13 diciembre 2024

Cuentos de don Macario (Relatos). Jorge Kattán Zablah. Colección Narrativa del Milenio. Clásicos Roxsil. El Salvador. Diciembre de 1999. 152 páginas.

 

Departamental 
 
Comentario de Horacio Peña
 
Con un buen humor, un fino humor que sale a borbotones, a torrentes, Jorge Kattán Zablah ha creado su comedia humana, universalizando un lugar, Cojontepeque, y universali-sando a todos los personajes que entran y salen de estos Cuentos de don Macario. Dichos personajes aparecen, desaparecen y reaparecen, y nunca desaparecerán porque son el hombre mismo y sus circunstancias.  Cojontepeque es ya un lugar mítico por la magia de la palabra de Kattán Zablah.  Mitos, leyendas y fábulas, que el autor sitúa en Cojontepeque, pero que de hecho ocurren y están sucediendo en todos los Cojontepeques del mundo, el Cojontepeque que es el mundo.

 
Ahí en la cantina,  en el paisaje abierto,  de cerros y montañas,  en la alcaldía o en el traspatio de la alcaldía,  en la iglesia o en la sacristía de la iglesia,  se desarrolla esta comedia humana.
 
De las arrugadas, amarillentas y apolilladas páginas que don Macario lleva siempre consigo salta el cuento, los cuentos que no terminan,  que Kattán Zablah escribe y continúa escribiendo: el cuento abierto, el cuento dentro del cuento. El cuento cuento.
 
El cuento,  como tal,  surgió hace miles de años, cuando los cazadores re reunían alrededor del fuego, la fogata, y contaban el suceso del día,  el suceso-cuento del día, llenándolo con la imaginación y la exageración, con la exageración de la imaginación.  El hecho,  la realidad,  estaba ahí,  pero gracias a la imaginación exagerada se convertía en boca del cazador-narrador-relator-cuentista en otra realidad:  la realidad del cuentista.
 
Kattán Zablah y don Macario no levantan los techos de las casas para mostrarnos la vida y los quehaceres, los dimes y diretes de los habitantes de Cojontepeque. Tampoco nos abren las puertas y ventanas de ese pueblo real-irreal, tal vez más real que irreal o viceversa, o sea como sea el Cojontepeque de Jorge Kattán Zablah.  En estos relatos el lector no es un simple especta-dor porque el cronista-cuentista lo zambulle de golpe y porrazo en los chismes, conciliábulos y eventos de esa vida de Cojontepeque.
 
Lenguaje-personaje-espacio-tiempo, o personaje-tiempo-espacio-lenguaje,  o cualquier otra combinación de estos cuatro elementos,  nos dan siempre un relato que ahonda en el ser humano y nos lo muestra con  “el desnudo machete de sus intereses personales”,  con toda su frágil naturaleza humana.
 
Todo y todos saltan a la farsa y a la comparsa que se esconde en esas amarillentas, arrugadas y apolilladas páginas de periódicos y gacetas  que don Macario lleva siempre consigo, por casualidad,  para aconsejarnos y aleccionarnos cada día.
 
Humor a borbotones,  a torrentes;  pero no nos equivoquemos.  Flota en el aire la burbuja de la risa y la sonrisa,  pero detrás se agazapa el aguijón, la espina que hace reventar, estallar, esa burbuja,  para mostrarnos el lado oscuro del corazón y, aludiendo al título de uno de los relatos de don Macario, podemos decir que Kattán Zablah nos señala irónicamente, entre otras cosas, que “de buenas intenciones está empedrado el  camino al infierno”. 
  
Horacio Peña: Poeta, narrador y crítico nicaragüense. Catedrático de Huston-Tillotson College, en Austin, Texas.
 

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