Departamental
Granada, Nicaragua
Lunes 18 Agosto 2014
Augusto Cermeño
La fiesta hípica de Granada sigue batiendo record de participación de montados de todo el país y de integración masiva de un pueblo que rinde culto al caballo y al Dios Baco, en un día especial de celebración tradicional enmarcado en las celebraciones de la virgen de la Asunción, aunque suene un tanto contradictorio.
Los caballistas marchaban el domingo 17 de agosto (2014), como todos los años, un tanto incómodos, con espacio limitado para exhibir sus preciosos ejemplares pura sangre o encastados españoles, peruanos, iberoamericanos y, por qué no decirlo, chapiollitos nicas que montan con mucho orgullo los campistos nicaragüenses.
Desde palco alto, en casa de los Lugo Arana, logramos observar: primero el desfile de gente, sobre todo jóvenes, que a riesgo personal, quizás sin medir consecuencias, vienen tranquilos caminando por la calle. Luego entre la multitud se ve crecer más y más el desfile de corceles de todo tipo o razas, incluyendo los criollos.
Esta mezcolanza de gente y caballos, nos hace pensar en una actitud de reto permanente del pueblo nicaragüense, a cosas que son peligrosas pero que parecen ser ignoradas y únicamente reconocidas cuando surge un accidente y alguien tiene que ser movido a un hospital o a otro lugar que la fatalidad le reserva.
Conversamos con Marjori Lacayo Lugo, hija de don Mario Lacayo Rapacciolli, con raíces granadinas, pero nacida y criada en Diriamba, quien nos manifestó que se considera “mitad granadina y mitad diriambina”.
Marjori no expresa que ella es hija de un gran hípico nicaragüense, quien comenzó a montar con tres amigos y “después la hípica se fueron desarrollando poco a poco hasta lo que es el día de hoy en todo el país”.
Según Lacayo, todos los domingos hay una hípica en diferentes localidades del país. Asegura que conoció Nicaragua “arriba de un caballo; Somoto, Diriamba, Rivas, Estelí, Granada, Diriamba, Jinotepe y toda Nicaragua, solo me faltó la Costa Atlántica”.
Marjori ha montado caballos iberos y españoles, los que dice fueron traídos por “don Barny Chamorro y don Adolfo Chamorro y se ha puesto de moda el caballo frisón, ese caballo grande y vistoso que vemos en las hípicas desde hace unos años”. El Caballo Frisón es el caballo que monta Alejandro Magno, en la película.
Hablando de la hípica granadina, Marjori ve una gran afluencia de gente en la calle, lo que considera irregular, por lo que recomienda “pasar la malla, como se hace en Managua, porque la gente no permite que los caballos se luzcan como se deben de lucir, ni el hípico está disfrutando de la manera que poder disfrutar con tu caballo libremente”.
“La gente no puede tener el alto conocimiento de que el caballo en cualquier momento puede pegar la patada, puede morder, a manera de defensa, porque la gente le pega al caballo en las posteriores y es donde el caballo podría volar las patas”, comentó.
“Ríos de gente celebrando en medio de las dificultades”
Benjamín Lugo Arana, ve en la fiestas agostinas granadinas a “ríos de gente celebrando en medio de las dificultades, en las celebraciones religiosas de la virgen de la Asunción, así como el tope, de caballos”.
Lugo Arana se muestra impresionado por la participación popular, “la gente celebra, baila, canta. Eso es una gran riqueza de nuestro país, de nuestra Nicaragua”.
Lugo también es de la opinión de Marjori, en el sentido de que se debe evitar la mezcla de gente y caballistas, de modo que “se pueda disfrutar del desfile. Menor riesgo de que alguien salga golpeado”.
Cree que se debe crear una normativa para regular este asunto. “Son cosas que se pueden mejorar, pero en sí la actividad es parte de la celebración de nuestro pueblo, de nuestras tradiciones”, dijo.
La casa de Benjamín Lugo, declarada por el Concejo Municipal de Granada, de la administración de la licenciada Julia Mena Rivera “la Casa más antigua de Granada”, ha sido objeto de visitas de personalidades, sobre todo de la política nicaragüense, que llegan a ver desde “palco alto” el desfile hípico de la Gran Sultana.
Benjamín menciona, entre otras personalidades, a don Enrique Bolaños, Fabio Gadea Mantilla, Eduardo Montealegre “y algunos amigos que hemos sido parte de este sueño de una Nicaragua mejor, una Nicaragua que tenga libertad, democracia”.
La hípica granadina, como siempre, fue salpicada de cantidades “industriales” de rótulos anunciando marcas de cervezas y licor, de celulares, de bares, cantinas, música por todos lados, viendo por doquier a parejas bailando al estilo ranchero, o estilo country, los movimientos rítmicos propios del campo norteamericano.
Es por eso que este parte de la fiesta, el lado oscuro, está impregnado de lo mundano, de la diversión corporal y el consumo de bebidas espirituosas que hacen sentir a todos fuera del odioso mundo de los problemas.