29 marzo 2024

Apuntes sobre el 194 Aniversario de la Independencia de Centroamérica

Arte y Cultura

Granada, Nicaragua

Por: Augusto Cermeño

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Cuadro del chileno Luis Vergara Ahumada de 1957, que interpreta la celebración del Primer Grito de Independencia de Centroamérica en San Salvador

Se conoce como Independencia de Centroamérica a la conmemoración, por parte de los actuales países de: Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, de la firma del Acta de Independencia de América Central el 15 de septiembre de 1821.

La Capitanía General de Guatemala, estaba conformada, en ese entonces, por las Provincias de Guatemala, Chiapas, Comayagua, San Salvador y la Provincia de Nicaragua y Costa Rica. La suscripción del documento trajo como consecuencia la independencia del Gobierno  de la corona española, del Rey Fernando VII.

A diferencia de los demás países Americanos exceptuando a Panamá, la Independencia de Centroamérica fue un proceso relativamente pacífico. El movimiento independentista centroamericano tomó como ejemplo la independencia de los Estados Unidos, y la revolución francesa que terminó con desigualdades y privilegios, además de ser influenciado por las ideas del reformismo ilustrado español y de la ilustración racionalista europea.

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La promulgación de la Constitución de 1812, obra de Salvador Viniegra (Museo de las Cortes de Cádiz).

La independencia centroamericana tomó impulso luego de la ocupación francesa de 1808 en España, la cual creó un caos político en la península ibérica que terminó con la formación de diferentes grupos de resistencia popular mejor conocidas como Juntas. Estas crearon un gobierno español clandestino y promulgaron la Constitución de 1812 la cual tuvo un efecto directo en toda América. El primer movimiento independentista en Centroamérica se dio en el 5 de noviembre de 1811, cuando una conspiración encabezada por los curas José Matías Delgado y Nicolás Aguilar intentó apoderarse de unas armas que existían en la casamata de San Salvador. A este movimiento le siguieron revueltas en Nicaragua, la conjuración de Belén y otros movimientos de 1814 a 1821. Una reunión entre las mismas autoridades coloniales, y una junta de notables compuesta por líderes religiosos y criollos ilustrados, terminó el 15 de septiembre de 1821 con el dominio español en el antiguo virreinato de Guatemala, que comprendía el actual territorio del estado de Chiapas (México) y las repúblicas de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.

Factores que intervienen

La proclamación de la Independencia de Centroamérica fue fruto de un complejo proceso en el que intervinieron diversos factores: el descontento de los hispanoamericanos provocado por el opresivo régimen absolutista, la falta de derechos políticos y las restricciones al comercio y a la producción. En este contexto, las novedosas propuestas del pensamiento Ilustrado, de la Constitución Política de los Estados Unidos, y de la Revolución Francesa, encontraron terreno fértil: inspiraron la lucha de los hispanoamericanos por su emancipación y les sirvieron de guía al momento de organizar sus nuevas instituciones políticas.

El 16 de septiembre de 1810, Miguel Hidalgo, párroco del pueblo de Dolores, en México, inició una masiva insurrección indígena demandando la abolición del tributo y la esclavitud. A su muerte, otro cura revolucionario llamado José Morelos asumió el liderazgo de los insurgentes, exigiendo la independencia de España y la redistribución de la tierra.

En noviembre de 1811, la aparente tranquilidad de la Audiencia de Guatemala llegó a su fin. En San Salvador, León, Granada, Rivas y Masaya, el pueblo se sublevó exigiendo la destitución de las autoridades españolas, rebaja de impuestos, supresión de monopolios, abolición de la esclavitud, libertad de prisioneros políticos, entre otras demandas.

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Capitán General Jose Bustamante

El 20 de febrero de 1812, el Obispo Nicolás García Jerez logró mandar desde León una carta secreta al Capitán General José Bustamante, pidiéndole dos mil soldados para aplastar la sublevación. Éste movilizó de inmediato tres batallones que se encontraban acuartelados en El Salvador, Honduras y Costa Rica. Ante el inminente ataque, los rebeldes de León y Rivas aceptaron reconocer la autoridad de los funcionarios coloniales y, a cambio, el obispo les prometió que no serían perseguidos.

