20 enero 2025

Algunos recuerdos de la Cruzada Nacional de Alfabetización y la importancia estratégica e histórica del Río San Juan, primer Territorio libre de Analfabetismo

 

 
* Nos fuimos alegres y regresamos felices del deber cumplido
* Rio San Juan: Primer Territorio Libre de Analfabetismo
* Hernán Cortez: “El que posea el paso entre los dos océanos podrá considerarse dueño del mundo”.
* Ruy Díaz dio el nombre de “El Desaguadero” y Alonso Calero el de San Juan
* Nicaragua codiciada por potencias imperiales de la época
* La Ruta de Tránsito que vio Mark Twain
* Disputa de navegación y el Tratado Caña-Jerez
 
Departamental 
Granada, Nicaragua
Sábado 23 Agosto 2014
Augusto Cermeño
 
En esta edición de LAVERDAD republico un artículo que escribí en 2012, conmemorando la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA), al tiempo que hago alusiones históricas de Río San Juan, el territorio en el que me tocó trabajar conduciendo a más de 2 mil jóvenes soldados bien armados de un espíritu hacedor de luz, de lápices y cuadernos y de una disposición increíble; una mística radiante y una voluntad de hierro, para alcanzar la victoria sobre ese lastre que damos en llamar: ignorancia.
A nivel nacional fueron miles y miles de jóvenes estudiantes de secundaria y universitarios los que fueron y regresaron, bajaron de las agrestes montañas  con su frente en alto, orgullosos del deber cumplido, de dar su granito de arena para liberar a obreros y campesinos del odioso yugo de la ignorancia.
 
El sacrificio fue grande, no fue nada fácil haber logrado no solo vencer a la sucia y asquerosa ignorancia, sino que también vencer las grandes dificultades que se presentaron durante 6 meses de lucha permanente, bajo el ataque feroz de los mosquitos, la humedad, la lluvia permanente, las serpientes, las fieras de la montaña que en cualquier recodo podían atacar.
Los valientes alfabetizadores, verdaderos héroes de la educación y la cultura nicaragüense, dormían en cualquier parte, en un petate, en una hamaca, en un tapesco, o en una banca, pero no se rindió.
 
Jamás se rindió cuando debía caminar, por inhóspitas montañas cerradas, repletas de peligros, para llegar a las familias campesinas que debían alfabetizar, para cumplir su misión histórica, su misión sagrada de llevar el conocimiento a gente inteligente, pero marginadas del acceso a la educación.
 
Cuando bajamos de las montañas, cuando debíamos regresar, hubo más de uno, muchos, que se quedaron para echar raíces en la montaña y se marcharon de la montaña para establecerse en la ciudad e hicieron familia.
 
Otros regresaron a casa con algún trofeo propio de la flora y fauna: una lorita, un monito, una ardilla, un cusuco, una guardatinaja, una culebra domesticada, un perro, un chancho, una tajona, un sombrero, una liebre, un gato, un bastón rustico de madera preciosa, una gran melena y muchos piojos, porque en los ríos y quebradas de las montañas abunda el piojo. Te bañas tranquilamente y poco tiempo después te da una picazón brutal. 
 
De modo que muchos, por no decir la mayoría, debieron adoptar una de dos medidas: rasurarse a ras (totalmente pelón) o meterse un buen piojicida. En casa, los padres de familia no vieron con buenos ojos esos animalitos que acarrearon sus hijos de la montaña. 
 
Nos fuimos alegres y regresamos felices del deber cumplido
 
El regreso a casa, en mi experiencia personal, tanto por lo que observé como por lo que personalmente experimenté, es que la salida fue una experiencia muy hermosa, porque en todo iba la idea de un lugar, que ya sabíamos que no precisamente era el paraíso de las comodidades, pero si un paraíso natural donde la vida fluye por todos lados.
 
Cuando nos fuimos a la montaña con el mensaje del saber, había tanta disposición y optimismo, que algunos iban preparados con sus botas especiales, su hamaca impermeable, sus medicinas preventivas para la gripe, repelentes y otras cosas más. Algunos padres con posibilidades económicas prepararon bien a sus hijos. 
 
La gran mayoría se fajó con el equipo que entregó la “Cruzada Nacional de Alfabetización” uniformes, hamacas de sacos macen, mochilas de tela fuerte y zapatos, básicamente. Esto bastó para la gran mayoría de los valientes soldados del Ejército Popular de Alfabetización.
 
