Departamentales
Granada, Nicaragua
Por: Augusto Cermeño
La fiesta hípica agostina de la Virgen de la Asunción en Granada fue bendecida por una copiosa lluvia que regó los campos y redujo un bochorno tremendo que bañaba Granada. Esta actividad tradicional de los granadinos se desarrolló muy bien, con un nuevo recorrido, solo que con menos caballistas.
En la Atravesada, a la altura de la Ferretería Hermanos Briones, donde fue DATISA, estaba cruzada una tarima cervecera, que no permitía el paso a nadie, escasamente a los peatones, que se escurrían por una de las esquinas, la opuesta a DATISA. Esto lo instalaron desde el sábado y no resultó agradable a los transeúntes granadinos, que se vieron obligados a dar una gran vuelta para acceder a sectores del mercado y el parque central.
El bonito desfile de caballos de toda estampa, raza o estirpe, salió del Estadio Roque Tadeo Zavala, siguió por la Avenida Arellano, llegó a Foglia, a la calle Real de Xalteva, siguiendo como siempre hacia el lago, hasta doblar en el Tiangue Número Dos, hacia el norte, en calle Atravesada.
Siguió este trayecto hasta llegar a la esquina de DATISA, donde se podía observar una enorme tarima, bien adornada, igual que ambos lados de las calles, con sendos rótulos de las cervezas y licores de “los hombres muy hombres”. En lo personal, no me es agradable ver una ciudad como Granada con esos “adornos” que desencajan con la hermosa fachada colonial e histórica de la Gran Sultana.
La ruta siguió hacia el este, hasta interceptar la Calle del Ganado, tomando después rumbo sur hacia la Iglesia de Guadalupe, donde se concentraron los caballistas para desarrollar su celebración festiva oficial, dedicada al diputado, caballista y ganadero José Figueroa, de Juigalpa, Chontales.
Los caballos encastados que logramos captar, en el desfile, que más destacaban, eran los iberos y un par de enormes caballos Frisones, una raza europea de trabajo, que se caracterizan por su frondoso pelaje, su fortaleza y elevada estatura. Uno lo montaba una dama y otro un caballero.
Es lo que vimos, pero probablemente hayan participado mucho más razas y ejemplares, montados por caballistas y criadores nacionales y algunos nacionales llegados de Miami, con los que tuvimos oportunidad de conversar.
Hablamos con el jinete Mario Solano, llegado de Miami, quien montaba un hermoso caballo negro iberoamericano. También hablamos con Frank Mena Lacayo, de Managua, quien montaba su caballo rocío “Bondadoso”, de origen mexicano.
La señora Daysi Vargas, de Ticuantepe, montando un enorme caballo negro, raza Friso, que llama “El Guapo”, nos dijo que no era el único de esa raza europea, que desfilaba en la hípica, ya que otro era montado por un pariente de ella.
La hípica, como ya se ha dado en otros años, fue por unos minutos bañada por la lluvia, lo que no logró bajar la moral ni los niveles de alegría y disposición de los montados. En muchos años, es la primera hípica que veo desfilar por la Atravesada, lo que permitió que muchas familias pudientes, residentes en esa calle, pudieran disfrutar de una actividad festiva como esa, ya que tenía un recorrido que pasaba de la calle Real de Xalteva al Parque Central y del parque central Colón a la Calzada, hasta desembocar en el Malecón.
Contra viento y marea, felizmente se desarrolló esta actividad mundana, propia de las festividades de la Virgen de la Asunción, luego de algunos tropiezos por inconformidades de la Diócesis de Granada, del Obispo, de que el desfile pasara por el parque Central, ni por la Plaza de la Independencia.
Todo esto fue manejada no muy acertadamente por los organizadores del Club Hípico, los que reclamaban una serie de prerrogativas relacionadas con el manejo y administración de algunos recursos, como la publicidad en las calles, entre otras cosas, que finalmente lograron y todos fueron felices.