Granada, Nicaragua
Por Augusto Cermeño
Cuando era un joven estudiante universitario, en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), bajo la influencia de la propaganda revolucionaria, que caló en mí hondamente, siempre quise saber lo que se sentía ser un guerrillero en las montañas.
Vivir como ellos, sufrir como ellos, vestir como ellos, comer como ellos, bañarme en las quebradas, cricket y en los ríos, dormir en pequeñas champas improvisadas, teniendo como colchón natural la hierba que crece bajo la tenue brisa de la montaña; entrenar como ellos y combatir como ellos.
Era la idea románica del ser guerrillero revolucionario, amante de la idea de libertad, igualdad, solidaridad, amor, paz, pan y trabajo para todos. Todo eso pasaba por mi mente y cuando el Comandante Guerrillero Omar Cabezas Lacayo, escribió “Y… la montaña es como una inmensa estepa verde, reforzó mis pensamientos románticos del guerrillero en la montaña, ya en los días de la Revolución triunfante
Omar mostró a todos el rostro del guerrillero, su carácter campechano y chabacano, afable y honesto en todo el sentido de la palabra; capaz de matar por una causa justa y perdonar, cuando la justicia y el derecho así lo exigen. Quizás Omar, ahora, nos muestra el otro rostro del guerrillero, que es cuando logra alcanzar, apenas, el poder deseado para seguir empujando el carro de la historia hacia otras metas, otros derroteros.
Es posible que ocurra lo inesperado, que el guerrillero que semejaba a un santo ahora revele su verdadero rostro humano, con defectos como todo el mundo, como el caso de los cerditos en “Rebelión en La Granja”, donde los cerditos se convirtieron en lideres de los animales y una vez que logran triunfar, ellos quieren vivir como los seres humanos y así lo hacen, lo que generó inconformidades entre los animales y generó lo que llamamos “contra revolución”. Tristemente,los animales se dieron cuenta que los cerdos los estafaron políticamente.
En el caso de Nicaragua, la Revolución no logró su objetivo porque fallamos en muchas cosas, pero principalmente el liderazgo se acomodó, se aburguesó y finalmente se ha consolidado como una elite privilegiada que tiene lo que cualquier millonario en dólares pueda soñar y comprar con dinero constate y sonante, mientras una gran mayoría de la población sueña con un trabajo y una paga justa en el momento justo.
Esa elite, que hace lo que los cerditos, está trabajando fuerte por hacer sentir a las grandes mayorías hambrientas y sedientas de justicia y de respeto a sus derechos, que tienen opción a algunos privilegios, como algunas regalías que no logran transformar el estado de injusticia social que se vive en Nicaragua.
Esto no deja de sonar bien, porque hasta ahora, en Nicaragua no surge una alternativa que realmente de opciones de desarrollo a Nicaragua, a todos los nicaragüenses. Los llamados “demócratas”, hasta ahora se les identifica, por esos largos 16 años gobernando el país, que son gente que de manera descarada dilapidan recursos, riquezas, con la mentalidad de que “ahora nos toca a nosotros…”. Por eso, hasta ahora los cerditos son la mejor opción.
Bueno, se preguntará el lector: ¿qué tiene que ver eso con la Cruzada Nacional?, tiene que ver mucho, porque es ese espíritu revolucionario anidado en muchos jóvenes el que nos movió, en nuestro tiempo, cuando conocimos de esa lucha, de esas banderas tan hermosas, llenas de consignas revolucionarias, melodías y canciones, himnos e ideas de que cambiarían el estado de cosas en Nicaragua. Ese pensamiento de Carlos Fonseca, de que la idea “no es un cambio de hombres en el poder, es un cambio de las estructuras de poder” y de actitudes, seguramente pensó el gran jefe revolucionario que murió en las montañas de Ziníca, el 7 de noviembre de 1976.
Me fui a la Cruzada Nacional, al frente de los 2 mil muchachos del Ejército Popular de Alfabetización (EPA), que en Río San Juan demostraron de qué madera están hechos, de la mejor, todos demostraron que podían y lo lograron, porque, incluso, fue Río San Juan el primer Departamento declarado “Territorio libre de analfabetismo”. Cuando me embarqué me di cuenta de la gran responsabilidad descargada sobre mis hombros, y me esforcé por cumplir, por no decepcionar a mi familia y a mi pueblo.
