Granada, Nicaragua
Por: Augusto Cermeño
Carlos Arguello Ramírez, se da el lujo de lucir, de rodar por las calles de Granada, un carro Skoda checo, de los años 70, que fue traído a Nicaragua por la empresa importadora de automotores VIMSA, propiedad de don Manuel Ignacio Lacayo, según nos explicó Arguello.
El carro lo compró la señora Ramírez de Arguello, la señora madre de Carlos, a un precio de 5 mil dólares, en abril de 1980, aunque el modelo es del 79. Según Arguello, “habían 60 de esos guardados en Corinto, para la guerra”.
Explicó, que cuando pasó la guerra que derrocó a la dictadura, los carros checos fueron vendidos a 5 mil dólares y “volaron, la gente se los llevó, cuando estaba Narciso Arellano a cargo de VIMSA, emparentado con mi mamá”.
Carlos cree que el carro ya no circula en Nicaragua, que es su Skoda es el único que existe en el país. Recuera que “había uno en Masatepe, del propietario de una farmacia, pero no me acuerdo del nombre del, igualito a este”.
El carro dejó de circular cuando VIMSA, dejó de cumplir con sus pagos a los checos, acumulando una de millones de dólares. De modo que “si VIMSA, pagaba los repuestos por adelantado, los checos mandaban, porque la nueva administración estatal de VIMSA no asumió la deuda”.
Contrario al discurso anticomunista del dictador Somoza, la importación de carros del otro lado de “la cortina de hierro”, era efectiva. Además de los carros checos también vinieron a Nicaragua carros yugoslavos, los Polski Fiat de Polonia, según Arguello.
También fue importado de países socialistas el Jeep Aro, que lo trajo PAISA, “propiedad del miembro de la Junta de Junta de Gobierno que tuvo Somoza, Alfonso Lovo Cordero, en la década de los 70”.
Para Arguello, los carros socialistas llegaron a Nicaragua y fueron bastante aceptados “porque eran buenos vehículos, de muy buena calidad y Somoza permitió su importación”.
Considera que el granadino rinde pleitesía a la aristocracia y tienen preferencia política por los más ricos
Carlos Arguello Ramírez, tiene la percepción de que los granadinos rinden pleitesía a la aristocracia, que desde la colonia española domina todos los ámbitos de la sociedad, sobre todo en lo político económico y social.
Arguello, es de los que piensan que las esferas sociales y económicas granadinas de alcurnia, pertenecientes a familias muy antiguas, que tienen peso en el desarrollo económico, sobre todo, siendo un sector que por esos recursos que posee, da empleo a muchas familias granadinas, sobre todo, con mayor fuerza, en épocas pasadas, hasta que llegó la crisis de la industria a Granada, debido al estado obsoleto de la misma.
Si alguien algún día quiere probar este planteamiento, solo pregunte a las personas mayores de 40 años para quien han trabajado y tendrás respuestas generalizadas de haber trabajado o trabajar para “Los Chamorro”, muy pocos dirán para la IUCASA, la Prego, etc.
Mal que bien, los sectores con mayor poder económico, son los que han hecho inversiones en la industria, que es el sector empresarial que más fuentes de empleo crea, junto con las pequeñas y mediana empresa.
Esto hace pensar a Arguello que los señores empresarios de alto nivel son una casta privilegiada que ha logrado mantener una relación, extraños lazos que los unen y los separan a la vez, porque uno necesita del otro y viceversa.
Cuando hay elecciones, es natural que los candidatos, según Arguello, surjan de sectores o personalidades seleccionadas por los hombres fuertes de los sectores aristocráticos tradicionales granadinos.
Incluso, en Granada se dice que los candidatos los ponen los Chamorro, que es la familia que más peso económico y social tiene en la ciudad, con mucha antigüedad. Por supuesto que estos candidatos proceden del otrora poderoso Partido Conservador.
