Granada, Nicaragua
Por: Víctor Chavarría
Una interesante forma de contar historias ha encontrado el escritor Pedro Martínez Duarte (1961) al explorar la realidad de nuestro tiempo. La voz narradora omnisciente de Misterios del tiempo (2011), su primera novela, se adentra en los senderos de lo fantástico, lo mágico y lo surrealista para indagar todo lo del viaje de Roberto a Costa Rica, y a través de ella nos damos cuenta que un perro de la raza dálmata, la misma raza del perro que había tenido como mascota, se le atraviesa de pronto en la carretera y èl tiene que maniobrar para no impactarlo. Como resultado de tal incidente, la voz narradora prescinde de las leyes de la lógica y del mundo físico y nos cuenta que Roberto no sòlo viaja a Costa Rica, sino también a través del tiempo.
A Costa Rica llega diciendo que se ha separado de su mujer y su problemática no es fácil, ya que la fecha en la que èl està viviendo es una, y la fecha en la que las demás personas están viviendo es otra. De manera que mientras pisa territorio tico siempre va a estar en contradicción con la fecha de los diarios que llegan a sus manos y las personas con quienes habla, desatando con ello mucho humor dentro de la novela. De paso se le descompone su reloj y la hora que marca no corresponde a la hora de los demás relojes que anda la gente y tampoco el celular le funciona cuando marcan el número las personas que quieren hablarle. Ante semejante problemática el realismo pareciera haber sido absorbido por lo fantástico, sin embargo, aparece dándole vida una de sus tantas variedades, lo mágico, en la figura de Lola, la meiga, tras hacerle saber que èl està viviendo en otro tiempo, y que el único que lo puede ayudar a explicar el fenómeno es otro meigo, amigo de ella, que esta viviendo en Nicaragua.
Al retornar a Nicaragua su deseo de pasar frente a la casa de Isabel para ver lo que està sucediendo dentro de ella quizàs conecte al lector con historias como la de Wakefield (personaje del cuento homónimo de Nathaniel Howthorne, quien para Borges prefigura a Kafka), cuyas sensaciones tras haber abandonado deliberadamente a su mujer se asemejan, guardando las distancias, a las de Roberto. Y se mezclan con lo fantástico y el realismo mágico. Tal apreciaciòn es corroborada por los nombres de Alfred Hitchcock y Garcìa Màrquez quienes enfatizan no sòlo el terror que pueden provocar los hechos fantásticos, sino tambièn la relación existente entre el personaje y las circunstancias en que se desenvuelve: “Roberto navegaba en dos aguas, por una parte, se encontraba ante la creencia absoluta en sus memorias sobre ese espacio de tiempo y por otra, no podía entender lo que estaba presenciando en esos instantes. Todo parecía sacado de una película de Alfred Hitchcock.
Resultaba tan real y tan irreal al mismo tiempo, que notò como los pelos de todo el cuerpo se le erizaban, sus vivencias sobrepasaban el realismo mágico de las novelas de Garcìa Màrquez” (66).
Navegando en dichas aguas va Roberto con su amigo Javier tras la pista de Isabel que anda con su amante, dándole asì continuidad a las múltiples circunstancias que no dejan de seguir siendo salpicadas con el humor que lo caracteriza como personaje: “¡Cuidado Alfredo!, vos no conocès a Roberto. Es un hombre educado, respetuoso y con gran sentido del humor…” (128). Sin embargo, la situación parece ser tan desesperante para el personaje que teme volverse loco y después de una visita a una psiquiatra, sin que la ciencia como tal llegue al fondo de su problema, por fin cumple con la visita donde el meigo, Juberth Karìn, el amigo de Lola, y es èste con quien las cosas se le aclaran: èl ha viajado a través del tiempo 119 dìas. En este sentido, Irlemar Chiampi nos recuerda que la magia como rama del Ocultismo, se sitùa bajo el signo del conocimiento, es decir, la realidad se vuelve un símbolo, y èste debe esclarecerse mediante un proceso de búsqueda para poder alcanzar la gnosis. De modo que la influencia de la magia para explicar el mundo es determinante dentro de la novela, por lo que no se aparta quizàs del ejemplo en novelas como El reino de este mundo de Alejo Carpentier o Cien años de soledad de Gabriel Garcìa Màrquez donde la magia aparece en las figuras de Mackandal y Melquìades.