De Las Azucenas a Mata de Maíz: Las tierras donde corren los ríos de leche y miel
Con la convicción clara de que el futuro para todos sería mejor. Como ese pasaje bíblico en el que el pueblo judío luchó por la promesa divina, de un único Dios, que le premiaría sus sacrificios y fidelidad al Padre Eterno con una tierra donde corran ríos de leche y miel. Tierras donde la vida fluya en todo lugar donde la vista se pose.
Dios cumplió a los fieles, no así a los infieles, los que prefirieron adorar al becerro de oro y dedicaron sus vidas al desorden, el bacanal y las orgías. Todos esos fueron pasados a cuchillo y espada, mientras a otros se les prohibió la entrada a la tierra prometida. Pasaron 40 años morando en el desierto hasta que murieron.
Estas cosas se me vinieron a la cabeza cuando me dirigía a Las Azucenas, y de ahí a Mata de Maíz, donde teníamos un alfabetizador enfermo y debíamos ver su estado. Si estaba mal, debíamos trasladarlo a San Carlos, donde tendría buena atención médica.
En Las Azucenas, conversé con Fernando Paladino, uno de los mejores jefes de brigada de la Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA) en Río san Juan, miembro del Estado Mayor del Departamento, del que yo era el jefe.
Hablamos sobre la situación de los más de 400 brigadistas tendidos en las diferentes comarcas, de los que debíamos conocer su estado de ánimo, su moral y disposición al combate contra la apestosa ignorancia.
Fernando me propuso realizar un recorrido que nos permitiera visitar a brigadistas ubicados en la profundidad de la montaña y, siendo el que más preocupaba el que residía en Mata de Maíz. Ese día pasé la noche en Las Azucenas y al amanecer partimos hacia esa comarca que Paladino me mostró en el enorme mapa que él había improvisado, donde tenía el control geográfico de su tropa.
En la madrugada, a eso de las 4 de la mañana salimos del lugar. Caminamos tres días con sus noches, para llegar a Mata de Maíz. El camino fue tortuoso, lleno de pantanos, quebradas y cricket. En el camino vimos de todos los tipos de serpientes que se reproducen y viven en las selvas tropicales, que se puedan conocer en el Natural Geographic Channel.
Esas tierras “inhóspitas” son realmente las tierras promisorias, aunque no sé si en la actualidad pueda decir lo mismo, por tanto despale indiscriminado que hemos visto en esas bellas tierras, tan llenas de vida, tan hermosas, similares a la tierra prometida por Dios al pueblo de Israel.
En esas tierras la vida aflora por todos lados. Lo que se siembra nace y los animales vivían, en 1980, a sus anchas. Pavones, codornices, gallinitas silvestres o gallinas de Guinea, se ven correr en los caminos y perderse entre la verde maleza. Los caminos están llenos de flores, de árboles inmensos, tan altos como una montaña y tan gruesos que diez hombres difícilmente los abrazan. Según lo he conocido, en mi vida de periodista es que esos increíbles árboles, muchos de ellos, han caído, han sido derribados y convertidos en muebles, casas, pisos y todo lo que se puede hacer con la madera preciosa. Muchos pisos en Estados Unidos se han hecho con madera preciosa nicaragüense. Es un negocio jugoso que unos cuantos disfrutan, en detrimento de todo un pueblo.
Cuando trabajaba para EL NUEVO DIARIO, hace unos 6 ó 7 años, escribí más de dos docena de reportajes sobre el despale en Río San Juan, porque las tucas aterrizaban en las costas de Granada, con destino a los aserraderos o a la Plywood de Nicaragua.
Recuerdo que el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (MARENA) e Instituto Nacional Forestal (INAFOR) solo detenía los carretones con leña, cortada de arbustos o de árboles no maderables, útiles para el fogón. Los grandes furgones cargados de tucas, pasaban de viaje, hasta diciéndole adiós a los delegados del MARENA e INAFOR.
En el camino de Las Azucenas a Mata de Maíz, una comarca colindante con Nueva Guinea, observé muchas cosas, miré con detenimiento lo que nunca había visto, aunque cuando niño visité las montañas de Chontales, con mi padre, pero en las montañas de Río San Juan parecía que era donde se encerraba la vida.
