Granada, Nicaragua
Por Augusto Cermeño
William José Trujillo García, el más duro de Los Duros, se marchó de este mundo dejando una huella bien marcada en la generación de los 60 y 70, tiempos inolvidables de la música rock, baladas, boleros y salsas, entre otros ritmos y géneros musicales.
Esos recuerdos hermosos, de la época en que la juventud era más tendiente a desahogar sus penas, matar el aburrimiento bailando y escuchando música sin transitar por caminos sinuosos de las drogas y apenas estimulados por unas cuantas copas de vino. Cuando nuestra juventud era más sana, menos afectada por los fenómenos de las drogas y la violencia, que tanto daño hace a la sociedad.
Un grupo de amigos, colegas y algunos familiares estuvimos en la vela de quien también transitó con mucho tino en los caminos del periodismo, oficio que ejerció por más de 20 años con mucha pasión, con gran esfuerzo por escribir bien, por el magistral manejo de la gramática española y la redacción, letra por letra, como el escultor que hace brotar la belleza de una ordinaria piedra.
Trujillo, era respetado entre los periodistas que ejercemos esa apasionante profesión, considerándolo como un maestro, únicamente minado por la bebida y, por qué no decirlo, por su eterna pasión por las mujeres, desde su época de gran artista, cuando las muchachas lo rodeaban y le mendigaban un autógrafo. Dos veces se sacó el premio mayor de la lotería, pero los caminos equivocados lo hicieron derrochar fortunas enteras en mujeres y “el divino néctar de los dioses”.
En la vela nos encontramos con el legendario músico granadino, economista de profesión, Chepito Centauro, cuyo nombre de pila es José Gutiérrez, quien desde su edad infantil integró el fenomenal grupo juvenil Los Centauros, muy cotizados para la amenización de fiestas de 15 años, casamientos y grandes espectáculos.
Chepito considera a William José como su gran maestro en la ejecución del bajo, y nos dio muestras de gran respeto por las dotes artísticas musicales de Trujillo.
Familiares, hijos y mujeres lo abandonaron a la buena de Dios, solo le quedaron sus colegas periodistas del CPN y la UPN
Todos los servicios para las honras fúnebres de Trujillo estuvieron a cargo del Colegio de Periodistas de Nicaragua (CPN) y la Unión de Periodistas de Nicaragua (UPN), filiales de Granada. Esto, ante la falta de atención de familiares que no se hicieran cargo de William, José, incluso en su lecho de enfermo.
En el vecindario de San Matías, done vivía Trujillo en una humilde vivienda, los que lo atendían, como buenos, solidarios y humanitarios cristianos, fueron los hermanos Castro, con la especial atención de José Manuel, quien, incluso, lo bañaba y vestía, cuando el periodista y músico se fracturó un brazo al caer de una grada en las oficinas del Concejo Municipal. Posteriormente, al caer de la cama, se quebró el hueso de la cadera, problema que no le pudieron atender en el Hospital Amistad Japón Nicaragua.
Trujillo, luego de pasar una semana en el Hospital, fue trasladado, por gestiones del CPN de esta ciudad al Asilo de Ancianos, donde Sor Adilia Vásquez, abrió las puertas del Hogar de Ancianos, a quien ya consideraban un amigo y asiduo visitante. Trujillo almorzaba en el asilo.
“Chepito Centauro”, en conversación sostenida con La Verdad dijo que apoyó de manera informal a Trujillo, como muchos lo hicimos, en el sentido de que se le respondía a sus peticiones de café, ya que el periodista y músico era muy cafetero. Le fascinaba tomar café. Al morir, Trujillo tenía más de 4 años de sobriedad, pero le daba duro al café.
Aunque Trujillo murió económicamente pobre y abandonado por su familia, sus amigos, no dejamos de llenar un poco ese vacío. Era muy estimado, aunque, quizás, no lo suficiente como para atenerlo mejor.
En Nicaragua, la mayoría de los periodistas, mueren sin atención alguna, sin un seguro que les garantice una vejez decente y solo queda el recurso de la caridad pública que a veces falla o es muy débil e insegura. Lo que pude percibir en el caso de William José es que nadie atienda a un ser humano en sus días más precarios. Eso sí, cuando alguien tienen alguna fortunita por ahí, afloran por todos lados los familiares, los interesados en su salud y su vida. Así son las cosas.
No hubo misa de cuerpo presente porque las monjitas consideraron que se estaba descomponiendo y había que enterrarlo rápido
Sor Adilia, directora del Asilo de Ancianos donde recibieron a Trujillo con los brazos abiertos, orientó que no iba a celebrarse misa de cuerpo presente el domingo 5 de febrero a las 10 de la mañana, argumentando que el cuerpo se estaba descomponiendo, y, además, lamentablemente, las religiosas no le ofrecieron un rosario, durante la vela, ante la ausencia de familiares que asumieran tales oficios religiosos. La vela fue en el mismo Hogar de Ancianos.
