*Gobierno de Mora se aprovechó de problemas guerras intestinas en Nicaragua para quedarse con Nicoya
*Antiguos linderos de Costa Rica estaban claros de que Nicoya es de Nicaragua
*Partido de Nicoya agregado temporalmente a Costa Rica por decreto de 1825
* Muchas gestiones hizo Nicaragua desde 1826 para que le fuera restituido lo suyo
*Presidente Fruto Chamorro buscó solución fraternal al problema de límites
*Idea expansionista de Costa Rica prevaleció y hasta intentó quedarse con el Rio San Juan, Rivas, el lago Cocibolca y Granada
Por: Pedro Joaquín Chamorro Zelaya
Tomado de Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, No. 91
Cuando Nicaragua declaró su independencia de España, sus límites por el Sur llegaban hasta el rio “Salto”, que desemboca en el vértice de la Península de Nicoya, y que hoy se llama rio “Tempisque”; lo cual quiere decir que le pertenecía todo el extenso Partido de Nicoya, incluyendo la península de ese nombre.
Costa Rica no tenía pretensiones entonces sobre esta parte del territorio de Nicaragua; y así el Art. 15 de su primera Constitución Política emitida el 21 de enero de 1825, daba los siguientes linderos de Oriente a Poniente: “Desde el río Salto que lo divide con el Estado de Nicaragua hasta el rio Chiriquí…siendo sus límites en el Mar del Norte (Atlántico), desde el rio San Juan hasta el Escudo de Veragua…
Por desgracia, Nicaragua inmediatamente después de su independencia se vio envuelta en varias guerras intestinas. Esta lamentable situación la aprovecharon algunos diputados al Congreso Federal para intrigar a fin de que el Partido de Nicoya fuera agregado temporalmente a Costa Rica. Así se hizo por decreto del 9 de diciembre de 1825, cuando precisamente los diputados de Nicaragua en aquel Congreso estaban ausentes.
La agregación era temporal y a manera de un depósito, mientras se practicaba la demarcación de los Estados. Pero esto no se hizo nunca, porque el Congreso y la Federación se disolvieron sin haberlo efectuado; no obstante eso, el Partido de Nicoya permaneció de hecho agregado a Costa Rica.
Muchas gestiones hizo Nicaragua desde 1826 para que le fuera restituido lo suyo, y para que se trazara la línea divisoria entre ambos Estados; pero Costa Rica jamás consintió en devolver el Partido de Nicoya, ni admitía mas limites que los que dejaban este territorio dentro de sus fronteras.
Así estaba este asunto cuando Fruto Chamorro llego al gobierno. En cuanto pudo, se aplico a solucionar este problema por las vías diplomáticas. El 24 de agosto el Poder Ejecutivo dicto un acuerdo cuyos considerandos dicen de las buenas y fraternales intenciones que animaban a Fruto Chamorro.
Contemplaba la cuestión desde un punto de vista “de hermanos que el reciproco interés, la común utilidad, la razón y la prudencia aconsejan ponerle termino de un modo armonioso, por transacciones fraternales”. Invocaba la necesidad de estrechar los vínculos de unión que ligaban a ambos Estados, por medio de mutuas ventajas comerciales: hacía ver que Nicaragua era la que daba el primer paso de armonía como prueba de las buenas disposiciones de que se hallaba animada “hacia los países que fueron un día una sola nación y compusieron una sola familia”.
En consecuencia, se nombro a Dionisio Chamorro y a Pedro Rafael Cuadra, este último como Secretario para la misión que iría al vecino Estado. Consistía esta en arreglar las cuestiones entre Costa Rica y Nicaragua “sobre la línea divisoria de sus respectivos límites territoriales y sobre derechos al Departamento del Guanacaste, y para celebrar tratados de amistas, fraternidad, alianza y comercio”.
En septiembre Fruto Chamorro expuso al Ministro Americano Borland su proyecto para arreglar las diferencias de fronteras. En un mapa trazo la línea que iba a proponer a Costa Rica, y que más adelante se describe en las conferencias que hubo en San José. Borland trasmitió estos informes al Departamento de Estado y el mapa marcado por Fruto Chamorro.
