*El artista, en vida, lamentó mucho que en el Jockey Club un albañil destruyera un mural que pinto con mucha pasión y cariño, y que ahora podrían lucir con mucho orgullo
Por Arnulfo Agüero
Nuestro más prestigiado pintor nicaragüense y una de las más importantes figuras del arte latinoamericano del siglo XX, Armando Morales (1927-2011), falleció el miércoles 16 de noviembre 2011, en la madrugada, en un hospital de Miami, confirmó Javier Morales, pariente cercano.
Por su parte Luís Morales Alonso, codirector del Instituto Nicaragüense de Cultura, dijo que ha estado hablando con Adán Morales, primo del artista, así como con otros familiares para ver detalles de sus funerales, en Managua y Granada.
En 1956 recibe el Premio Centroamericano en pintura "15 de septiembre", por su obra Árbol Espanto, Guatemala. 1959, el Premio Ernest Wolf, al Mejor Artista Latinoamericano, V Bienal Sao Pablo, Brasil.
Es premiado en Madrid España en 1963, y en 1964 recibe el galardón internacional: el "JL Hudson & Co." Premio en el Carnegie International de Pittsburgh. En 1966 gana el "Industrial Tandil", Premio en la III Bienal de Córdoba Argentina.
En los años ochenta fue agregado cultural del Consulado de Nicaragua en Nueva York. Y en 1982 el gobierno sandinista le otorga la Orden independencia Cultural Rubén Darío.
Este año ArtAcatos le publica los tres primeros tormos de su catálogo razonado, el que llegará a tener cinco, reuniendo sus obras completas.
Entrevista al pintor granadino más galardonado y mejor pagado de América latina
Por: Arnulfo Aguero
Alejado de la vida social, medios de comunicación, exposiciones de arte, Armando Morales (Granada, Nicaragua, 1927), reaccionó a las entrevistas, concede hablar de su vida y pintura. A sus 84 años, ha reunido sus pinturas: selvas amazónicas, desnudos, arte sacro, litografías, abstractos, bodegones y dibujos que serán publicados en un catálogo de obras completas.
Luego de haber sufrido una dolorosa caída que lo dejó movilizándose en silla de ruedas el año pasado, el proyecto principal de Morales es pintar y entre ellos los tomos que documentan tres décadas (1974-2004) de su arte pictórico.
Le llevó 20 años preparar esta primera edición a ArtAcatos, ahora se encuentra en exhibición en galería Pléyades, así como en museos y librerías de Estados Unidos y Europa, además espera completarla con dos tomos más que reunirán la primera etapa y la más reciente de su pintura y dibujos.
La monumental obra del granadino ha sido reconocida por escritores y críticos internacionales de arte: Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, David Graven, Mirta Blanco, Edward Sullivan y George Raillard, entre otros.
Recorrido por el arte
Nace el 15 de enero de 1927.
Se inicia con las enseñanzas de Augusto Fernández, el alemán Rechmitzy y Rodrigo Peñalba.
En 1938 pinta sus primeros paisajes. En Nueva York cursa la becas del Consejo Americano de Educación, la Fundación Guggenheim y del Instituto de Arte y Diseño Pratt.
En 1956 recibe el Premio Centroamericano en pintura 15 de Septiembre, por su obra Árbol espanto, Guatemala.
En 1959, el Premio Ernst Wolf, el Mejor Artista Latinoamericano, V Bienal Sao Pablo, Brasil.
Es premiado en Madrid, España, en 1963 y en 1964 recibe el galardón internacional: el JL Hudson & Co. Premio en el Carnegie International de Pittsburgh.
En 1966 gana el Industrial Tandil, Premio en la III Bienal de Córdoba Argentina.
¿Qué ha significado la pintura a lo largo de su vida?
Siempre me ha gustado pintar y me ha ido muy bien, lo que he querido pintar lo he pintado. García Márquez lo dice bien en un artículo sobre mi pintura.
¿Su catálogo ha sido editado en tres tomos, Mariana me ha comentado que va por otro más?
Sí, vamos a publicar un cuarto libro, no sé aún cuándo va a salir. He estado trabajando desde los años que don Rodrigo Peñalba era director de la Escuela de Bellas Artes (desde 1941).
¿José Gómez Sicre fue, además de Peñalba, clave para usted?
Sí. Era un gordo un simpático y amigo de Peñalba, se hizo amigo de nosotros y nos ayudó mucho, también ayudó a pintores como José Luis Cuevas y al colombiano Alejandro Obregón, que tenía una obra estupenda.
¿En Francia tiene otras experiencias afortunadas?
Esto fue años después en Francia e Inglaterra, Nueva York y Nueva Orleáns y en otros lugares. En Francia (años sesenta) tuve una buena entrada con el director de la galería Claude Benard (con el mismo nombre).
Me fue muy bien, él me ayudaba y yo le ayudaba. Me quedé en París y participé en el Festival Internacional de Arte Contemporáneo (FIAC). Así exponiendo en otras FIAC me fui haciendo un nombre en París.
