Granada, Nicaragua
Por: Augusto Cermeño
La juventud por su naturaleza misma, es revolucionaria, nace con ese deseo y ansiedad de cambio en todo lo que esta a su vista, sobre todo cuando ha visto y experimentado el surgimiento de una revolución triunfante.
La insurrección armada contra la dictadura, la escenificaron jóvenes nicaragüenses que decidieron dejar las comodidades de su hogar para lanzarse a una aventura pletórica de peligros, pero con la certeza que su participación es vital para crear un cambio.
Fueron miles de jóvenes que cayeron en combates, muchas veces desigual, con armas caseras, contra un ejército bien armado y entrenado para matar a quienes se crucen en el camino de los intereses del dictador, quien tenía al ejército, la Guardia Nacional GN, como una guardia privada de la familia gobernante.
Muchos de esos jóvenes que participaron en la insurrección de septiembre de 1978 y la insurrección final de 1979, que dio al traste contra la dictadura, se enfilaron alegremente en el novedoso Ejército Popular de Alfabetización (EPA). Se propusieron demostrar que podían con las armas de la guerra militar y con las armas de la guerra cultural contra la ignorancia, un subproducto de los gobiernos oligárquicos y dictatoriales.
A los estudiantes, de secundaria (IV y V, sobre todo), a los universitarios que participaron en la Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA), vieron en esa acción luminosa, una nueva oportunidad de mostrar su fuerza, valor y deseo de cambio.
A Río San Juan se fueron los que estaban claros que no iban a un hotel 5 estrellas, que su estilo de vida cambiaría notablemente, de modo que debían aprender a convivir en las mismas condiciones socio- económicas, cultura y costumbres del campesino, sobre todo del campesino pobre. Conocí de brigadistas que se sumaban como uno más de la casa, a la par del padre y los hijos, a las labores agrícolas, ordeño del pequeño hato o de simplemente la vaquita que el papa campesino tenía pastando en su parcela.
Comer frijoles parados, carnita de monte, tomarse un guacal de pinol o un tanto de chicha bruja, que a muchos sorprendió, porque los mando a ver estrellitas, fueron experiencias inolvidables para muchos brigadistas.
Muchos, en los primeros días, ansiaban el regreso a casa, en condiciones de mayor comodidad, donde los jóvenes son atendidos por sus padres, en detalles como la alimentación y el techo seguro.
Igual que los guerrilleros de la montaña
Igual que los guerrilleros de la montaña, en los años 60 y 70, la nueva generación de guerrilleros, de manera masiva, se fueron a la montaña, a vivir debajo de los árboles si es necesario o acurrucados en un matorral, donde, en medio de la oscuridad de la noche se pueden escuchar todo tipo de ruidos, incluyendo los ruidos propios de los reptiles o serpientes que podrían estarse aproximando a una potencial victima que duerme, quizás, placidamente.
Para brigadistas como Estrella Maltez Pomares y María Teresa Sovalbarro, los primeros días, y quizás, semanas, acostumbrarse a un ambiente hostil, lleno de mosquitos, mucha humedad, serpientes y fieras salvajes era casi un imposible, pero se acostumbraron, lograron auto disciplinarse y convencerse de que su misión luminosa era mucho más importante que sus penalidades personales.
Alfabetizadores como Ana Rosa Morales, se súper adaptaron al ambiente y costumbres de sus padres campesinos, de modo que hasta se hizo a la modalidad de transportarse de la comarca al pueblo montada en un buey.
Muchos de los alfabetizadores se enfermaron, no dejaban de llegar a la jefatura del EPA, en San Carlos, casos de muchachos con problemas de lepra de montaña, igual que los guerrilleros sandinistas que actuaron en las montañas del norte, centro y sur del país.
Recuerdo a un joven de apellido Chavarría, que llegó con lepra de montaña, se quedó en la casa por un tiempo y luego regresó a su puesto. Nadie quería ser considerado “rajón” o desertor, quería regresar a casa con la vista y la frente en alto, para orgullo de sus padres y de su Patria, sobre todas las cosas.
Los corre caminos de Melchorita y San Juan del Norte
En los días y meses de la alfabetización, nos encontramos con casos de muchachos que tenían problemas de perturbación mental, debido al trauma que causó en sus vidas el estar a grandes distancias de de su hogar. La mayoría de los alfabetizadores eran de Granada, Managua, Masaya, Carazo y Rivas. Estaban lejos de sus casas, de sus seres queridos. Ese cambio no fue fácil asimilarlo.
Recuerdo el caso de Denis Molina, quien anduvo en la zona de Melchorita, corriendo, aparentemente perturbado por una relación amorosa, pero jamás “pidió cacao”. Estuvo en el improvisado hospitalito de alfabetizadores que teníamos en la jefatura del EPA.
