Monitoreo
Suceso
Lucila Moreno, una mujer de 45 años originaria de Matagalpa, se encuentra ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Monte España, de Managua, tras ser agredida por su expareja a golpes de mazo, la tarde del pasado domingo en el barrio Las Marías de esa ciudad.
La mujer tenía seis meses de haberse separado de su agresor, el ingeniero José Medardo Palma, de 45 años, confirmó Nelly Moreno, hermana de la víctima.
Antes de la separación la pareja convivió por 19 años y según familiares, la mujer constantemente recibía maltrato, por lo que decidió abandonarlo. No procrearon hijos.
Versiones extraoficiales indican que la tarde del domingo Palma llegó hasta la casa de su expareja para intentar regresar con ella, a lo que Moreno se negó. Él reaccionó atacándola con un mazo.
El atacante se suicidó, creyendo que la mujer estaba muerta. Archivo/END- El atacante se suicidó, creyendo que la mujer estaba muerta. Archivo/END –
La mujer quedó tendida en el piso y fue llevada al Hospital César Amador Molina, de Matagalpa, donde debido al estado de gravedad que presentó fue transferida directamente a Managua.
Mientras tanto, el hombre huyó a bordo de una motocicleta, pero la tarde del lunes fue encontrado muerto en las cercanías al puente El Ocote, ubicado en el kilómetro 135 de la carretera Matagalpa-La Dalia. Un médico forense determinó que el hombre se ahorcó.
El año pasado, 14 de las 51 mujeres asesinadas fueron ultimadas por sus exparejas, luego de que ellas se negaran a retomar una relación con sus agresores, según el Observatorio de Violencia de Católicas por el Derecho a Decidir.
La condena final
A este fenómeno, María Teresa Blandón, sicóloga y directora del grupo feminista La Corriente, lo llama la condena final.
Más de 50 mujeres murieron asesinadas el año pasado en Nicaragua. Archivo/END- Más de 50 mujeres murieron asesinadas el año pasado en Nicaragua. Archivo/END –
Blandón explica que en el caso de Lucila Moreno, la mujer de Matagalpa hospitalizada en Managua, “se evidencia que él quería matarla, hacerla desaparecer, es decir que estos hombres que se resisten a vivir sin la mujer que los abandonó, están convencidos que si no es para ellos no va ser para nadie más”.
“El femicidio es la condena final y definitiva que los agresores ejercen sobre sus víctimas. Es la expresión extrema del machismo: ´tu vida me pertenece y puedo hacer con ella lo que quiera, desde un infierno de sufrimiento hasta la extinción física´”, comenta Blandón.
La experta agrega que las mujeres no están obligadas a vivir junto a un hombre que no quieren por las razones que sea.
“Pero el machismo de algunos les hace pensar que las mujeres no somos capaces de tomar nuestras propias decisiones, sobre todo no soportan que la mujer que consideran de su propiedad los rechace y les diga que no quieren nada con ellos. Lo que hay en estos crímenes es una demostración extrema del dominio que ejerce el hombre”, concluye Blandón.