– Una misma ruta en defensa por la Soberanía Nacional de Nicaragua
Cultural
Clemente Guido Martínez. Historiador
Este año conmemoramos el I Centenario del paso a la inmortalidad de Rubén Darío, y el 82 aniversario del martirio Patriótico del General Augusto César Sandino, y nuestro Presidente de la República Comandante Daniel Ortega Saavedra, ha emitido un Decreto en el cual nos llama a todos los nicaragüenses a conocer el pensamiento de Rubén Darío, estudiarlo y asimilarlo, y que las demás festividades patrióticas (como la que hoy conmemoramos) debemos enmarcarlas en este mismo espíritu Dariano.
Por esa razón, cuando me invitaron a decir algunas palabras sobre nuestro General Sandino, no pude resistirme a relacionar el pensamiento de estos dos grandes HEROES de la Patria Nicaragüense: Darío y Sandino. Rescatando el pensamiento de Rubén Darío en su completa dimensión y no cercenándolo, como se ha querido mantener durante décadas por los sectores más conservadores y pro imperialistas dentro de Nicaragua.
En el periódico “La Nación” de Buenos Aires, Argentina; Rubén Darío publicó el 15 de marzo de 1902, un artículo titulado: “La invasión Anglosajona, Centro América Yanke”.
En ese artículo nuestro poeta analiza el Tratado suscrito entre Estados Unidos de Norteamérica e Inglaterra, dos potencias imperialistas que pisotean las Soberanías de los pueblos pobres del mundo. Se refiere al Tratado Hay-Paucefote, por medio del cual estas potencias imperialistas se ponen de acuerdo en cuanto a que Estados Unidos construya el canal siempre y cuando permita y cumpla con ciertos acuerdos referidos a “tiempos de guerra” que no impidan el uso del canal por Inglaterra.
Analizando este Tratado y la situación de Panamá, Rubén Darío dice lo siguiente:
“Lo que es un hecho, es que dentro de no lejano tiempo, la tierra en que he nacido –algunos de mis lectores sabrán que soy originario de Nicaragua- pasará a ser dependencia de la gran República del norte; el resto de Centro América lo será después; ya se sabe cuál es la manera pacífica de conquistar que tienen los hombres de los ferrocarriles y de los dollars”.
Este texto es profético. Lo redactó y publicó en 1902. Siete años después, en 1909, El General José Santos Zelaya, renunciaba al Gobierno en un intento de salvar la Revolución Liberal de la amenaza directa de los Estados Unidos de Norteamérica, por la pretensión nacionalista de Zelaya de construir el Canal por Nicaragua con la inversión de varios países extranjeros, y no solamente del capital Norteamericano.
En 1910, José Madriz, el joven sucesor de Zelaya también tuvo que renunciar, pues los Estados Unidos necesitaban un Presidente a la medida de los intereses geopolíticos norteamericanos y no un nacionalista como Madriz. A partir de entonces, desde 1911 los Estados Unidos comenzaron su mandato convirtiendo a Nicaragua en aquello que Rubén Darío había anunciado en 1902: “Una dependencia de la gran República del norte”.
Darío se lamenta, en el mismo artículo de 1902 dice nuestro Héroe Nacional:
“Es cierto que una vez entrado el yanqui, la política singular de esos gobiernos, las asonadas, las tiranías comicotrágicas, la semibarbarie de algunas regiones, todo eso desaparecerá. Pero desaparecerá también la raza, la savia latina; la ola invasora lo destruirá todo”.
Es un lamento por la raza, aquella raza de la que en su poema a Roosevelt, Rubén Darío dice que “todavía cree en Jesucristo y habla en español”. Califica Rubén a las políticas norteamericanas como “la ola invasora” destructiva, antinacionalista, imperialista.
Y remata su artículo con una ironía y crítica feroz a la clase política Centro Americana de su tiempo, cuando expresa lo siguiente:
“Y no sé para qué se habla tanto en esos países de Morazán, de Cabañas, de Jerez, de unos cuantos bravos soñadores que quisieron hacer una Patria. Todos ellos tienen hoy en Centro América una estatua. Deberían fundirlas todas, para hacer una grande, a la entrada del canal, al bucanero William Walker”.