Otro joven que también anduvo de “corre caminos”, fue Guillermo Marenco. En este caso no estábamos hablando de un simple brigadista, estábamos hablando de un jefe de Brigada, del Municipio San Juan del Norte, un municipio cuya cabecera está en la desembocadura del Río San Juan al mar Atlántico, por esa zona llamada Harbort Head, que es objeto de conflicto entre Nicaragua y Costa Rica.
Gracias al apoyo del Ejército Popular Sandinista, con atención personal del jefe de la zona, nos dirigimos a San Juan del Norte, en una panga con poderoso motor fuera de borda, que nos trasladó a San Juan de Norte, en busca de Guillermo. La idea era traerlo a San Carlos para ser valorado y tratado.
Guillermo, según conocimos y confirmamos en el terreno, estaba prendado de una joven maestra, muy linda, según la descripción que nos dieron y eso le causó desestabilización en su comportamiento. Guillermo era uno de los cuadros juveniles más decididos y calificados que tenía la naciente Juventud sandinista 19 de Julio en Granada.
Pero pudo más el poder y atractivos de la bella y joven maestra que la firmeza revolucionaria del líder juvenil. Guillermo, prácticamente, colapso como líder pero no como revolucionario. A pesar de su estado nervioso, jamás aceptó irse a atender en Managua, porque no quería ser considerado un desertor o alguien que “se rajó”.
Apenas logramos sacarlo de San Juan del Norte, donde, según el informe que recibimos, corría por el viejo pueblo afrocaribeño nicaragüense. Guillermo regresó a su municipio luego de recuperarse.
San Juan del Norte o San Juan de Nicaragua
Este remoto municipio selvático tiene grandes atractivos naturales e interesantes sitios históricos. Sus carreteras son los ríos y caños del área, que dan paso a la selva y a múltiples pequeñas lagunas. Su centro urbano es el pequeño pueblo de San Juan del Norte, o San Juan de Nicaragua, en el que conviven diferentes comunidades étnicas y hay hoteles, restaurantes y guías turísticos. Cerca están las ruinas de la vieja Greytown, la desembocadura en el Caribe del Río San Juan, y la exhuberante Reserva de Biósfera Indio – Maíz.
Para llegar a San Juan del Norte, saliendo de San Carlos, se deben recorrer 200 kilómetros sobre el río, en panga, lo que hicimos con el Jefe del EPS, cuando íbamos a buscar a Guillermo. Es todo un día en panga, sorteando los raudales y corrientes muy peligrosas, que solo se ignoran con la vista maravillosa de la selva tropical húmeda que se observa, con todo y su fauna, con tantas especies de animales y aves que se pueden ver o escuchar en verdaderos conciertos naturales propios de esos hermosos pajaritos de colores que maravillan a los viajeros.
El Estrecho Dudoso
No me gusta mencionar lugares históricos sin revisar un tanto su historia, como es el caso del Río San Juan, que nace en el Gran Lago de Nicaragua (Cocibolca) y desemboca en el Mar Caribe. El caudaloso y extenso río es una de los móviles de los españoles para colonizar Nicaragua.
El conquistador Hernán Cortez, en 1524, le envió una carta al emperador Carlos V, de España, en la que le expresa: “El que posea el paso entre los dos océanos, podrá considerarse dueño del mundo”.
Las palabras sonaron a premonición y determinarían el futuro de Nicaragua, ya que desde ese momento entraron a Nicaragua decenas de expediciones que fueron enviadas en busca de “el estrecho dudoso” que conectara Océano con Océano.
Ese mismo año (1524) inició la colonización de Nicaragua, con la fundación de las ciudades de Granada, en el Oriente, a orillas del lago y León Santiago de los Caballeros, en el Occidente, junto al lago Xolotlán. El río fue navegado en 1525 por el conquistador español Ruy Díaz, quien fracasó en su intento por explorarlo pero le dio el nombre de El Desaguadero.
En 1538, catorce años después, el capitán Alonso Calero entro al río con una expedición integrada por 139 hombres, de los que solo sobrevivieron 9. El río fue bautizado el 24 de junio de 1539, con el nombre de Río San Juan, en honor a la festividad de San Juan el Bautista.
El capitán Calero, en ese mismo año, escribió: "Cruzamos el Gran Lago con muchas peripecias. Nuestro bergantín enfiló hacia la unión de dos ríos en lo que parecía el final de esta Mar Dulce (…) el desaguadero del mar interior y la salida al Caribe y a España. Pronto los rápidos nos obligaron a seguir a pie. Las Selvas eran impenetrables. Era difícil avanzar, el barro nos llegaba hasta las rodillas y los mosquitos de la malaria no nos dejaban descansar. No debíamos detenernos, habíamos venido de tan lejos a estas tierras tan ricas y difíciles de conquistar."
