Nacional
Granada, Nicaragua
Por: Uriel Castillo Gómez
4 de Febrero 2024
Rubén Darío muy tempranamente aprendió a tomar licor en León siendo él un jovencito de unos 13 o 14 años. Él se le escapaba a su tía Bernarda por las noches. Buscaba las serenatas, buscaba las velas, y en todos esos sitios había licor y él comenzó a beber ahí, después nunca paro de beber.
En el año 1914 ya se miraba que las naciones europeas se estaban alistando para la Primera Guerra Mundial, ya se sentía en el ambiente y él vivía en París con Francisca Sánchez, su hijito y su cuñadita María. Se traslada de París para Barcelona, y ahí él se enferma de cirrosis. Él siente la enfermedad, comienza a curarse y comienza a vender sus libros, eran libros costosos, buenos libros. Comienza a vender sus obras de arte buscando como comprar medicamentos para curase y no lo pudo lograr. Viendo que no se podía curar él le mandó una nota a doña Blanca Cousin de Zelaya, la esposa de José Santos Zelaya, que decía: “señora, enfermo y aquí no tengo a quien dirigirme solo a usted”. La dama lo hizo trasladar a su residencia y con sus cuidados, los cuidados de los hijos y los del doctor Alberto Ramírez, él recuperó la salud. Cuando ya lo curaron le advirtieron “si usted se vuelve a tomar un trago se va a morir”.
Ya lo dejó salir la señora de su casa y él en cuanto salió buscó a los amigos con los cuales bebía, porque él salió con ganas de beber. Los amigos se le apartaron y buscaron la manera como mandarlo mejor a América. Como estaba en lo fino la Primera Guerra Mundial que estaba recién declarada, los amigos le dicen “mira Rubén mejor es que te vayas para América a predicar la paz porque aquí en Europa estamos en guerra”. Y le juntaron unos billetes, le compraron el pasaje y lo despacharon hacia Estados Unidos. Llegó a Nueva York y él comenzó a predicar por la paz. Ahí fue donde él publicó ese poema que tiene por título “Pax” en latín que significa paz. Él lo leyó en la famosa universidad de Harvard de los EEUU y entonces a él después de esas conferencias que el daba, porque el dio varias conferencias sobre la paz, lo invitaban a fiestas, a recepciones y le daban todo tipo de atenciones al gran poeta nicaragüense. Hasta dio varias conferencias sobre literatura porque él hablaba bien el inglés, y en esas fiestas habían wisky, habían mujeres. Él mismo dice refiriéndose a esos días “pase unos días gratos en la tierra de Washington y Lincoln, días rubios”. Claro tenia mujeres rubias y también el wisky que también era rubio, y ahí se enferma otra vez. El gobierno de Nicaragua que ya tiene noticias que él esta en EEUU le ordena a su embajador que atienda a Rubén Darío. Lo meten al hospital y lo vuelven a curar y después lo van a montar al barco para que se venga para Nicaragua.
El barco toca puerto en Guatemala y ahí esta el presidente Manuel Estrada Cabrera que es el mismo presidente en el que se inspiró Miguel Ángel Asturias para escribir su famosa novela “Señor Presidente”. Manuel Estrada Cabrera estaba celebrando las fiestas minervinas y Rubén llega a participar de esas fiestas, en esas fiestas también había mucho licor y mujeres y aquello era un desenfreno. Otra vez bebiendo licor Rubén, cuando ya se lo habían prohibido nuevamente y ahí escribe él la ultima oda que se llama “Palas Ateneas”. Palas Ateneas es en griego, Minerva es en Roma, la misma diosa, en Roma se llama Minerva pero en Grecia se llama Palas Ateneas.
Las fiestas y los agasajos y todos los homenajes que le dieron al gran poeta Rubén Darío lo volvieron hacer caer con la enfermedad de la cirrosis, entonces él viéndose angustiado y desesperado por la enfermedad de la cirrosis llama por teléfono a su esposa Rosario Murillo y se reconcilió con ella. Rosario Murillo se mueve a Managua, llega a Corinto, se embarca, va para Guatemala, llega a Guatemala a traer a su marido y lo ve que esta totalmente enfermo, lo trae a Nicaragua, desembarcan en Corinto y de Corinto se dirigen a León. León lo recibe y le hacen un gran homenaje y entonces los discursos, los apretones de mano, todo ese ambiente festivo a él lo sofoca porque viene enfermo. Estuvo en León varios días y después disponen llevarlo a Managua a la casa que era de Rosario Murillo en la calle El Triunfo del Parque Central una cuadra al oeste, o sea, una cuadra hacia donde quedo La Prensa antes del terremoto de 1972. Al llegar a Managua él está todo sofocado, en Managua le están preparando una gran recepción y él no quiere “porque los apretones de mano, los discursos me sofocan, yo vivo a dieta rigurosa muy estricta, no soporto”.