Después volví a Nueva York, donde había estado al comienzo, en situaciones incómodas por la nieve. Después volví a París y así estuve alternando. En Nueva York conocí a Lee A. Ault, con él me fue bien en su galería en Cincinnati después con Alfredo Bonino me fue mejor porque este tenía relaciones comerciales en Buenos Aires y Brasil.
Después de esto realicé un viaje muy largo por las amazonas del Brasil, en Belém do Pará, en la desembocadura y es un lugar importantísimo, y ahí me instalé otro tanto, y después fui a otro lugar, Recife (la Venecia del Brasil).
Después como me fui quedando, en esos días ocurrió un accidente aéreo, iba a ir en ese vuelo pero tomé el siguiente. Llegué tarde al aeropuerto que estaba vacío, la gente se había ido en el avión que se había caído. Bueno, se mataron todos, no sabía nada de eso.
Tomé el otro avión y al llegar a Río de Janeiro tomé un taxi y su chofer, un carioca, me preguntó si me había dado cuenta de la hecatombe, le dije que no.
Mis comentarios llegaron al periódico O Globo (El Globo del Brasil) y pusieron una nota escandalosa que decía: “Artista que se escapó del accidente del Scania relata su horrible experiencia… etc.”, y me tomaron la peor foto que es la más vistosa, donde salgo con los ojos así (asustados). Otro que iba a ir en ese vuelo era José Luis Cuevas.
Sus obras reflejan las selvas amazónicas, ¿cuál ha sido su motivación?
Viajé a casi todas las selvas, sobre todo en Iquitos, un puerto del Perú, y tiene su cementerio de barcos (como el que ha pintado en su reciente pintura), es un espectáculo hermoso, es como ver una jaula de barcos, enrojecidos por el óxido y atrapadas por las lianas.
Me acuerdo que me puse a nadar frente a esto y me dijeron que era un buen nadador. Y después me di cuenta que en ese lugar que me había bañado era un sitio donde había más pirañas y creí que era el lugar más sano porque era calmo.
¿Cómo surge su serie La saga de Sandino?
La saga de Sandino no tiene nada que ver con que haya sido representante ante la OEA. Soslayé el asunto de Sandino porque a él lo vi vivo el propio día que lo mataron. Él llegó casi a mediodía a una tienda de ropa de caballeros, de don Alejandro Vargas, me queda la duda de su nombre. Él le invitó para darle un reconocimiento por la paz y le regaló prendas de vestir.
Esta tienda quedaba enfrente a la tienda de mi padre, Ferretería La Llave. Mi padre me llamó y me dijo: “Vení ve a los bandoleros”. Estamos hablando de 1934, tenía 7 años.
Una cosa que me impresionó mucho fue ver los cordones de sus botas que eran larguísimos. Su forma de vestir era catrín y en el Salón Rosado de Rosa Doña un fotógrafo local le tomó una foto, me imagino que ha de haber sido de La Noticia, porque quedaba cerca.
Lo pinté porque tenía una vista agradable y le agregué un perro, que es como un diablo, traición pues. Y Sacasa lo había invitado a cenar esa noche y él fue, de ahí no volvió vivo. Esa memoria me quedó, como una de las últimas personas que lo vieron vivo.
Su período de la abstracción tiene repuntes interesantes, como cuando fue premiado en Guatemala por su obra Árbol espanto , ¿qué dice?
Hice un viaje al puerto de Altagracia, acompañado del Diablo Zelaya, su hermano el Diablito, Jaime Oyanguren y yo, y a bordo de una lancha que se llamaba la Juanita, y naufragó frente a la costa y ahí dormimos mal, con unos monos y culebras, y al día siguiente nos regresamos a Managua.
Fue en este viaje que caminando por Altagracia vi una cosa muy extraña frente a mí, que fue lo que pinté y titulé Árbol espanto , que era como una cáscara de árbol plateado con aspecto de misterio. Con ella participé en la bienal en Guatemala y me dieron un buen premio. Todo esto me fue consolidando en la repisa del prestigio internacional.
A comienzos de esta década realizó un pequeño mural en el Cocibolca Jockey Club, de Granada, ya no está, ¿cuál fue su fin?
No está, lo destruyeron. Granada siempre me ha interesado mucho como tema porque hay una frase que dice: “Aquí fue Granada”. Yo defendía mucho la ciudad en ese tiempo, y yo decía: “Aquí es Granada”, entonces lo hice sobre estas ideas, y lo destruyeron porque el albañil que estaba haciendo el trabajo le importaba verga (ríe con ironía y protesta) y lo echó abajo.
Me da risa porque así son las cosas en Nicaragua. Fui a reclamar a la Alcaldía y a los socios y cayó en la nada y dejé constancia de mi protesta, en dos palabras les dije: “Ustedes son unos imbéciles. Era una cosa que era valiosa y lo perdieron por bruto, por babosos, por brutos”.
A inicios de esta década el cardenal Miguel Obando quería murales o pinturas de gran formato para la Catedral Metropolitana ¿qué pasó con este encargo?
Fuimos donde el cardenal acompañados de Alejandro Gómez, nos recibió favorablemente. “¡Ah qué bueno, lo felicito señor Morales!”, todas las cosas que se dicen, pero después me di cuenta que cuando él pasaba las páginas (del catálogo de obras realizadas) evadía las que tenían desnudos. Me dio risa.