La ironía no puede ser más feroz, construir un monumento en Panamá al bucanero William Walker, que había sido derrotado en Nicaragua por las tropas patrióticas centroamericanas, pero que ahora por las nuevas políticas intervencionistas de los Estados Unidos de Norteamérica, había tenido un triunfo rotundo en el Istmo de Panamá, ante la vista paciente y condescendiente de todos los gobiernos de Centro América. Por eso, dice Rubén, fundamos todas las estatuas de los próceres Centro Americanos y hagámosle una nueva estatua al bucanero.
El 28 de Septiembre de 1912, en el mismo periódico La Nación de Argentina, Rubén Darío, conocedor de la intervención y desembarco directo de los Marines Norteamericanos en Nicaragua, hecho sucedido en agosto de 1912, escribe un artículo titulado “El Fin de Nicaragua”, donde expone y denuncia la perdida de la Soberanía Nacional de Nicaragua por la intervención directa de Estados Unidos. Dice Rubén:
“Cuando Zelaya entregó el poder a Madriz, se creyó la revuelta develada; y ya iba el gobierno a deshacer a los revolucionarios de Bluefields, cuando desembarcaron tropas yanquis que apoyaron a Estrada, Chamorro y demás sublevados. Cayó Madriz y se constituyó un nuevo gobierno; el Partido Conservador que antes de Zelaya había mandado treinta años, y que con Zelaya estuviera aplastado diecisiete años, renació, pero para cometer peores cosas que aquellas de que acusaban al gobierno liberal”.
Rubén señala la perdida de la Soberanía en esta nueva situación política del país, y denuncia que “el imperio norteamericano se extendía sobre todo el territorio nicaragüense, y la pérdida implícita de la soberanía era una triste realidad, aunque no hubiese ninguna clara declaración al respecto () Dícese que estando reunido el Congreso de Nicaragua para tratar de la reforma de la Constitución se recibió un cablegrama de la casa blanca en el cual se ordenaba –esa es la palabra-, que no se tratase la reforma a la Constitución hasta que llegase un comisionado del Gobierno de los Estados Unidos…si esto no es ya perder completamente la nacionalidad que venga Washington y lo diga, porque ya sería tarde para preguntárselo a San Martín o a Bolívar”.
Remata Rubén Darío su artículo de 1912, anunciando proféticamente que “la Soberanía nicaragüense será un recuerdo en la historia de las Repúblicas americanas”, porque él mismo anota, “los Estados Unidos con la aprobación de las naciones de Europa y quizá de algunas de América – ocuparán el territorio nicaragüense, territorio que les conviene, tanto por la vecindad de Panamá como porque entra en la posibilidad de realizar el otro paso interoceánico por Nicaragua…”
Cuatro años después de este artículo publicado en Argentina, Rubén Darío murió en León de Nicaragua, a la edad de 49 años, el 6 de Febrero de 1916.
Murió sin ver a Nicaragua libre de la intervención norteamericana. Murió como un profeta aclamado en su tierra, pero desconocido en su pensamiento antes referido. Pero Rubén antecedió en su pensamiento al General de Hombres de libres, Augusto César Sandino.
Si en Rubén Darío encontramos la denuncia profética de una Nicaragua sometida en su Soberanía Nacional a los Estados Unidos de Norteamérica; Soberanía de la que solamente quedaría “el recuerdo”, en el General Augusto César Sandino, encontramos la respuesta patriótica de un nicaragüense valiente y honrado, al lamento de Rubén Darío.
El General Sandino, ante la intervención norteamericana en Nicaragua responde con una frase que es acuñada en la memoria histórica de la Patria, cuando el 1ero. De Abril de 1928; catorce años después del inicio de la intervención norteamericana en Nicaragua, se alza con una voz patriótica y anuncia al mundo su decisión de luchar por la soberanía Nacional de Nicaragua, dice así:
“Por consiguiente, y viendo que los Estados Unidos de Norteamérica, con el único derecho que les da la fuerza bruta, pretenden privarnos de nuestra Patria y de nuestra libertad, he aceptado su reto injustificado que tiende a dar en tierra con nuestra Soberanía, echando sobre mis actos la responsabilidad ante la historia. Permanecer inactivo o indiferente, como la mayoría de mis conciudadanos, sería sumarme a la grosera muchedumbre de mercaderes patricidas. (). Amo la justicia y por ella voy al sacrificio. Los tesoros materiales no ejercen ningún poder en mi persona; los tesoros que anhelo poseer son espirituales”.