Por el contrario, los granadinos opusieron resistencia armada al ejército colonial. Finalmente, el 25 de abril aceptaron deponer las armas y acogerse al ofrecimiento del obispo de que serían perdonados. Sin embargo, el Capitán General violó el acuerdo y ordenó capturar a un gran número de los rebeldes.

Los principales dirigentes fueron llevados en cadenas hasta Guatemala para ser enjuiciados. Dieciséis personas fueron condenadas a muerte, nueve a presidio perpetuo, y otras ciento treinta y tres más recibieron penas de varios años de cárcel y confiscación de sus propiedades, entre ellas tres valientes granadinas: Josefa Chamorro, María Gregoria Robleto y María Ulloa.

El maltrato a los prisioneros granadinos generó aún más  descontento en Centroamérica. Un grupo de patriotas que se reunían secretamente en el Convento de Belén, en ciudad Guatemala, elaboró un plan para apoderarse del cuartel de armas, sublevar al pueblo y liberar a los presos. Uno de sus dirigentes era el sacerdote indígena Tomás Ruiz, originario de Chinandega, quien era admirador del cura revolucionario mexicano José Morelos, y difundía sus proclamas.

Algunos hechos importantes

En 1805, en El Viejo, Chinandega, se da una revuelta cuando detienen a una mujer que vendía cususa. Exigían la destitución del sub delegado. El pueblo impidió con piedras y machetes que la mujer fuera entregada a la Intendencia de León.

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El Rey Fernando VII

Algunos eran incitados por el cura indígena Tomas Ruíz, prócer nicaragüense, seguidor del cura mexicano José María Morelos. El nombre de Tomas Ruiz vuelve a escucharse en la conspiración del Convento de Belén, Guatemala.

Se dieron otros conatos en San Salvador, León y Granada. A inicios del Siglo XIX, España había perdido fuerza en sus colonias americanas. Se percibe un vacío de poder en la corona española. Napoleón atacó España y destronó al Rey Fernando VII y puso a su hermano José, en 1808.

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Padre Matias Delgado
Esos aires libertarios provocaron inquietud en las intendencias del Reino de Guatemala. El 10 de noviembre de 1811 estalló una conspiración en San Salvador, encabezada por los curas Matías Delgado y Nicolás Aguilar. Intentaron apoderarse de tres mil armas y de 200,000 pesos de la Intendencia. Los salvadoreños expulsaron a los españoles y dejaron a los criollos. En ese tiempo había asumido la capitanía General del Reino, el general José Bustamante y Guerra.

Un mes después de estos sucesos en El Salvador, se prendió la mecha en León. Resultaba antipático el Intendente de esa ciudad, don José Salvador, instalado desde 1794. El 13 de diciembre de 1811 se dieron revueltas en varios barrios leoneses. Unos 4 mil hombres armados de palos y machetes se concentraron en la plaza central para exigir la renuncia del Intendente. Pedían nuevo gobierno, libertad a los presos, abolición del monopolio de aguardientes, rebajas en el precio de la libra de tabaco, eliminación de impuestos a las carretas y al ganado. Finalmente fueron destituidas las autoridades.

Insurrectos en Granada

En diciembre de 1811, la rebelión se extendió a Granada y Rivas. Los granadinos pidieron la destitución de los funcionarios Chapetones (españoles) que terminaron “exiliados” en Masaya. Se quejaban de la centralización administrativa y las restricciones a las libertades individuales. En Rivas encabezó la rebelión el militar retirado Félix Hurtado, al frente de cinco mil hombres armados de machetes y palos.

Después de las fiestas de diciembre, el 8 de enero de 1812, los granadinos insurrectos se embarcaron y navegaron por el Cocibolca hasta la comisura del lago, donde está San Carlos, y tomaron por asalto el fuerte y detuvieron a los españoles que estaban en la fortaleza.