En la vela estuvieron presentes, los hermanos Larios Trujillo, primos hermanos de William José; su hijo José Martín Trujillo Bermúdez y amigos como Sandra López. Asistieron al velorio los periodistas: Henry Vado Amador, Presidente de la UPN, Estrella Maltes Pomares, Augusto Cermeño, Presidente del CPN filial Granada; Marlene Urbina, Fernando López Gutiérrez, Jessica Tenorio y Jamil Bonilla.
William se fue con el Santo Rosario que rezaba todas las mañanas en Xalteva
Ante la falta de una Santa Misa, por el descanso eterno de William José Trujillo, don Alfredo Valle hizo hasta lo imposible por conseguir cupo para el periodista y músico en otra iglesia, pero los resultaos fueron infructuosos.
En un gesto muy hermoso, muy cristiano de don Alfredo, se hizo cargo de rezar el Santo Rosario al amigo, en el trayecto que va de la calle El Cementerio al Campo Santo. Varios periodistas y amigos lo seguimos con mucha devoción y respeto.
En el cementerio concluyó el servicio fúnebre que fielmente le cumplió a Trujillo, don Miguel Mayorga, a quien William le pagó en cuotas, dicho servicio. Doña Anita Andino se encargó de resguardar el recibo al periodista, quien ya se había preparado para la fatalidad. Don Miguel cumplió como un verdadero caballero, como pocos en estos días.
“El Ángel Guardián” de William José
Doña Anita fue como un ángel guardián de Trujillo, ya que es ella la que le apoyaba en muchas cosas relacionadas con la subsistencia del periodista, contando con la ayuda de amigos en el exterior, como la del periodista Edgard Martínez, y los hermanos Guillén. Aunque Guillermo falleció y quedó Luís, quien no olvida a su compañero de andanzas en Los Duros. Luis Guillen es el único Duro que queda.
Los pagos de alquiler de la casa, propiedad de un señor Marenco, estaba a cargo de doña Anita. Igualmente se encargaba de comprarle algunos alimentos. Como refuerzo de doña Anita, también ponía su granito de arena doña Marlene Andino de Quiñones, quien le entrega a Trujillo, todos los días, medio litro de leche.
Además, muy a menudo, en casa de quien suscribe estas líneas, la licenciada Marlene Urbina le servía su desayuno al amigo y colega. Trujillo, aunque abandonado por su familia, encontraba solidaridad en algunos amigos, colegas, de modo que era difícil que padeciera hambre.
En el Hogar de Ancianos William perdió el hambre y se despidió de Sor Olguita poco antes de expirar
Después de que lo llevamos al Hogar de Ancianos, nos enteramos, por información de Sor Olguita, que William perdió el hambre, lo que preocupaba a las monjitas, hasta que falleció.
Sor Olga Marina Rivas, de origen guatemalteco, nos relató que llegó a pasar vista de Trujillo, y éste le dijo: “Ya me voy a ir. Y yo le dije que no, todavía no, pero él insistió: Si me voy a ir y dejo el cupo para otro anciano”.
Sor Olguita le preguntó si quería agua y el periodista, ya moribundo, le contestó que si. “Tomó agua bastante y volvía a repetir que se iba y yo le decía que no. Sus ultimas frases fueron: Ya me voy, dejo el cupo para otro anciano”.
Preguntamos a Sor Olguita sobre como surgió la fatalidad en William y contestó: “Sinceramente no le puedo contestar esa pregunta. Nosotros estamos aquí para el servicio de los ancianos, pero como uno tiene que estar pendiente de que todos los ancianos coman…”.
Sor Olguita le buscó a Trujillo una tabla para que se apoyara, al levantarse. Se la llevó y pudo ver que el periodistas “ya esta bastante delicado. Le tomé la presión, el pulso casi no se le escuchaba, la presión muy baja y pedía agua. Dos veces le día agua. Dos veces dijo: “Ya me voy, dejo el cupo para otro. Tomo un sueño para siempre”. Como dijo la monjita, Trujillo estaba sereno y con una leve mueca, como intentando sonreír.
Los restos mortales de Trujillo fueron depositados el domingo 5 de febrero 2012, al mediodía en un terreno propiedad de los periodistas Henry Vado Amador y Estrella Maltes Pomares, luego de una oración de don Alfredo Valle y las palabras de quien suscribe estas líneas y de Henry Vado Amador, Presidente de UPN.