El regreso, la cara fue más grande, por los “trofeos de guerra”, las mascotas y los regalos que los muchachos recibieron de sus familias. Muchas familias campesinas adoptaron a los alfabetizadores como si fueran sus hijos, y en medio de su humildad, de sus escasos recursos, daban de comer a los hijos “adoptivos”.
 
Rio San Juan: Primer Territorio Libre de Analfabetismo
 
 
Yo quisiera referirme a mi Rio San Juan, un departamento que me adoptó como su hijo y me siento parte de ese hermoso territorio, que en 1980 apenas era accesible, en su cabecera (San Carlos), por una trocha, que provenía de Acoyapa, Chontales. 
Era como el último lugar de Nicaragua, tan apartado e inhóspito como el Departamento de Zelaya, ahora conocido como Zelaya Norte y Zelaya Sur. 
 
Río San Juan tiene una longitud de 200 kilómetros, nace en el Gran Lago Cocibolca y desemboca en el mar Caribe.
 
Un poco de Historia
 
En 1524 Hernán Cortés le envió una carta al Emperador Carlos V de España, exponiéndole: “El que posea el paso entre los dos océanos podrá considerarse dueño del mundo”.
 
Esas palabras fueron grabadas en piedra y determinarían, en gran manera, el destino de Nicaragua. Fueron docenas de expediciones las salieron a la búsqueda del codiciado estrecho dudoso que conectara Océano con Océano. Ese mismo año inició la colonización de Nicaragua, con la fundación de las ciudades de Granada, en Oriente, y de León en Occidente.
 
Ruy Díaz dio el nombre de “El Desaguadero” y Alonso Calero el de San Juan
 
Río San Juan de Nicaragua, fue navegado por el conquistador español Ruy Díaz, quien fracasó en el intento de explorarlo pero le dio el nombre de El Desaguadero. Catorce años después, el capitán Alonso Calero, al mando de 139 hombres, de los que sobrevivieron solamente 9, realizó la expedición iniciada en 1538 y la bautizó con el nombre de San Juan, debido a que tomo posesión del territorio el 24 de junio de 1539, día de la festividad de San Juan Bautista.
 
Alonso cruza el Gran Lago con muchas peripecias
 
Alonso escribió ese mismo año que había cruzado el Gran Lago con muchas peripecias. El bergantín de Alonso enfiló hacia la unión de dos ríos “en los que parecía el final de esta mar dulce (…) el desaguadero del mar interior y la salida al Caribe y a España. Pronto los rápidos nos obligaron a seguir a pie. Las selvas eran impenetrables. Era difícil avanzar, el barro nos llegaba hasta las rodillas y los mosquitos de la malaria no nos dejaban descansar. No debíamos detenernos, habíamos venido de tan lejos a estas tierras tan ricas y difíciles de conquistar”.
 
Viendo la importancia geoestratégica del río, los españoles fundaron San Carlos, actualmente puerto lacustre y cabecera departamental de Río San Juan. Posteriormente el río facilitó actividades comerciales entre las colonias españolas de Nicaragua, Costa Rica, la Habana, Cuba; Cartagena de Indias, Colombia y otras islas del Caribe.
 
Nicaragua codiciada por potencias imperiales de la época
 
 
Nicaragua llegó a ser codiciada por las potencias imperiales de la época, por el potencial de sus recursos naturales, pero principalmente por la posibilidad de aprovechar el curso del caudaloso río San Juan de Nicaragua, como ruta de tránsito entre el Atlántico y el Pacífico.
 
No solo los españoles usaban el río, también corsarios y piratas invadían San Carlos para saquear las riquezas, el oro y otros objetos valiosos de Granada. Igualmente se llevaban a los indígenas como esclavos. Los españoles fortificaron la región, levantando una gran fortaleza llamada El Castillo de la Inmaculada Concepción, donde se resistió la invasión de corsarios, piratas, indígenas misquitos y las incursiones inglesas. En una de ellas participó el joven teniente, futuro almirante inglés Lord Nelson, quien definió la importancia del lugar como estratégica “para partir en dos el dominio español en América”.
 