Rubén Darío denuncia la intervención norteamericana y la enfrenta con su pluma llena de patriotismo y sabiduría (don que Dios mismo le había regalado), y el General Sandino enfrenta la intervención norteamericana con las armas en la mano, sabiendo que ante el coloso yanke tenía las de perder, por lo que anuncia que él va “al sacrificio”, y se eleva por encima de toda la clase política de su tiempo y de otros tiempos, al rechazar los tesoros materiales como premio por su decisión, y reclamar solamente los tesoros espirituales que son el Amor de los Nicaragüenses por este hombre que bien merecido tiene el nombre de ser uno de los “cachorros del León” que andan sueltos por Nicaragua, como advirtió Rubén Darío a Roosevelt.
Cuando en 1912 Rubén denuncia que Nicaragua será sometida por Estados Unidos ante la posibilidad de construir otro canal por Nicaragua, estaba en lo cierto; luego El General Sandino en su Manifiesto de San Albino, el 1ero. De Julio de 1927, declara sobre este tema del canal lo siguiente:
“El mundo sería un desequilibrado permitiendo que solo los Estados Unidos de Norte América sean dueños de nuestro canal, pues sería tanto como quedar a merced de las decisiones del coloso del Norte, de quien tendría que ser tributario; ();
La civilización exige que se abra el Canal de Nicaragua, pero que se haga con capital de todo el mundo y no que sea exclusivamente de Norte América…con lo cual tendríamos suficientes ingresos para cruzar de ferrocarriles todo nuestro territorio nacional y educar a nuestro pueblo en el verdadero ambiente de democracia efectiva, y así mismo seamos respetados y no nos miren con el sangriento desprecio que hoy sufrimos”.
Y para concluir, quiero recordar cuáles son según el General Augusto César Sandino, las principales características de un Presidente de Nicaragua, que garantice esa Soberanía Nacional. En su carta del 6 de Octubre de 1927, El General Sandino, al referirse a las elecciones Presidenciales de Nicaragua que se realizarán en 1928 bajo la supervigilancia de los Marines Yanquis, dice lo siguiente:
“El pueblo que siempre ha sido la victima de la desenfrenada ambición de los caudillos, debe meditar con reposo y sin ninguna imposición en todo lo que se refiere al candidato que sabrá mantener, antes que todo, el decoro de la República y que, a la vez, sepa interpretar las necesidades del pueblo, pues hay que reflexionar en que todo gobernante que surja impuesto por un poder extraño, solo representará y defenderá los intereses ajenos, y nunca los colectivos de la Patria. El gobernante que sienta verdadero amor por su país, debe despreciar con altivez toda propuesta humillante que afecta la Soberanía de la Nación”.
Continúa el General Sandino diciendo que “El pueblo es soberano y debe respetársele su derecho de elegir sus gobernantes; y por esto luchará sin descanso hasta hacer efectivo ese derecho, hoy pisoteado por los conquistadores”.
Esta frase contundente del General Sandino fue escrita en 1927, y hoy los descendientes del ideario Sandinista nacido en las montañas de las Segovia, podemos decir con certeza histórica que Nicaragua hoy es un pueblo Soberano, y en las actuales condiciones políticas del país, nuestros derechos de elegir a nuestros gobernantes, son respetados, y no hay conquistador yanke que nos pisotee ese derecho.
Hoy podemos decir, con honor y dignidad, que Nicaragua es libre, soberana y lucha por su independencia económica forjando una gran alianza con todos los sectores productivos vivos de este país, honestos y dispuestos a hacer de Nicaragua esa gran Nación que Rubén Darío también nos indicó como meta cuando en su libro Intermezzo Tropical, escribió lo siguiente:
“A través de las páginas fatales de la historia, nuestra tierra está hecha de vigor y de gloria, nuestra tierra está hecha para la Humanidad”.
“Pueblo vibrante, fuerte, apasionado, altivo; pueblo que tiene la conciencia de ser vivo, y que reuniendo sus energías en haz portentoso, a la Patria vigoroso demuestra que puede bravamente presentar en su diestra el acero de guerra o el olivo de paz”.
“Si pequeña es la Patria, uno grande la sueña. Mis ilusiones, y mis deseos, y mis esperanzas, me dicen que no hay patria pequeña, y León es hoy a mí como Roma o París”.
¡Viva Rubén Darío!
¡Viva el General Augusto César Sandino!
¡Viva Nicaragua!
18 de Febrero del año 2016. Alcaldía de Managua.