Importancia estratégica geográfica e histórica de Río San Juan
Sabiendo la importancia de este río que conectaba la Mar Dulce con el Atlántico, los españoles impusieron control sobre este precioso río y poco después fundaron San Carlos, actualmente puerto lacustre y cabecera departamental del Departamento de Río San Juan. Después de descubrir su desembocadura en el Caribe, este río sirvió para el comercio entre las provincias españolas de Nicaragua, Costa Rica, La Habana Cuba, Cartagena de Indias en la actual Colombia y otras islas del Caribe; el Río San Juan ya era utilizado para fines comerciales.
Nicaragua llegó a ser codiciada por las potencias imperiales de la época, a causa de sus recursos naturales, pero principalmente por la posibilidad de aprovechar el curso del caudaloso Río San Juan de Nicaragua como ruta de tránsito entre el Atlántico y el Pacífico.
No sólo los españoles usaban el río para sus propósitos. Corsarios y piratas invadían San Carlos y robaban oro, riquezas y otros objetos valiosos de Granada. También se llevaban a los indígenas como esclavos.
Por su rivalidad en contra de los británicos, los españoles fortificaron San Carlos de tal manera que la más grande de sus fortificaciones, el Castillo de la Inmaculada Concepción, resistió muchas batallas contra piratas y corsarios, indígenas miskitos y las incursiones inglesas.
En una de ellas participó el joven teniente y futuro almirante inglés Lord Nelson, quién definió la importancia del lugar como sitio estratégico para "partir en dos el dominio español en América."
Después de resistir diversos ataques, siglos más tarde, el río empezó a perder interés como posible ruta interoceánica a causa de la construcción del Canal de Panamá.
La Ruta del Tránsito vista por Mark Twain
El famoso escritor estadounidense Mark Twain fue uno de los miles de viajeros que atravesaron la llamada Ruta del Tránsito ideada por el comodoro Cornelius Vanderbilt como una alternativa que eliminaba 960 kilómetros del recorrido y un 50% sobre los costos de viaje a través del Istmo de Panamá durante la Fiebre del Oro de California en 1849.
Twain plasmó sus impresiones por escrito, he aquí un brevísimo extracto:
"Las perspectivas cambiantes de Río San Juan van renovando siempre el paisaje exuberante de la zona; los meandros y parajes por los que solíamos pasar presentan cada día nuevas maravillas que podían ser, elevados muros de follaje, brillantes cascadas de enredaderas que caen desde ciento cincuenta pies o más para confundirse con la hierba del suelo, bellísimas cataratas de hojas verdes puestas unas sobre otras como escamas de pescados, inmensas murallas macizas de selva virgen, y luego al avanzar mirábamos un nicho vegetal como ventana gótica, con columnas y diversidad de figuras bellas y curiosas."
Disputa sobre navegación entre Nicaragua y Costa Rica
El tratado fronterizo Cañas-Jerez de 1858 atribuyó la margen norte y el dominio y sumo imperio sobre las aguas del Río San Juan a Nicaragua y la margen sur -a partir de cierto punto- a Costa Rica y le otorgó derechos perpetuos de navegación con objetos de comercio en un tramo del río que va desde 3 millas de El Castillo hasta su desembocadura.
En pocas palabras, el Río San Juan es totalmente nicaragüense, no es binacional; lo que significa que no es un río compartido por dos países como en otras partes del mundo: delimitación por la mitad (la vaguada). Este tipo de fronteras se lo conoce como costa seca.
El Laudo Cleveland de 1888 (arbitraje del presidente estadounidense Grover Cleveland) fija algunos límites confusos en el tratado de 1858 y establece que Costa Rica no tiene derecho a navegar con buques de guerra por el río.
En 1998 Nicaragua prohibió la navegación de la Fuerza Pública costarricense con armas o en patrullas artilladas sobre las aguas del río, ante lo cual Costa Rica pidió arbitraje de la OEA, pero Nicaragua se opuso a tal iniciativa y sugirió un diálogo bilateral.
En el año 2001 Nicaragua impuso el cobro de un peaje a las embarcaciones turísticas costarricenses que navegaban por el río San Juan.
El 29 de septiembre de 2005, el presidente costarricense Abel Pacheco llevó la disputa de los derechos de navegación sobre el río San Juan a la Corte de La Haya, principal órgano judicial de la ONU.
Entre el 2 y el 12 de marzo de 2009 los representantes de Costa Rica y Nicaragua presentaron sus argumentos ante la Corte de La Haya.
El 13 de julio de 2009 La Corte reconoce el derecho de Costa Rica a "navegar libremente" para "fines comerciales" por el Río San Juan según el Tratado Jerez-Cañas, pero restringiendo explícitamente a que lo hagan policías armados costarricenses.La soberanía y dominio y sumo imperio del Río san Juan pertenece única y exclusivamente a Nicaragua quien puede reglamentar los horarios de navegación de las embarcaciones costarricenses, inspeccionarlas y solicitar documentos.
