Departamentales
Granada, Nicaragua
Por Augusto Cermeño
Guillermo Ibarra Pasos, pianista y organista granadino, hablo con LA VERDAD sobre sus primeros pasos como músico, teniendo como maestro a su propio padre, don Guillermo Ibarra, quien le enseñó las primeras letras musicales que le permitieron aprender a tocar el piano y el órgano en forma magistral.
Antes de todo manda saludos cariñosos a sus conciudadanos granadinos, “porque yo soy meramente granadino de la calle Estrada. Y, recuerdo que cuando joven, yo miraba entrar a mi casa a la familia Ortega, a músicos de Diriomo, Nandaime, a ensayar con mi padre, en aquellos entonces…”.
Recuerda también que escuchaba “los pasos dobles, porque en ese tiempo estaban de moda “Los Churumbeles de España”, y chavalo, mi padre, no sé por qué, de todos mis hermanos, yo era el que lo acompañaba a las iglesias”.
“Recordemos las misas del Niño Dios, las misas del cacho, cuando eran a las cinco de la mañana. La vena comenzó escuchando estos músicos granadinos, que era verdaderamente músicos lectores. Porque ayer hablábamos de una generación de músicos que no leíamos música, pero el profesor de la mayoría de todos esos fue mi abuelo Manuel Ibarra Martínez”, destacó Ibarra Pasos.
Don Manuel “les enseñó a leer clave de Sol, clave de Fa, clave de Do en primera y segunda línea. Mi papá vio que yo tenía la vena del músico, y me comenzó a sacar en veladas, en aquel tiempo. Mi padre iba a San Marcos, donde se hacían las maestras, donde doña Tere Salcedo y me ponía a cantar en veladas dos o tres canciones, en esa época, de la música de Joselito, cuando estaban en boga los temas de Rocío Durcal, porque había mucha influencia de la música española”, recordó Ibarra.
Comenzó cantando en latín en las iglesias
Deja claro que su carrera como músico la comenzó cantando en las iglesias, “en ese tiempo misas en latín, cuando se cantaba las misas en latín y el padre daba las misas al revés, dando la espalada a la gente. Yo tuve la educación, con mi padre, de cantar misas en latín”.
Llegó un momento en que el joven Ibarra estaba hambriento “de saber que era la música y le pedí a él que me enseñara. Me da pena decirlo pero en ese tiempo a los músicos no les gustaba enseñar, tal vez porque llegaban cansados a la casa o porque no tenían la vocación, pero un día mi padre, antes de morirse, yo le pregunté por qué no daba clase, y aciertos músicos de Granada. El tenía toda la razón, a mis 63 años de ahora, que decía que no le daba la clase a cierta gente porque le quitaban el trabajo”.
“Es cierto, ahora existe lo que es el serrucha pisos, como le llaman. Con el él comencé a estudiar el método Eslava, de Hilarión Eslava: Do, Mi, Sol; Do, Mi, Sol, Fa, Mi. Él me decía: tienes que estudiar solfeo, primero y después escoges cualquier instrumento que vos sepas”, recordó.
“Los músicos en la época de Los Centauros, de Los Rolling, Los Duros, en el que Guillermo Guillén era el que tenía un poco más de educación musical, porque, según entiendo, estuvo en un seminario, en Managua, porque se iba hacer padre”, trajo a la memoria.
Dijo que Guillermo, que “también andaba en la vida loca, porque en ese tiempo, en una entrevista que vos tuviste con William Trujillo, parece que ya estaban las drogas, la mariguana, la LSD y todo eso y ellos tocaban mucha música norteamericana para estos lados”.
Comenzó a tocar después de aprender ciertos acordes
Guillermo comenzó a tocar, “por mera intuición, aprendiendo ciertos acordes y aplicando lo que se llama talento, porque yo tenía talento para la música, pero cuando comienzo a investigar más la música, es cuando me voy de Nicaragua a Costa Rica”.
En esa nueva situación se relacionan con músicos ticos, y comienza a tener vergüenza “por no leer música. Comienzo a estudiar la música, y cómo se le abre el cerebro a uno, el campo de la música, cuando ya comprendes armonía, comprendes los arreglos melódicos en un pentagrama”.
Considera, que a estas alturas de su carrera, “he aprendido mucho de eso”. Habló de una definición de lo que es música, que algunos “hacen una hoja grande, donde se te van por un montón de caminos. La única definición de música, que yo me aprendí, me la enseñó mi padre, es la de José Hilarión Eslava, músico catalán, músico religioso, que dice que Música es el arte del bien combinar sonidos con el tiempo, eso es todo”.
Agrega, que “el que no lleva la medida y la melodía con el tiempo, va desordenado completamente, va descontrolado. La gente dice: no tiene medida, lo que son los compases de 4 por 4, dos por 4, el 6 por 8. Quiero hacer una memoria para que quede para la posteridad”.
Recuerda que tuvo en Costa Rica a don Ernesto Ortega, que le decían “Los piches”, el que, «según decía mi padre, era uno de los mejores lectores musicales, con su trompeta a don Ernesto Ortega, porque era muy buen músico”.