El Archivo CLXI – Por Alejandro José Gallard Prio, 11 de Septiembre del 2011
Recordemos hoy y siempre, el cobarde ataque a las torres gemelas del WorldTrade Center de Nueva York, y sucesivamente Washington, D.C. y Pennsylvania, que permanecerán en la historia de la humanidad, como un día de llanto y dolor, que arrebato seres queridos a familias, que lejos de sus pensamientos, estaba el odio y la maldad.
El terrorismo es el más abyecto de los crímenes y no existe razón alguna para aceptarlo como una arma de guerra, por eso es que desde el sitio, donde el sufrimiento y la destrucción, quiso destruir nuestros valores, podemos ver la Estatua de la Libertad, con su mensaje permanente de optimismo, de amor y de paz.
Pero no podemos quedarnos sin citar a Roberto Imbelli, sacerdote de Nueva York, quien escribiendo para "L’ Observatore Romano" sobre el 11 de septiembre, nos dice "Era
un día radiante y despejado -un día perfecto de final de verano-. Pocos de los que experimentaron su inicio y luego el horror que le siguió pueden volver a recordar tal jornada sin un suspiro de tristeza" y continua "el 11 de septiembre reveló fuertemente la absoluta precariedad de la vida humana. Todas nuestras aspiraciones y logros pueden apagarse con rapidez. «Los días del hombre duran lo que la hierba… que el viento la roza, y ya no existe», lamenta el salmista (Sal 103, 15-16). A la luz de esta constatación, todos pueden con seguridad tomarse en serio la exhortación de la tradición budista: «¡Sed conscientes!». El reto espiritual para cada quien es ser consciente del momento presente y de la valiosa presencia del otro. La tradición bíblica, repetida cotidianamente en la liturgia de las Horas, insiste: «Ojalá escuchéis hoy su voz: “No endurezcáis el corazón”» (Sal 95). Y muy frecuentemente la voz de Dios habla a través de la voz de nuestro prójimo, a través de su alegría y de su esperanza, su dolor y su aflicción.El recuerdo más vivo de aquel día terrible persiste, no en el odio de los terroristas, sino en el valiente sacrificio de los socorristas, «los primeros que respondieron». Aquellos hombres y mujeres, fueran cristianos o judíos, musulmanes o personas sin una fe explícita, observaron la enseñanza de Jesús: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15, 13). La suya fue una solidaridad vivida, incluso hasta la muerte.
Encontréque ya están terminadas 61 casas para una familia de 5. El convenio con la comunidad es que de cada familia, por lo menos un miembro trabaje en la construcción, sin salario, pero con alimentación.
El terreno fue donado por la Alcaldía Municipal. Todos los materiales son adquiridos en el mercado local, con fondos que los integrantes del "Proyecto Hope" recolectan entre los fieles de las Iglesias Evangélicas de su región, las cuales promocionan los viajes de su feligresía a trabajar a Nicaragua por un periodo de una semana, pagando cada uno sus gastos de viaje y estadía en Managua, donde ya tienen oficinas, bodegas y un personal que recibe su salario de la Central en Missouri. Les recomiendo visitar su página web: www.pjhope.org.
Conocí y conversé con Marvin Sánchez, uno de los coordinadores, que tiene a su cargo la construcción del Centro de Rehabilitación para jóvenes y en cuya labor, ya trabajan algunos que están siendo rehabilitados.
La próxima semana iré a tomar unas fotos, ya que una imagen vale por mil palabras, pero antes quiero hacer un llamado a favor de Jorge Zapata, pescador, que ayudando en el proyecto, dejo su lancha y redes en la costa del Lago de Managua, a uno dos kilómetros del lugar, por unos días y le robaron todo lo que era
su trabajo y sustento. La han buscado por la toda la costa del Lago, sin resultados, por lo que aquí aplica aquello que dice "no des limosna, enseñad a pescar", con la diferencia que Zapata sabe pescar, pero necesita una lancha y aquí viene nuestra cooperación, el recolectar un mil dólares, para dotarle de una lancha con un pequeño motor fuera de borda y como agradecimiento, Don Jorge, se compromete a llevar a pescar en el Lago de Managua, a los que pertenezcan a esa lista de altruistas colaboradores Pueden enviar sus cheques a nombre de mi querido amigo y eterno Tesorero de obras humanitarias, Eduardo Pichardo, P. O. Box 523482, Miami, Fl. 33152, USA, quien se encargará de hacerlos llegar a Nicaragua.