Armando Morales: Arte sin tiempo
Arnulfo Agüero
El 24 de octubre de 2011 firmó su última obra, una selva tropical en verdes musgo atrapando un cementerio de barcos enrojecidos por los óxidos rojos y naranjas. Esta imagen metafórica sobre la vida envolvente y peligrosa fue reconstruida plásticamente y tenía como referente las selvas de Iquitos, un puerto de Perú.
Para este maestro del arte latinoamericano que viajó por las selvas amazónicas desde los años sesenta y por las selvas de cemento de Estados Unidos y Europa en las décadas siguientes, su arte estaba en su memoria y en la forma de perennizarlo en la pintura para ser vista sin tiempo y sin prejuicios.
Desde sus propias pasiones y lecturas, las selvas tropicales fueron siempre un espectáculo viviente que lo sedujo, ver barcos enjaulados por las lianas enmarañadas, era ver el realismo mágico más impresionante.
En una entrevista a Literaria de LA PRENSA el pasado 12 de noviembre, habló de sus paisajes agrestes, misteriosos, profundos. Era como hablar de la vida misma pletórica de peligros, pasiones, hermetismo, y belleza.
Otros de los temas conversados fue La saga de Sandino , su martirologio, su fusilamiento, la traición y la muerte; posiblemente su más grande obra de arte histórico, jamás realizada por pintor nicaragüense.
Proyectos
En el 2004 conoció a Mariana Benítez, mexicana, con quien se casó y procreó dos hijos. Desde entonces fue su asistente y le asistió en la publicación del Catálogo razonado Armando Morales.
Esta obra monográfica que había planeado presentar el año próximo en el Teatro Nacional Rubén Darío documenta visualmente tres décadas (1974-2004) de su arte contemporáneo fue editada por ArtAcatos y se encuentra exhibiéndose y a disposición del público coleccionista en galería Pléyades, así como en otros museos y galerías del mundo.
En sus páginas, firmas prestigiosas comentan el imaginario pictórico de Morales. Entre los que elogian su obra se encuentran críticos y escritores como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, David Graven, Mirta Blanco, Edward Sullivan y George Raillard, entre otros.
Luego vinieron las reflexiones sobre qué le motivó pintar Árbol espanto , Premio Centroamericano en pintura, 15 de septiembre de 1956.
Este era su período de abstracción, del cual años posteriores se alejó. La realidad imaginativa siempre lo atrapó, a pesar de haber explorado la abstracción figurativa, o bien el surrealismo, con elementos de pintor italiano Georgio d´Chirico.
Siempre confesó sus influencias, de este y otros pintores, también dijo nunca tenerle miedo. Cuando hay creación, memoria, calidad en la paleta del oficio el pintor, puede crear su propio universo. Y sí que lo hizo.
Su ascenso a la “repisa internacional” a como acostumbraba decir, era indetenible. Su afán de llevar a Nicaragua a la gran esfera del arte internacional lo condujo a las capitales de Francia, Inglaterra, y a ciudades como Nueva York, Nueva Orleáns.
Sus últimos cuadros
En el estudio de su casa en Granada, todavía se encuentran cuadros de alta calidad plástica y de gran formato, como La anunciación, pintado sobre varias capas y en su estilo único de raspado de texturas.
También algunas obras de selvas, así como el último boceto que dejó en un caballete especial que mandó a construir para seguir trabajando hasta las últimas horas de su vida. Armando nunca dejó de pintar, aún en las situaciones más extremas.
A finales del año pasado había quedado incapacitado, no obstante su terquedad lo hacía seguir pintando y preparando la publicación de sus obras completas.
De su ciudad amada, Granada, de la cual pintó barcos, muelles y trenes, se fue, no sin antes dejar su reclamo y patentizar su enojo y dolor, cuando fue destruido el único mural que realizó en su vida, pintado hace unos años atrás en el Cocibolca Jockey Club de Granada. “Era una cosa valiosa y la perdieron…”
Sus temas pintados, además de las selvas, fueron los desnudos. Sus estudios de la figura femenina son un verdadero tratado de la anatomía, con las más diversas aplicaciones cromáticas y composiciones. Esta técnica pictórica también puede apreciarse en sus bodegones de naturalezas muertas.
En el 2004 conoció a Mariana Benítez, mexicana, con quien se casó y procreó dos hijos. Desde estos años fue su asistente y le asistió en la publicación del Catálogo razonado Armando Morales.
Esta obra monográfica que había planeado presentar el año próximo en el Teatro Nacional Rubén Darío documenta visualmente tres décadas (1974-2004) de su arte contemporáneo fue editada por ArtAcatos y se encuentra exhibiéndose y a disposición del público coleccionista en galería Pléyades, así como en otros museos y galerías del mundo.
En sus páginas, firmas prestigiosas comentan el imaginario pictórico de Morales. Entre los que elogian su obra se encuentran críticos y escritores como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, David Graven, Mirta Blanco, Edward Sullivan y George Raillard, entre otros.