Granada, Nicaragua
Por: Augusto Cermeño
En una marcha alegre, poética, salpicada de arte, humor, pasión y picardía, los poetas de todo el mundo, que se dan cita en Granada, recorrieron las calles en un funerario cortejo que llevó a enterrar en el olvido “la traición de los sueños”.
Siguiendo sus acostumbradas paradas en las esquinas, poetas de Europa, África, Haití, Centro América, Asia, Sudáfrica, Norteamérica y América Latina, declamaban sus creaciones literarias desde una torre móvil, muy hermosa, que hacía ver a todos a poetas bajando del cielo en medio de cantos “de vida y esperanza”.
Entre flores y corozos, cantaban los poetas al mundo
Esa torre, creada a la medida de los poetas, transportaba a la poetiza Luz Marina Acosta, quien, anunciaba la celestial intervención de sus iguales de toda la tierra. Los poetas, muy apasionados, deleitados por lo cerca que se aproximaron a la bóveda celeste y la vista panorámica de la Gran Sultana, sus calles y casas coloniales, su gente que los admiraba y escuchaba con mucho respeto, se alentaban más para desgranar su canto de luz, sus anuncios, sus amores, sus encantos, sus victorias, sus dramas y tragedias, por que la vida es así.
Los poetas, son como decía el poeta José Coronel Urtecho, como ruiseñores, canarios que viven en un mundo en el que su misión es la creación y el deleite de la humanidad con su canto.
Llama la atención la delicadeza con que fue adornada la torre, mostrando a todos un poco de divinidad, sabor a cielo y a dioses olímpicos. ¡Que hermosura!, cuanta belleza en esa nube de corozos, en esos crisantemos amarillos y blancos, en esas margaritas o trinitarias, en esas veraneras rojas, sobre la que flotaban los poetas.
La gente los admiraba a su paso, los poetas bailando, danzando, en ese vaivén, en esa atmósfera impregnada de mucha vida, alegría por la muerte y el entierro de “la traición de los sueños”.
Los turistas, en la Calzada, vieron algo que no se esperaban, algo que solo en Granada podían ver, con la invasión divina de los poetas. Vieron y disfrutaron desde sus asientos, donde muchos daban sorbos a sus copas, sus vasos del divino néctar o degustaban deliciosos platillos. Jovencitas de cabellos rubios como hilachas de sol y los viejos cheles que gozan con amplitud el ocaso de sus vidas. Ellos gozaron de la pasión y la divinidad de los poetas.
Ese carruaje negro, el mismo, de bien labradito cedro, halado por un par de corceles cubiertos por una red blanca, que les daba aires de solemnidad, cargaba en su seno un ataúd, con los fríos restos de “la traición de los sueños”. Los Poetas la enterraron con sus cantos, con el apoyo de todo un pueblo, entre los tumbos de la maravillosa mar dulce del Cocibolca.
… y las campanas de las iglesias enmudecieron
Las campanas de a Merced, Catedral y Guadalupe se quedaron mudas al paso del cortejo fúnebre de los poetas que enterraron “la traición de los sueños”. Solo los poetas podían hacer eso.
Al morir el sol, al apagarse las luces de la naturaleza, se apagó para siempre, dio su último aliento “la traición de los sueños”. El pueblo con sus danzas, sus bailes y representaciones tragicómicas, sus figuras de muertes con sus guadañas y los carnudos demonios, negros, de rostros horrendos, daba el toque mágico del mundo que se fue a enterrar.
Por otro lado, unas lindas jovencitas, de la Universidad Americana, de la Universidad de Managua, de Masaya, de Carazo, de Diriamba y de muchos sitios de la patria de Rubén Darío, de Pablo Antonio Cuadra, Carlos Martínez y de grandes hombres como que murieron por nuestra libertad, por la construcción de la democracia, deleitaron la vista de todos, con esos movimientos cadenciosos, mostrando sus vientres juveniles, mostrando sus juventud y belleza nicaragüense.
El entierro “la traición de los sueños”, es uno de los capítulos más hermosos pensados y creados por los poetas del mundo. Ellos con sus cantos, con su pasión por la vida y el amor, lo hicieron posible.
“La poesía nos ha dado la riqueza espiritual para enfrentarnos al mundo, cuando un gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste”
El gran Francisco de Asís “Chichí” Fernández, el magnánimo poeta creador de hermosos sueños, la antítesis del pesimismo y la visión maliciosa del mundo, parafraseó a su gran maestro: Rubén Darío.
Darío esta detrás de todo esto. El es insuperable. Darío es Darío. Chichí, con sus palabras ante mas de un centenar de poetas de toda la tierra dijo que “la poesía os ha dado la riqueza espiritual para enfrentarnos al mundo, cuando “un gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste”.
Dijo que el VI Festival de la Poesía de Granada, es “la oportunidad de conocer lo que le duele al hombre de nuestro tiempo, las miserias humanas de esta temporada en el infierno, la terrible pequeñez y soledad del ser humano en el infinito inconmensurable, las deshumanización de los poderosos, la vehemencia del poder por el poder, la infinita crueldad de la naturaleza a que avienta a cientos de miles de seres humanos en la indefensión contra terremotos, maremotos, huracanes, tsunamis, derrumbes, vendavales, sequías, depredaciones que la misma naturaleza como un destino inmisericorde suelte en el mundo como un castigo divino.
Chichí Fernández considera que en medio de tanta tragedia, de tanto desastre y depredación “surge la poesía como el canto íngrimo de los seres humanos”.
Francisco de Asís, el hijo del divino poeta Kiko Fernández, dijo a los poetas del mundo que se han dado cita en Granada para “exponer nuestras sinceridades, nuestras angustias, nuestras esperanzas, nuestras pasiones irrefrenables, nuestra vocación de libertad de creación, de libertad de expresión, de creencias religiosas, nuestra libertad de elegir libremente, nuestra libertad de organizarnos, nuestra libertad de viajar, inclusive, en la imaginación…”.
Desnudó el alma de los poetas, su carácter divino, cuando el gran Chichí habló de las diferentes temáticas de los poemas que se leen en el Festival de la Poesía de Granada, tan diferentes como el milagro de Dios de “nunca hacer dos seres idénticos”.