Cuando Borland informo a este que su gobierno lo había autorizado a ofrecerle sus amistosos consejos para el arreglo, Chamorro se manifestó muy complacido y expreso estar listo a recibirlos, sobre todo al saber que se trataba solamente de los buenos oficios de los Estados Unidos y que nada tendría que ver en esto la Gran Bretaña.
De esta misión mucho se ha opinado sin conocimiento de causa; los documentos relativos a ella, o sea las actas de San José, habían permanecido inéditas hasta hace poco cuando el autor de esta obra las publico en la Revista de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, tomo XI. Se ve allí la prudencia y patriotismo con que procedió la Legación encabezada por Dionisio Chamorro y la amplitud con que procedió su gobierno, cediendo más de lo que debía en un afán de conciliar intereses entre pueblos hermanos.
A fin de preparar el terreno a esta misión, el Gobierno de Fruto Chamorro dispuso que mientras duraran las gestiones del arreglo, los costarricenses gozarían de libre navegación con sus productos por el puerto y rio San Juan hasta el rio Sarapiquí que conduce a su territorio.
Los encargados de la misión no pudieron salir de Nicaragua hasta fines de diciembre de 1853. Las conferencias comenzaron en San José el 10 de enero de 1854. En el acta de esa fecha consta que Dionisio Chamorro propuso a Costa Rica lo siguiente:
“El Gobierno de Nicaragua cede al de Costa Rica lo que se llamó “Partido de Nicoya” y en el día Provincia de Guanacaste, apartándose desde ahora para siempre los derechos que tiene o cree tener a dicho Partido o Provincia, entendiéndose como limites divisorios entre aquella Provincia y el Departamento de Rivas, o mejor dicho, entre Costa rica y Nicaragua una línea tirada de la manera siguiente comenzando de la punta mas saliente del Promontorio llamado “Descartes”, continuando por la playa meridional de dicha punta y tomando al separarse del mar la dirección hacia el Oriente una línea la más corta hacia el rio del “Refugio”, en un punto distante dos leguas de su desembocadura en el Lago de Nicaragua; y allí, siguiendo con una línea paralela a la margen del Lago hasta tocar con el rio “Frío” de donde se subirá seis leguas por la corriente del rio: de este punto, variando de dirección, seguirá una línea paralela al rio de “San Juan” (en cuanto lo permitan las sinuosidades de las corrientes) hasta llegar a la costa del Atlántico. Además, cede el gobierno de Nicaragua al de Costa Rica el pleno uso y dominio de las aguas del “Sarapiquí” y una área de terreno de dos lugares en cuadro en el muelle de Sarapiquí, si este quedase comprendido en la línea demarcada, concediendo también, que sea en el Tratado de límites o en el de Amistad y Comercio, el trafico libre por rio y puerto de “San Juan” para el comercio de importación y exportación de los hijos de Costa Rica, sujetándose sí los que residan en dicho puerto a los reglamentos que en él se establezcan respecto de los hijos de Nicaragua. El Gobierno de Nicaragua pide al de Costa Rica, en recompensa de las concesiones antes dichas, que tome sobre sí el pago del contingente que a aquel corresponde en la deuda federal y que además de en metálico y en los términos que se acuerden la suma de doscientos mil pesos”.
Como algunos de los ríos mencionados en el acta han cambiado de nombre, conviene explicar que la punta de “Descartes” es la meridional que forma la bahía de Santa Elena, en el Pacífico; de allí y poco más o menos del centro de dicha bahía, la línea seguiría directa al rio “Refugio”, que es probablemente el llamado en el mapa de Squier “Niño”, y el que ahora nombran en Costa Rica “Guacalito”, que corre casi paralelamente con el meridiano 85. Desde allí los nombres de los ríos mencionados no han cambiado de nombre. La propuesta dice que la línea seguirá paralela y distante ocho leguas al rio San Juan hasta llegar al Atlántico. Pero el Gobierno de Nicaragua entendía que el “Colorado” era una de las desembocaduras del San Juan y por lo tanto el mismo rio. Por consiguiente, el límite debía seguir la línea del Colorado hasta el Atlántico. Esto quedo aclarado así en el acta del 7 de febrero de 1854.
