Monitoreo
Deportes
Igual que yo, cada uno de ustedes, mientras acarician sus boletos, va a detenerse frente a este Estadio de Beisbol que lo tiene todo y se frotarán los ojos, pensando que finalmente, fue posible. Es fácil en un momento así, recordar a Bernard Shaw: “Ves cosas y dices ¿por qué? Pero yo sueño cosas que nunca fueron y digo ¿por qué no?”. Igual que yo, ustedes van a sentirse moviéndose sobre un arco iris, impulsados por una alegría contagiosa, después de habernos preguntado ¿por qué no?, y gritando silenciosamente: ¡Ahí está! Ahora sí, lo creo.
Después de haber vivido tantas emociones en el viejo estadio a lo largo de casi 69 años, estoy ansioso, como un chavalo, por la inauguración del nuevo parque. Compré dos boletos en el sector de 750 córdobas para asistir con mi esposa Chilo, quien fue cronista de deportes. No se siente como yo, pero me mira, y sonríe. Seguramente me ve más joven, lo cual necesita de mucho aprecio a mis 74 años. – –
No voy a trabajar
Quisiera entrar primero, pero obviamente, no voy a poder hacerlo. Estaré como un fanático para poder disfrutar la noche. Sin libreta, sin grabadora, sin teléfono y sin bolígrafo. No voy a trabajar. Así que ninguno de mis jefes espere algo de mí. Pienso canalizar toda mi excitación observando. Quizás me sienta como en la entrada de Magic Kingdom en Disney World, o en la isla de la fantasía. ¡Qué importa lo viejo que uno sea! Lo emocional, nunca caduca.
Como nicaragüense y como fanático del beisbol, me siento agradecido con la gente de Taiwán, con el gobierno pinolero, con la Alcaldía, con los mexicanos Valenzuela que manejaron el proyecto hasta convertirlo en algo real por encima de nuestras expectativas y con el eficaz equipo de trabajo del Ing. Guerrero. Lo veo y me digo con orgullo, como si hubiera ayudado a colocar alguna piedra: no es como la soñé, va más allá de mi imaginación. Una maravilla que vale la pena cuidar como si fuera nuestro hogar. En cierta forma lo será con aproximadamente 200 juegos por año.
Solo faltó el rugido
Ya entré a esos vestidores de Grandes Ligas, pisé la grama, escuché el sonido, entré a los Sky Box y al Palco Especial que es la joya de la corona en comodidad y lujo, estuve en las cabinas de transmisión, caminé por los pasillos, visité la zona de comidas y los baños, atravesé el parqueo, en fin, solo me quedó pendiente el rugir de la multitud, algo que voy a medir mañana.
Nunca olvidaré ese tour previo que hice facilitado por Fidel Moreno y Amaru Ramírez, con la compañía de Enrique Armas y Edgar Rodríguez. He estado en tantos estadios, algunos majestuosos a lo largo de mis 47 años en el periodismo deportivo, que sería tonto meter a este en comparaciones. No se puede colocar una obra de 50 millones de dólares con otras que superan los mil millones, ni siquiera con los de 500 millones. Pero tiene todo lo que necesitamos. Es la casa del futuro de nuestro beisbol, la casa de ustedes que se la merecen, mi casa en los últimos innings de mi vida.