 
La Ruta de Tránsito que vio Mark Twain
 
Uno de los más famosos escritores norteamericanos Mark Twain, fue uno de los miles de viajeros que atravesaron la Ruta del Tránsito, ideada por el comodoro Cornelius Vanderbilt, como una alternativa que eliminaba 960 kilómetros de recorrido y un 5% sobre los costos de viaje a través del Istmo de Panamá, durante la fiebre del oro en California, en 1849.
 
Un extracto de lo que escribió Mark Twain: "Las perspectivas cambiantes de Río San Juan van renovando siempre el paisaje exuberante de la zona; los meandros y parajes por los que solíamos pasar presentan cada día nuevas maravillas que podían ser, elevados muros de follaje, brillantes cascadas de enredaderas que caen desde 150 pies o más para confundirse con la hierba del suelo, bellísimas cataratas de hojas verdes puestas unas sobre otras como escamas de pescados, inmensas murallas macizas de selva virgen, y luego al avanzar mirábamos un nicho vegetal como ventana gótica, con columnas y diversidad de figuras bellas y curiosas."
 
Los alfabetizadores de esta zona del país, venimos de una de las piezas más relevantes de nuestra historia, un área estratégica de Nicaragua, tan ambicionada por nuestros vecinos del sur. 
 
Disputa de navegación y el Tratado Caña-Jerez
 
El Tratado fronterizo Caña-Jerez (1858) atribuyó la margen norte y el dominio y sumo imperio sobre las aguas del río San Juan a Nicaragua y la margen sur -a partir de cierto punto- a Costa Rica y le otorgo derechos perpetuos de navegación con objetos de comercio, de un tramo del río que va desde tres millas de El Castillo hasta la desembocadura.
 
Esto nos deja claro que Río San Juan es totalmente de Nicaragua, no es binacional, no es un río compartido por dos países, como sucede en otras partes del mundo. 
 
En fin, esto es nuestra Nicaragua y debemos apreciarla y defenderla de quienes por ambiciones hegemónicas geoestratégicas quieren cercenarnos esta arteria vital de nuestra bella Nicaragua. 
 
Los alfabetizadores llegaron aleccionados, en su mayoría, de la importancia de la región, porque la vieron, vivieron en esas agrestes montañas que muy bien describe Mark Twain.
 
Los pedacitos de recuerdo que trajeron a sus casas, en Masaya, Rivas, Granada, Carazo y Managua, les permitieron fortalecer sus lazos con su gente, gente sencilla, acostumbrada a vivir de la caza, la pesca y la agricultura menor.
 
La salida nuestra, 2 mil muchachos alfabetizadores, con muy escasas bajas, sobre todo por problemas de salud, más que por deserción, nadie las notó. Hubo una baja mortal, por ahogamiento, que resulta doloroso registrarlo y fue muy sonado en el país. 
La despedida de los rio sanjuaneños fue muy hermosa. Sobre todo del campesino que llegó a decirnos hasta pronto, mientras una gran columna de muchachos salía de Morrito, San Miguel, El Almendro, Las Azucenas, El Castillo, San Juan del Norte, el Archipiélago de Solentiname y del mismo San Carlos, cabecera Departamental y puerto lacustre.
 
La embarcación salió hacia Granada al anochecer del 23 de agosto (1980) y al amanecer del 24, aún un poco oscuro, cuando el sol lucha por saludar nuestro sagrado terruño, a lo lejos, vimos las luces de la ciudad y, por supuesto del muelle y Plaza España.
El resto fue el recibimiento de los granadinos, los miles de padres de familia, los niños, los alfabetizadores que irradiaron con la cultura del saber tanto dentro de la ciudad como en sus alrededores y en las comarcas. 
 
Nuestra entrada fue la de los héroes del conocimiento, los que decidimos dejar todas las comodidades de un hogar en la ciudad para meternos en las más agrestes e inhóspitas montañas de nuestro querido Río San Juan.
 
Hubo un acto en la Plaza de la Independencia, donde los granadinos se concentraron, llenando cada espacio de la plaza y parte del Parque Central. En ese lugar nos recibió Oscar, el Secretario de la Juventud Sandinista 19 de Julio, quien por cierto no era granadino, era importado de otro Departamento, que creo es de Managua. Por los que entramos a la ciudad, me toco hablar y esto me emocionó mucho porque tuve la oportunidad de construir, de dirigir, de organizar y de tener resultados interminables, días y noches de desvelo, de mucho sacrificio, que nos dio como resultado un Río San Juan: Primer territorio libre de analfabetismo. 
 

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