Se creía que el conflicto había terminado, pero este supuesto entendimiento se desarmó cuando Costa Rica reaccionó sorpresivamente en Noviembre del 2010, tratando de prohibir a Nicaragua que realice el dragado del Río San Juan argumentando que se le debía pedir permisos a Costa Rica para realizar el dragado, esto a pesar de que la resolución de la Corte fue muy clara, por tanto Costa Rica desconoció este punto.
Nicaragua continuó decidida a dragar el Río San Juan, puesto que desde 1858 el brazo Río Colorado de Costa Rica comenzó a extraer agua en una cantidad exagerada del Río San Juan, lo cual llevó a una fuerte disminución del caudal del San Juan a lo largo del tiempo. A ello hay que adicionar que la actividad agrícola que se da en la rivera costarricense ha llevado a que sus ríos viertan grandes cantidades de sedimentos ocasionando que se obstruya y en invierno sea prácticamente innavegable. Esto ha causado que su cause se reduzca de 454 metros de ancho a 80 metros en el delta que separa el ramal del Colorado del Río San Juan.
Bueno, ya basta de inspiración histórica geográfica sobre este precioso río nicaragüense que nos inspira a pensar en lo inmensamente rica que es nuestra Nicaragua. Y somos tan tontos que la despreciamos, le dedicamos tan poco de nuestro tiempo, tan poco de nuestras destrezas y conocimientos, que en la mayoría de los casos son extranjeros los que posan su vista y sus manos sobre tanta riqueza y se la llevan lejos de nuestra tierra, dejándonos solo los rastros, los desperdicios del despojo.
En cuanto a los corre caminos de Guillermo Marenco y Denis Molina, tenemos información que residen en Costa Rica, donde han formado familia.
“Chibolón que malo eres”
Los jóvenes, en toda su expresión, son ocurrentes y jodedores, nunca están tranquilos y siempre están retando el sistema establecido. Esto lo decimos por las dificultades que pasó el jefe de la Brigada de Las Azucenas, Fernando Paladino, actualmente residente en Nueva Orleáns, los Estados Unidos.
Paladino, seguía al pie de la letra las medidas disciplinarias que se debían implementar para mantener el orden en la tropa alfabetizadora. Estas medidas no eran del agrado de los alfabetizadores, sobre todo los que gustaban mucho de irse “por la libre” a actividades festivas en los poblados.
El asunto es que se debía proteger al brigadista, velar por su seguridad y su formación revolucionaria, tomando en cuenta que la tarea era muy dura y los caminos estaban atestados de peligros, como es el caso de los reptiles, bestias, senderos sinuosos y quebradas muy peligrosas, por las fuertes corrientes, que cobraron valiosas vidas, incluyendo una en Río San Juan, de la que antes les hablamos.
La actitud rectilínea de Paladino, en cuanto a la disciplina en la tropa, se “ganó” el cariño de algunos brigadistas que hasta le compusieron una curiosa y sarcástica canción. Al estilo merengue le cataban “Chibolón” ¡que malo eres!.
El merodeador de Melchorita y Las Azucenas
Cuando los brigadistas comenzaron a instalarse, en el primer mes, nos llegó comunicación a la base del Estado Mayor del EPA, de un sujeto de la tercera edad, pero en concisiones físicas saludables y fuerte, se dedicaba a merodear a las alfabetizadoras.
Nos informaron que les salía en los caminos, en las quebradas y hasta que las espiaban cuando se bañaban. Ante tal situación, nos coordinamos con el jefe del EPS, quien, como siempre, de manera personal, nos atendía.
Tomamos una camioneta toyota de doble tracción, propiedad del EPS y nos trasladados al lugar donde supuestamente estaba el merodeador que metía en miedo, sobre todo a las muchachas.
En el camino, según Estrellita Maltez nos vio y criticó por andar en vehículo mientras ella andaba a pie. No sabía nada sobre la misión que llevábamos con el jefe del Ejército. Preguntamos por el sujeto a unos brigadistas y nos dieron señas de donde lo habían visto.
Logramos ubicarlo y apresarlo. El tipo tenía una mirada muy rara, dejaba ver que su mente no estaba bien y podría significar un peligro para los alfabetizadores, sobre todo las muchachas.
Poco después fue puesto en libertad y advertido de alejarse de los brigadistas. Al sujeto, la última vez que lo vi, andaba merodeando en los contornos de la base del EPA, pero no le dimos mucha importancia a su actitud. Después no supe nada más del merodeador de Melchorita.
Próxima entrega: El largo viaje a Mata de Maiz.