Y considero que esa región nicaragüense, aún sigue teniendo mucha importancia como un recurso natural que debemos cuidar, no dejar que lo manoseen vecinos que tienen la costumbre de destruir para amasar fortunas personales y seguir haciendo lo mismo, en un circulo vicioso interminable, que solo terminará cuando la tierra se rinda ante los malos actos de quienes tienen la tierra por hogar y la maltratan.
Debemos cuidar lo nuestro, debemos defender lo nuestro, contra todo el que pretenda despojarnos de manera abusiva y caprichosa. Son las cosas que es importante concluir, ahora, ante tanta barbarie con nuestros recursos, y ante las tropelías de nuestros vecinos del sur.
Un rancho campesino en el camino
En el camino a Mata de Maiz, pasamos por varios ranchos campesinos, donde fuimos bien atendidos. Esto, a pesar de que se había desatado una campaña en contra de la Cruzada Nacional de Alfabetización, que perece no surtió el efecto deseado para quienes adversaban la Revolución Popular Sandinista.
Enseñar a leer a un pueblo, significaba para las clases dominantes, llamadas oligarquías, en ese tiempo, que las personas históricamente marginadas, sus peones baratos, mano de obra barata, domesticas baratas, personas descalzas y desarrapadas que estaban resignadas a esa vida de miseria, podían despertar de su letargo y pedir más para sus vidas y las de los suyos a cambio de su trabajo. Significaba que de este momento histórico en adelante no firmarían estampando el dedo gordo en el papel, sobre algo que desconocían porque no podían leer. Pasaban a ver lo que antes no veían y tomar decisiones correctas, en beneficio propio.
Estratégicamente, la alfabetización, como una acción educativa abría los ojos y la mente al pueblo sometido, sobre todo por su ignorancia. Muchos iban a las guerras porque así lo disponían sus patrones, no por una verdadera convicción.
Todo eso llevó a un cambio que, desgraciadamente, se derrumbó por los malos actos de quienes la Revolución les confió responsabilidades muy importantes, estratégicas, que manejaron con un sentido personal, y egoísta, que solo contribuyó a crear una nueva clase social dominante, una especie de aristocracia “revolucionaria”, que se vino quedando con todo.
El campesino y el obrero agrícola
En los ranchos conocimos un poco del sistema de vida campesino. Nos dimos cuenta que el campesino es el que trabaja la tierra y vive de ella. Con sus animalitos, sus vacas, sus gallinas, sus cerdos, su perro, importante para la caza, para llevar carne de monte a casa; el que siembra la tierra, cosecha sus frijoles, su arroz y su maíz, fundamentalmente. El campesino solo necesita del azúcar, el café y la sal. El resto lo obtiene de la tierra. Ahora, con eso de la contaminación las cristalinas aguas de las quebradas se han oscurecido, pero deben persistir muchas de ellas, como en el principio de la vida.
Pensando en voz alta, estoy convencido que no hay campesino pobre, solo hay campesino (a), el hombre que está muy ligado a la tierra. Muchos hablan de “campesinos” cuando se refieren a obreros agrícolas, que son una clase social muy diferente, con ideas diferentes, con intereses diferentes.
El obrero agrícola piensa en sus horas de trabajo, piensa trabajar menos, en salario, rendir menos, porque “después de todo ni mía es la tierra”. El obrero agrícola trabaja pocas horas en el día y el campesino trabaja su parcela desde que amanece hasta que anochece, solo que todo lo que produce es para él y su familia.
En uno de los ranchos donde nos alojamos, en el camino a Mata de Maíz, para pasar la noche, nos atendieron muy bien, nos dieron un lugar donde dormir: en una especie de granero, donde el señor almacenaba su comida, las mazorcas de maíz y el frijolito.
Les confieso que no dejó de hacerme sentir un poco mal, por la incomodidad, la picazón de la pelusa de las tusas que cubren la mazorca, la abundancia de alacranes en esos sitios, más cualquier otro bicho que generalmente pulula en esos rústicos almacenes campesinos.
El agotamiento de una larga jornada venció los pensamientos negros que se asomaron en mi mente y dormí placenteramente, hasta que los rayos del sol invadieron la troje (como se le llama a esta bodega de comida). Al salir, hablamos con la familia campesina anfitriona, de nuestra labor, dando la impresión que les gusto que jóvenes llegados de la ciudad anduvieran haciendo tantos sacrificios por quienes estaban en tierras históricamente marginadas de todo.
