenta Rosario Murillo por su loable labor en beneficio del pueblo trabajador. Gracias por haber convertido los destartalados hospitales, heredados de los gobiernos neoliberales, en honrosas instalaciones dotadas con los equipos e instrumentos más modernos y eficaces. Gracias por hacer de esta nuestra amada Nicaragua un país en donde cada día se derriban nefastos paradigmas y se construye una nueva nación de paz, dignidad, progreso y redistribución justa de los recursos acumulados colectivamente. ¡Gracias!
Que el año 2024 nos siga encontrando unidos y laboriosos en la tarea de seguir soñando y haciendo realidad la Patria de todos, digna, soberana y siempre libre.