Arte y Cultura
Granada, Nicaragua
Por Augusto Cermeño
Andrómeda
Resulta bastante curioso e interesante, la comunicación del poeta con la existencia de vida, allá en las estrellas, que se asoman a distancias medidas por la velocidad de la luz y por la velocidad del poeta en su propio universo de sentimientos, creaciones y, sobre todo, el amor y la tranquilidad que solo la encuentran personas como Chichi o el inglés Stephen Hotking
Andrómeda, mi dulce niña, llena de secretos.
Toda esta vida en el mundo se torna espiritual;
Cuando sueño que vuelo y navego entre tu pelo, que tienen un bello tono rojizo y millones de estrellas.
Sin saber si nos esperas, siete mil millones de seres humanos, no sabemos qué hacer con nuestras vidas.
Ustedes son nuestro destino, en el intenso añil del cielo: hay vida o hay desolación. Fueron las guerras las que terminaron con la vida, en tu constelación.
¿A dónde va, la infinita energía de la vida?
¿De dónde nos viene la perfección de la naturaleza?
¿Conocieron ustedes el pecado original, el paraíso terrenal, el diluvio universal y el misterio de la Santísima Trinidad?
¿Sufrieron el Apartheid y la inquisición?
¿Tienen pastores de camellos, de corderos, de cabras y de vacas?
En el silencia del desierto ¿oyen el latido de su propio corazón?
¿Cómo es la poesía de los enamorados?
Un disco de estrellas mueve tu corazón luminoso.
Y aquí nuestra existencia es una aventura desgraciada, que la vivimos a 230 mil kilómetros por hora, para llegar a los secretos de tu amor, mi dulce Andrómeda.
Y sin embargo, no tenemos tiempo para pensar, lo que vamos hacer durante el viaje.
Estamos sueltos en el espacio del universo, sueltos, girando en torno al sol, y nuestra vida, por dentro, le quitas peso a las drogas y deja un espeso rastro de sangre.