Desayunamos como Dios manda, con un par de huevitos revueltos, frijoles, cuajadita, leche, una hermosa tortilla caliente, bien gruesa; que nos dejó bien forraditos y listos para seguir el camino a Mata de Maíz.
El campesino, del que no recuerdo el nombre, nos enseñó, además, a procesar la caña para convertirla en dulce o en guaro de monte. De modo que ellos resolvían la falta de azúcar con dulce de caña y la bebida espirituosa la sacan también de la caña, para alegrarse de vez en cuando.
Seguimos nuestro camino a Mata de Maiz y llegamos ya al atardecer, de un día de abril, que no puedo recordar. Las lluvias estaban comenzando, porque en esa zona, en ese tiempo, llueve 8 meses al año. Cuado no hay lluvia la humedad persiste.
El joven brigadista, al que fuimos a ver realmente estaba enfermo, pero no de gravedad, como pensábamos. El asunto se resolvió y al día siguiente regresamos a Las Azucenas, con el placer del deber cumplido. El muchacho estaba en manos de una buena familia campesina, en una comunidad próxima a Nueva Guinea.
Próximamente: Estímulos, principios (Telegrama del padre Fernando Cardenal autorizando permiso a un brigadista) y decepciones: El Asalto al Banco de El Almendro, puso fuera de la Ley a un Jefe del EPA
Recuerdos de la C. N. A. 1980
Por: Elvis Hernández Lazo
LA LLEGADA
La noche antes de la partida, creo recordar la fecha 24 de marzo 1980 fuimos estremecidos por una noticia horrorosa, en El Salvador habían asesinado el obispo Oscar Arnulfo Romero. Fuerzas oscuras de la política del momento ejecutaron semejante maldad. Eso llevo a mi familia a tener más preocupación por nuestra partida. El día siguiente, centenares de jóvenes nos concentramos en la calle frente al Cuerpo de Bomberos, ya que la casa de la Juventud Sandinista 19 de julio estaba ubicada donde hoy es el hotel Casa de Alto de Enacal media al sur.
Marchamos jubilosos en una alharaca de cantos y consignas alusivas a enterrar la ignorancia. Puño en alto libro abierto… mientras nos dirigíamos al único muelle de la ciudad.
No sé todavía cuantos marchamos a Río San Juan ese mediodía del mundo, pero creo que éramos mas de 500 chavalos y chavalas. Muchos no habían salido mas que a las pulperías del barrio y ahora partíamos al otro lado del lago, donde nos esperaban parte de la otra mitad de nicaragüenses que no sabían leer ni escribir.
Abordamos el lanchón El Ometepe, el viaje fue lento y efusivo en las dos primeras horas, tenso y hamaqueado en las tres siguientes y desesperante en el resto de la noche. Jugamos a Rodrigo de Triana quien mirara tierra primero.
Llegamos a San Carlos como a las 10 de la mañana del 26 de marzo, nuestros ojos miraron por primera vez al majestuoso Río San Juan. La mitad de los alfabetizadores desembarcó en San Carlos desplazándose en las Comarcas río abajo. Las Azucenas, Melchora, Palo De Arco Santa Fe donde había un tigre, La Ñoca, El Castillo y comarcas impenetrables en la profundidad del corazón de las selvas Meso Americanas. La otra mitad de la tropa cultural partimos hacia San Miguelito, fue traumático abordar otra vez al tortugón flotante por mas de 5 horas para pisar tierra firme de nuevo.
Llegamos a las 6 de la tarde del 26 de marzo, muy cansados, hambrientos y mareados por haber pasado más de 30 horas abordo del Ometepe. Dormimos en la escuela del pueblito mas encantador que había visto en mi vida. La paz y tranquilidad emanaban en todo lo que se podía ver y tocar.
Seis meses duró la experiencia mas linda de los jóvenes que todavía teníamos el olor a pólvora por haber derrotado al somocismo, ahora con cotona gris y blue jean azulón campana, con una mochila de salbeque llena de lápices, cuadernos y voluntad de cumplir con una hazaña que es la fecha y es ejemplo mundial para las futuras generaciones del planeta.
Gracias y muchos saludos a los miles de héroes que ahora rondamos entre los 45 y 50 años que tuvimos la suerte de vivirlo para contarlo.
Hasta la próxima entrega con EL REGRESO.