En el acta del diez y seis de enero contesto Costa Rica que ella estaba en posesión “legitima y legal” desde hacia treinta años del “Partido de Nicoya”, y que sus límites con Nicaragua eran las aguas del San Juan hasta su desembocadura en el Gran Lago y de allí una línea recta hasta la desembocadura del rio “La Flor” en el Pacifico. Con lo cual, pretendía ya el vecino país hasta parte del territorio del Departamento de Rivas.
Sin embargo, Costa Rica estaba dispuesta a someter el asunto al arbitramento de una o dos grandes potencias europeas, o a uno o dos de los Estados de América; y en este caso daría por cancelados sus créditos contra Nicaragua.
En la sesión del 7 de febrero, Dionisio Chamorro reafirmo la propuesta hecha en la primera conferencia, pero advirtiendo que la línea debía partir del Atlántico sobre la ribera derecha del Colorado, y que estaba autorizado para rebajar la indemnización solicitada a la suma de 100.000.00 pesos pagaderos en diez años, además de la cancelación de los créditos de Costa Rica contra Nicaragua y el pago de lo que a Nicaragua correspondía en el empréstito federal.
Los costarricenses contestaron el nueve, insistiendo en sus derechos y que no estaba al arbitrio del gobierno “consentir a una notable desmembración de lo que de hecho y de derecho pertenece a la República”, y que no tenía por qué acordar indemnización, porque sería un doble sacrificio nacional. Insistía en su propuesta demarcación, con la diferencia de que esta vez admitía que el limite debía ser dejando de parte de Nicaragua la rama del San Juan llamado Colorado. Pero siempre debía trazarse una recta desde la salida del San Juan hasta la desembocadura del rio “La Flor” en el Pacifico. Esta línea pasaba un poco abajo de las islas Solentiname y dejaba por consiguiente una gran porción del Lago como propiedad de Costa Rica, y desde luego casi toda su ribera. Nicaragua, que estaba luchando por recuperar lo suyo, no podía admitir perder mas, aún lo no reclamado hasta entonces.
En el memorándum del 13 de febrero, Costa Rica hizo su ultima propuesta Que Nicaragua reconociera por limite con Costa Rica la punta de “Descartes” en el Pacifico, “y continuando por la playa meridional de dicha punta tomar en línea recta al separarse del mar hacia la desembocadura del rio “Refugio” en el Lago de Nicaragua, y la ribera de éste al rio de “San Juan”: de allí la margen meridional de dicho rio hasta el “Colorado” y tomando la ribera de éste hasta su desembocadura en el Atlántico. Serán libres para el tráfico de importación y exportación de Costa Rica las aguas del rio y Puerto de San Juan, sin que en tiempo alguno sea gravado el comercio con ninguna clase de impuesto. Costa Rica renuncia para siempre la navegación libre del Gran Lago; y por vía de cesión gratuita ofrece auxiliar el Tesoro de Nicaragua con cien mil pesos fuertes pagaderos por decimas partes en diez años, incluyendo en esta cantidad las que aquel Tesoro debe al de Costa Rica, previa liquidación. Costa Rica, renuncia todo derecho al Castillo con una legua de radio sobre el territorio en que se halla”.
Esta proporción restaba a Nicaragua la faja de terreno de ocho leguas entre el San Juan y la línea divisoria proyectada hasta el Sarapiquí. Parece muy aceptable ahora que estamos frente a una solución definitiva mucho menos ventajosa.
La misión había fracasado y solo pensó en regresar. Pero antes, el 22 de febrero, Dionisio Chamorro estimó conveniente presentar una protesta. La administración de Nicaragua, decía, tenía por base de su política la armonía con todos los gobierno y pueblos, y mas con los que formaron parte de la Federación de Centro América. Costa Rica se hallaba entre estos últimos, de aquí que el Gobierno de Nicaragua, habiendo fracasado en muchos reclamos para reivindicar el Partido de Nicoya, se proponía concluir un arreglo fraternal, a base de recíprocos sacrificios y ventajas; se prescindía de la cuestión de derechos para proponer una transacción, ofreciendo a Costa Rica todo lo que por su situación debía apetecer razonablemente, y “aun más de lo que otras veces ha pedido”. Pero Nicaragua veía con pena que se menospreciaran sus esfuerzos, sobre todo, que Costa Rica aumentaba sus pretensiones, ya que no solo se limitaba a transformar en perpetua la posesión del Partido de Nicoya, que temporalmente y a manera de depósito le confiriera el Congreso Federal, sino que pretendía cercenar el Distrito de Rivas, adjudicándose el pueblo de Tortuga y el Departamento de Granada en las riberas del Gran Lago y en Río San Juan.