El viaje hacia el futuro de Roberto hace que adquieran relevancia personajes históricos que se mencionan en la novela y que también han viajado a través del tiempo como Leonardo Da Vinci, Cristòbal Colòn, Julio Verne, Nostradamus, Rubèn Darìo, Augusto Calderòn Sandino y Alfonso Cortès, de quien se citan sus ya famosos versos en torno al tiempo: “¿Tiempo, donde estamos tù y yo, yo que vivo en tì y tù que no existes?” Tales versos no son citados por casualidad, pues en la novela el tiempo tiene una gran importancia y estos personaje si se dice que lo han logrado evadir, que se han salido de èl o escapado de la naturaleza ha sido sòlo para dimensionar las huellas indelebles que han dejado y que por muy explicables que sean no dejan de ser extrañas para el común de los mortales. En otras palabras, si se ha roto la linealidad del tiempo o se ha alterado es sòlo para que irrumpa lo inesperado o misterioso dentro del mundo que han habitado y que permanece sometido a la razón, es sòlo para hacerlo añicos o para demostrar simplemente que los hechos se pueden repetir de forma circular. Estos personajes han sido viajeros a través del tiempo, metafóricamente hablando, y no por otra razón màs que por sus grandes aportes en relación a su tiempo, a tal punto que se vuelven paradigmas para las generaciones presentes y futuras.
La metáfora del viaje para todos es sabido que ha sido llevada al cine y que en la literatura no pasan desapercibidas las obras de Homero, de H. G. Wells y tantos màs. Pero en ella hay que distinguir los tipos de viaje, porque cuando se habla de viaje se piensa en lo lineal, sin tomar en cuenta que hay viajes como el de nuestro personaje que ni son lineales ni tienen que ver con lo fìsico. El viaje en Misterios del tiempo como metáfora consiste en una ida y vuelta en el tiempo para regresar en búsqueda del hogar, recuperar la memoria del pasado, organizarlo y darle sentido en el presente mediante una historia que quizàs se convierta para muchos en un paradigma sin happy end, sin tintes trágicos o violentos, tal vez por aquello de que el conocimiento “se debe utilizar en beneficio de la humanidad” (178). De ahì que se derive la importancia y destreza en el manejo de lo fantástico, lo mágico y lo surrealista.
En este sentido, el novelista hace un uso mesurado de tales corrientes, dicho sea de paso muy conocidas en la literatura, y que quizàs lo posibilita el realismo maravilloso, en el cual para algunos críticos reside la verdadera literatura americana. Sòlo al finalizar, ya en el epilogo, cuando Isabel conduce el auto y se aterroriza al desaparecer Alfredo de su asiento, pareciera que lo fantástico cobrara terreno y que en ello contribuyera lo ambiguo en la ocurrencia de los acontecimientos. Sin embargo, lo importante es que los acontecimientos ocurren dando paso a la exploración y al conocimiento de la historia de Roberto e Isabel, y que las partes de la novela, cada una con su respectiva fecha y lugar, son las que integran la metáfora del viaje, y llegar asì a otro “bucle” soportado por una estructura circular que nos remite al eterno retorno nietzscheano, para luego comenzar una nueva historia con nuevos personajes. De manera que estamos ante una obra interesante y novedosa donde lo fantástico quiere cobrar fuerza y pureza en una literatura nicaragüense que desde Rubèn Darìo, viajero en el tiempo por excelencia, si se ha cultivado ha sido de forma muy incipiente y esporádica.