Departamental
Granada y Masaya, Nicaragua
Enseñar el idioma español mientras el estudiante se divierte conociendo la fauna acuática y selvática, que existe en la laguna volcánica de Apoyo, es la
alternativa que Jeffrey McCrary y su equipo de expertos encontró para mantener activa la Estación Biológica que funciona al borde de este manto de agua desde hace más de 26 años.
Una forma original, entretenida e innovadora de hacer turismo es la que se practica en este centro de investigación científica, donde los turistas son parte activa del proceso de recopilación de datos sobre las diferentes especies de peces que existen en esta laguna, que se formó en el fondo del cráter de este otrora altísimo volcán que hizo erupción hace más de 26 mil años.
Los turistas que llegan a esta estación son estudiantes de biología, ciencias naturales, ornitólogos, estudiosos de monos, de mariposas y de plantas, pero sobre todo jóvenes ansiosos de aprender el idioma de Cervantes y vivir una experiencia en medio del verdor de la naturaleza salvaje que rodea esta encantadora laguna. También llegan turistas que solo quieren pasar unos días alejados del mundanal ruido de la ciudad para nadar en la laguna y descansar con tranquilidad.
Pablo Somarriba, biólogo y experto en aves y plantas, explicó que el objetivo de esta Estación Biológica es preservar la naturaleza de la Reserva Natural Laguna de Apoyo, labor que inició Yefrey MaClary, su fundador, y varios amigos científicos hace 26 años.
Se inició haciendo estudios de los peces de la laguna y se descubrió que había varias especies endémicas nuevas, por lo que había que seguir trabajando en conservación y protección de la laguna para evitar cambios en la composición del agua que ponga en peligro estas especies, indicó Somarriba.
Pablo Somarriba es experto en aves y plantas, pero también acompaña a los estudiantes a la laguna. El experto nicaragüense explicó que lo primero que se logró, en conjunto con ayuda del Marena, la población local y la Estación Biológica, fue que sacaran las lanchas de motor a gasolina y diésel de la laguna, porque estas contaminaban el manto de agua.
“Una gota de diésel o aceite hace un manto de hasta 10 metros, ese manto impide que todos los rayos solares que ayudan a la fotosíntesis de las plantas acuáticas que dan alimento a los peces lleguen completos al fondo, donde están las plantaciones”, explica Somarriba.
En el bosque del cráter de esta laguna existe una de las más ricas concentraciones de biodiversidad vegetal y animal de Nicaragua, ya que aquí, en una circunferencia de solo 34 kilómetros cuadrados conviven en armonía 223 especies de aves, 190 especies de mariposas entre 492 especies de plantas nativas y exóticas. Además, su bosque es refugio para una gran cantidad de especies de insectos, reptiles y mamíferos, entre los que destacan osos perezosos, guardatinajas, guatusas, zorrillos, venados, puercoespín, conejos, ardillas, tigrillos y hasta se avistó, hace 5 años a un puma, que probablemente regresó al bosque del volcán Mombacho, según considera Somarriba.