Como dicen los buses atrás: “Guarde su distancia”
Arguello, hablando de manera gráfica, “del culto a las personalidades procedentes de la más rancia aristocracia granadina”, dijo que en una ocasión vio a un granadino dirigirse a don William Hurtado Chamorro (qepd), propietario del Cine Karawala, el único que existe en Granada, le llamó la atención el cruce de palabras de don William con un ciudadano de sectores populares.
Recuerda Arguello Ramírez, cuya madre lleva el apellido Chamorro, que el ciudadano humilde, pero muy pícaro, se dirigió a Hurtado con una confianza única, llamándolo: William ¿a qué hora comienza la película?.
Hurtado, quien acostumbraba a pasearse por el corredor externo del teatro, moviendo en forma circular una cadena de oro que colgaba del cargador de su fino pantalón de lino, a modo de llavero, quedó viendo al “igualado” que se atrevía a tutearlo, sin conocerlo.
Don William Hurtado le respondió a “perico de los palotes” con otra pregunta: ¿Ha visto el letrero que llevan los buses atrás? Ese letrero dice: guarde su distancia. El humilde y pícaro ciudadano se retiró sin protestar. Según Carlos Arguello, ese fue un cuadro que plasmaba la actitud del granadino ante las clases sociales más pudientes.
La verdad es que en la actualidad, esto no es igual, porque han surgido nuevos ricos, que no precisamente son “de sangre azul” pero inciden en cambios de actitud del granadino.
El don por respeto y el don como “título nobiliario” que se da a personalidades vinculadas a viejas familias granadinas, en comentario de don Julio César Gómez Mora
El tema de los dones, los dones por respeto y los dones como “título nobiliario” de viejas familias granadinas de la crema y nata de la sociedad, como antaño se decía, son parte de el análisis y critica que hace don Julio Cesar Gómez Mora. En nuestra opinión, también existen los dones como signo de respeto entre las familias de mafiosos, que les llaman también “padrinos”.
Don Julio César escuchó hablar a Carlos Arguello Ramírez, expresando su malestar por lo que considera un irrespeto a la gente humilde de Granada y el culto granadino a los personajes de “alcurnia” en la Gran Sultana.
Se refirió a la anécdota vertida por Arguello, sobre la forma en que se dirigió un humilde ciudadano del pueblo a don William Hurtado, llamándolo, a secas, William, tuteándolo, lo que no fue del agrado del propietario del Cine Karawala.
No le agrada a don Julio César que Hurtado (qepd), mandara al ciudadano a leer el rótulo que los buses llevan detrás: Guarde su distancia. “Me inquietó mucho, porque lo sentí como ofensa para la gente más humilde”, indicó Gómez.
Don Julio César se ubica en la clase media y considera que “hay gente que es más pobre, que no reclaman, quizás por miedo a ir a la radio, pero yo vengo porque no se puede humillar al más pobre”.
Cree que tanto el pobre como el rico van al mismo lugar cuando se van al otro mundo. “Por la misma puerta entran todos: el millonario como el bazuquero, el que no tiene nada”.
Reconoce que el rico al morir va a depositarse en una bóveda de mármol y el pobre va a la tierra misma, “pero sácalo a los 6 años, igual que el otro saldrá, podrido, hediondo, en osamenta y el dinero no hizo nada para marcar la diferencia”, comentó Gómez.
Recuerda cuando observaba salir de las iglesias el cortejo fúnebre de un millonario, y buscaba por todos lados cuanto de lo que tuvo en vida se llevaba para el otro mundo: “no se llevan nada de lo que tienen”, expresó Gómez.
Nuestro inquieto amigo Gómez, nos manifestó que cuando niño le comentó a su abuelo, don Antonio Gómez, las expresiones de preocupación de una señora que decía que “es un problema no tener dinero.
El abuelo le respondió que “es problema y medio tener dinero porque andan ladrones y todo el mundo queriendo fregarlo y cambian hasta el modo de caminar”. El mismo se puso como ejemplo, cuando andaba más de media libra de oro de 14 quilates en el cuerpo y lo escaparon de matar por forrarse en oro. Esto obligó a don Julio César a vender el oro.
Ese atentado le pasó, según Gómez, “por andar de farsante, de exhibicionista. Por eso, por nada me matan”.