AFP
Hillary Clinton y Donald Trump se miden el lunes en el primero de tres debates presidenciales, y ninguno de los candidatos a la Casa Blanca figura como favorito en el duelo verbal.
La ex secretaria de Estado y ex senadora tiene a su favor la experiencia política y conoce al dedillo los temas, pero carece de lo que los seguidores del magnate y estrella de televisión ven como su autenticidad bruta.
Ambos se atacan mutuamente desde hace un año pero nunca se han encontrado cara a cara en un debate. Sin duda ahí radica el atractivo principal de este show televisado, que según expertos podría convocar hasta 100 millones de espectadores, una cifra jamás vista en la política estadounidense.
Será también histórico: ninguna mujer ha participado en un debate presidencial.
Pese a que mayoría de los electores ya ha tomado su decisión de cara a los comicios del 8 de noviembre, los debates pueden sin embargo tener un impacto en los indecisos, que un sondeo de NBC ubica en 9%, y los candidatos analizan estrategias para seducirlos.
Clinton y Trump están empatados en las intenciones de voto, reveló este domingo una encuesta de The WashingtonPost/ABC.
La candidata demócrata y su rival republicano cosechan 46% de las adhesiones entre los votantes registrados.
Hillary Clinton: muy cerebral
«Normalmente no miramos los debates televisados para ver cuál de los dos candidatos es el más inteligente y quién expone la mayor cantidad de cifras y conocimientos», dijo a la AFP Mitchell McKinney, profesor de comunicación política de la Universidad de Misuri.
McKinney, especialista en debates políticos, indicó que los televidentes prefieren los candidatos que logran comunicar su visión en pocas frases simples, coherentes y memorables.
Por eso Clinton, con su conocimiento detallado de los temas, deberá evitar caer en la trampa de dar respuestas demasiado detalladas y técnicas.
«Debes generar una conexión más emocional con los votantes para esperar ganar», dijo a la AFP el consultor comunicacional Carmine Gallo.
Obama resumió así su consejo a su ex secretaria de Estado: «sé tú misma y explica lo que te motiva».
Pero ese ha sido el eterno problema para Hillary Clinton, la menos querida de los candidatos demócratas a la Casa Blanca en años, según encuestas.
Clinton reconoce que carece del carisma de su esposo, Bill Clinton, o de Barack Obama; más de la mitad de los estadounidenses afirma que desconfían de ella.
En su primer asalto a la presidencia en 2008, Clinton se presentó como una dama de hierro. Esta vez asume su rol de pionera de los derechos de la mujer y remarca su imagen de abuela, para aparecer más simpática.
Pero será difícil disolver en 90 minutos una imagen forjada en la opinión pública por más de un cuarto de siglo.
Su fortaleza podría estar en su capacidad de lanzar efectivos contraataques verbales.
«¿Cuáles serán esos dos o tres mensajes que ella querrá que la gente comparta en Twitter y las redes sociales?», se preguntó Gallo. «Escuchen la o las frases que repetirán varias veces durante el debate», apuntó.
Donald Trump: muy visceral
«Trump crea un vínculo con sus electores en un nivel profundamente emocional, y eso puede ser muy difícil de equiparar, porque la emoción con frecuencia es más fuerte que los datos», añadió el experto.
En ese terreno, el millonario populista y ex presentador de un exitoso programa de telerrealidad tiene una clara ventaja. Ningún candidato, a excepción del senador demócrata Bernie Sanders, ha sabido electrizar como él a las multitudes en esta campaña.
Pero en los 12 debates de las primarias republicanas, Trump no siempre dominó la partida, y en ocasiones se mantuvo al margen, dejando que sus rivales se arrancaran a pedazos.
En los últimos debates, cuando solo quedaban unos pocos adversarios, con frecuencia acudió a tácticas disruptivas, cortando las intervenciones de los otros candidatos con comentarios mordaces y apodos ofensivos.
Pero a diferencia de los debates de las primarias, esta vez «Trump tendrá la mitad de los 90 minutos y no podrá llenar el tiempo con bromas, fanfarronerías o ataques», señaló McKinney.
«Tendrá más oportunidades para hablar con profundidad. ¿Lo logrará?», se preguntó.