Arte y Cultura
La mayoría de las plantaciones de café se encontraban bajo control de los Estados de la Unión, lo que provocó que una taza costase a los del sur veinte veces más que a sus vecinos del norte. Esto, sumado a la cada vez mayor adicción y el síndrome de abstinencia que padecían muchos soldados, les pasó factura en momentos decisivos de la Guerra de Secesión
Muchos fueron los confederados que tuvieron una auténtica adicción a la cafeína (pinterest)
Durante la Guerra Civil Americana (1861-1865) importante fue la escasez de productos que afectó a ambos bandos, ya no sólo entre la población civil, sino también entre los miembros del ejército. El bloqueo de productos que se hacían unionistas y confederados provocó que se crearan auténticas mafias que y comerciaban con unos y otros con el fin de proporcionarles aquello que les hacía falta.
Dejando al margen los productos de primera necesidad, hubo uno cuya escasez provocó auténticos problemas a los soldados del Ejército de la Confederación: el café y la adicción que tuvieron a esta bebida.
El rancho que se les servía para comer era en la mayoría de ocasiones incomestible, aunque debían comérselo por la necesidad de tener que alimentarse, pero sin embargo el hecho de tomar unas tazas de café era uno de los mayores placeres que tenían, al menos hasta el momento en el que se les acabo la producción y tuvieron que depender de las plantaciones que se encontraban en los Estados del Norte.
Todo un problema ya que lo que a los unionistas les costaba unos pocos centavos conseguir a ellos se lo proporcionaban por astronómicos precios que alcanzaban varias decenas de dólares confederados.
La adicción a la cafeína fue un potente enemigo para el ejército confederado (neatorama)
La adicción al café de los confederados los llevó a crear diferentes sucedáneos con plantas, semillas, hortalizas, raíces, hojas e incluso frutos secos y sus cáscaras con los que se hacían un brebaje con el que suplir dicha carestía, algo que a menudo les provocaba importantes problemas intestinales y muchas fueron las ocasiones en las que los soldados no rindieron como se esperaba por culpa a no haber tomado su dosis de cafeína.
Algo similar ocurría con los unionistas y su adicción al tabaco (la mayoría de plantaciones se encontraban en el sur). Pero los norteños supieron buscar mejores alternativas y consiguieron que algunos comerciantes afines a la causa les proporcionaran tabaco exportado de otras partes del continente.
Se dieron numerosos casos de soldados confederados que tuvieron que ser llevados a la enfermería debido al síndrome de abstinencia que padecían por su alto grado de adicción a la cafeína. La escasez de producto hizo que en muchos momentos se limitase el consumo tan solo a aquellos que estaban siendo atendidos por los médicos de campaña.
Cabe destacar que a lo largo de los años que duró la Guerra de Secesión, varias fueron las treguas que se realizaron, momentos en los que se aprovechó para llega a acuerdos de intercambio de alimentos y productos, entre ellos el trueque de café y tabaco. Algo que les proporcionó estar durante largas temporadas servidos y sin padecer por culpa de sus adicciones.