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EFE
La Casa Blanca evitó hoy comparar la situación de los inmigrantes centroamericanos que resultan deportados de Estados Unidos con la de los refugiados sirios que EEUU pide acoger en todo el mundo, e insistió en que las personas que son expulsadas del país se han beneficiado antes del «debido proceso».
«Es difícil comparar esas situaciones» de los migrantes centroamericanos y los refugiados sirios, dijo el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, en su conferencia de prensa diaria.
«Hemos tratado de afrontar las causas de raíz de la migración en Centroamérica de una forma que simplemente no es posible en un lugar como Siria», agregó.
Earnest respondió así a la pregunta de si las inminentes redadas que, según informaciones periodísticas, van a afectar a decenas de madres y niños centroamericanos que están sin documentos en el país, pueden restar credibilidad al llamado del presidente Barack Obama a los países europeos para que acojan a refugiados sirios.
Obama se comprometió a acoger a 10.000 refugiados sirios en EEUU antes de que acabe septiembre, aunque el proceso está avanzando muy lentamente y, hasta ahora, solo se ha admitido en el país a 1.736 de quienes huyen del conflicto en el país árabe, según indicaron hoy varios senadores demócratas en una carta al mandatario.
El portavoz recordó que esos 10.000 sirios entran dentro de un tope de 80.000 refugiados de todo el mundo que puede acoger Estados Unidos este año fiscal, y que eso «podría incluir potencialmente a refugiados de Centroamérica», pero eso «requeriría que atraviesen un complejo proceso» de controles de seguridad y evaluaciones legales.
«Lo que hemos tratado de hacer es facilitar que los individuos en una serie de países centroamericanos puedan solicitar ese estatus (de refugiado) sin siquiera abandonar su país (…) y ese proceso no puede existir en Siria porque prácticamente nadie puede trabajar con el Gobierno central allí», sostuvo Earnest.
«La situación en un lugar como El Salvador u Honduras también es difícil, y hay gente que afronta terribles circunstancias en esos países, pero al menos hay un Gobierno central allí con el que Estados Unidos puede trabajar para remediarlo», agregó.
Earnest defendió que todos los migrantes centroamericanos que van a ser deportados han pasado por un «debido proceso» en tribunales de inmigración y «todos sus reclamos pendientes de asilo o alivio humanitario ya se han agotado».
El Departamento de Seguridad Nacional explicó la semana pasada que los individuos que están bajo el ojo de las autoridades migratorias son los que cruzaron la frontera después del 1 de enero de 2014, han recibido una orden final de deportación de una corte migratoria y no tienen pendientes peticiones de asilo humanitario.
Entre esos indocumentados que llegaron en el último año y medio están los miles de niños que cruzaron solos la frontera durante el verano de 2014 intentando huir de la violencia y la pobreza en sus países de origen, en su mayoría El Salvador, Guatemala y Honduras.
Earnest confió en que las redadas «envíen una señal clara a todo el mundo, particularmente los individuos que consideran enviar a sus hijos ilegalmente a Estados Unidos, que esa es una muy mala idea», porque «la idea de que se les permitirá quedarse aquí es falsa».
Las informaciones sobre las próximas redadas han generado el rechazo de varias organizaciones de defensa de los inmigrantes y de los congresistas que componen el caucus hispano del Congreso.