El Gobierno de Nicaragua, según la protesta, se había resuelto a cargar con la responsabilidad de tal arreglo, pues la opinión de los nicaragüenses era muy pronunciada porque se reincorporara el Partido de Nicoya a Nicaragua, y a que no se cediera un ápice de dicho territorio. Por lo mismo no sería difícil que la negativa de Costa Rica llegase a violentar las buena disposición del Gobierno de Nicaragua, “y a disponerlo a dar cumplimiento a los decretos legislativos que le ordenan proceda de hecho a la reincorporación del Partido de Nicoya, para lo cual cuenta por ahora como medios sobrados y con una pronunciada opinión en todos sus pueblos. Muy bien puede esto suceder, repito, porque ya es en él un deber dicha reincorporación, después de haber dado todos los pasos que demanda la prudencia, la humanidad y la civilización”.
Si llegaba a suceder tal reincorporación, y Costa Rica declaraba la guerra a Nicaragua para reconquistar aquel territorio, el Ministro protestaba que Costa Rica seria “responsable ante Dios y los hombres de toda la sangre fraternal que se derrame”. Lo mismo si Costa Rica llamaba en su auxilio alguna poderosa nación extranjera, porque Nicaragua haría otro tanto para defenderse con iguales armas y entonces sobre Costa Rica caería “el vilipendio, el deshonor y todas las mas graves consecuencias que pueden resultar a Centro América”.
Los comisionados de Costa Rica para estas conferencias pusieron el grito en el cielo ante la protesta del Ministro de Nicaragua. La calificaron de “amenazas que pueden hasta cierto punto considerarse como una declaratoria de guerra”. Tuvieron frases muy duras para don Dionisio Chamorro, excusando su actitud como un exceso de sus instrucciones, y llamando calumnia al supuesto de que Costa Rica seria defendida por una gran potencia, como era de suponerse respecto de Inglaterra de quien era notoriamente protegida.
Una vez que la Legación se restituyó a Nicaragua, el Presidente Mora de Costa Rica hizo un viaje por la Provincia, con objeto de asegurar la fidelidad de sus habitantes. En el Guanacaste, según nos informa el historiador Jerónimo Pérez, tuvo pláticas con el caudillo liberal Lic. Buenaventura Selva, quien le dio a conocer que se preparaba una revolución contra Fruto Chamorro, y le pedía la neutralidad de Costa Rica. Mora, encantado, se la prometió porque cualquier desorden en el vecino Estado redundaría en provecho de sus miras sobre consolidar para Costa Rica el territorio en depósito que maquinaba convertir en propio. Un desorden de Nicaragua lo había puesto en manos de los costarricenses: otro desorden lo dejaría allí definitivamente. ¿Prometería algo Selva en cambio de la neutralidad? ¿Habría de arreglar al gusto de Costa Rica el problema de frontera? No lo sabemos: pero es mucha coincidencia que el jefe de aquella revolución haya sido después el mas empeñado en ceder a Costa Rica el territorio disputado, en una forma mucha más ventajosa para ésta que la propuesta por Chamorro.
La amenaza del Ministro de Nicaragua era justa y bien fundada. Costa Rica retenía lo que era suyo. En nuestra historia hay otro caso semejante. Nicaragua dio a Honduras en depósito la provincia de Nueva Segovia; pero Honduras la devolvió a su tiempo sin necesidad de reclamos ni amenazas. El Partido de Nicoya era territorio nicaragüense en los momentos en que Dionisio Chamorro protestaba en San José; tenía derecho de ocupar lo que era suyo, y quizás lo hubiera hecho si la inmotivada y criminal revolución no hubiese estallado dos meses después, deteniendo todo el progreso iniciado por Fruto Chamorro y obstaculizando la solución de todos los problemas internos y externos que afrontaba Nicaragua desde la Independencia.
No ha faltado quien llame provocación a la actitud de Nicaragua; pero bien mirado el caso, más merece ese calificativo quien detentaba ilegítimamente parte de su territorio.