José Bustamante envió al comandante de armas,  Benito Soto, al frente de mil hombres (negros caribes) para poner el orden en Granada. El 12 de abril de 1812 se libró una cruenta batalla. Los granadinos abrieron trincheras en las avenidas. Una batería de 12 cañones dispararon sus proyectiles hasta el amanecer, hasta que los invasores se retiraron del lugar. Pero, el 22 de abril los insurrectos capitularon, logrando arrancar el compromiso de amnistía, que no se cumplió. Granada fue ocupada sin resistencia alguna y se ordenó a la Intendencia de León enjuiciar a los cabecillas insurrectos. El juicio duró dos años. Finalmente se decretó pena de muerte para 16 conspiradores, cadena perpetua para 9 y prisión temporal para 133. La sentencia se interpretó como un “escarmiento” ante cualquier sublevación en la región.

Los principales dirigentes fueron llevados en cadenas hasta Guatemala para ser enjuiciados. Dieciséis personas fueron condenadas a muerte, nueve a presidio perpetuo, y otras ciento treinta y tres más recibieron penas de varios años de cárcel y confiscación de sus propiedades, entre ellas tres valientes granadinas: Josefa Chamorro, María Gregoria Robleto y María Ulloa.

Conjura de Belén

En la conjura de Belén, Guatemala, encabezada por el cura Tomás Ruiz. En 1813, a finales de octubre y comienzos de noviembre, Ruiz sostuvo reuniones secretas con otros independentistas guatemaltecos, entre ellos los cuñados de Molina, Cayetano y Mariano Bedoya. Fue elegido como jefe del grupo el fray Juan Nepomuceno de la Concepción, prior del convento. La conjura de Belén estaba prevista para el 24 de diciembre, en Nochebuena. Pretendía declarar la independencia de la capitanía y sus provincias de España, y demandar la libertad de los presos granadinos.

Nada se pudo lograr. La conspiración fue delatada por unos militares que habían sido invitados, y abortada el 21 de diciembre cuando la mayoría de los conjurados fueron detenidos.

Algunos lograron huir. Varios fueron condenados a varios años de cárcel, Algunos fueron desterrados a ultramar. Aunque lograron el perdón de España en 1817, el arbitrario Bustamante no los liberó.

Hasta 1819 el cura Ruiz y los otros sobrevivientes recuperaron su libertad. Se presume que se largó para Chiapas, en México. Todavía faltaría un par de años para que la capitanía declarara su independencia, entonces sí, sin lágrimas y sin sangre. El 15 de septiembre de 1821 fue firmada el acta de Independencia.

Acerca del Acta de Independencia de Centroamérica

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Gabino Gainza

Acta de Independencia de Centroamérica, también conocida como Acta de Independencia, es el documento legal mediante el cual la Diputación Provincial de la Provincia de Guatemala, proclamó el 15 de septiembre de 1821 la separación de la Monarquía Española, aunque invitando a la vez a las otras provincias del antiguo Reino de Guatemala a enviar diputados para que un congreso decidiera en 1822 sobre si se confirmaba o no la independencia absoluta.

La reunión de la Diputación fue presidida por el Jefe Político Superior Gabino Gaínza y el acta la redactó el célebre intelectual y político hondureño José Cecilio del Valle a los escribanos indígenas Lorenzo Romaña y Domingo Dieguez de acuerdo a versión del Dr. Orlando Betancourth. La sesión se efectuó en el Palacio Nacional, que estaba ubicado en lo que hoy día se conoce como el Parque Centenario.

La intendencia de San Salvador aceptó con entusiasmo la decisión de la Diputación guatemalteca, cuya acta fue secundada por las Diputaciones Provinciales de Comayagua (28 de septiembre) y de Nicaragua y Costa Rica (11 de octubre). Sin embargo, estas dos provincias se manifestaron reacias a admitir la autoridad de Guatemala.

El 29 de octubre de 1821, el emperador Agustín de Iturbide por medio de su canciller o primer ministro José Manuel de Herrera envió una carta al capitán general de la Junta Provisional Consultiva de América Central, Gabino Gaínza y Fernández de Medrano, cuya junta presidía a los delegados representantes de las provincias de Chiapas, San Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica con la propuesta de unirse al Imperio mexicano de acuerdo a las Tres Garantías de los Tratados de Córdoba.

Aunque una de las cláusulas del Acta de Independencia establecía la formación de un congreso para «decidir el punto de Independencia y fijar, en caso de acordarla la forma de gobierno y la ley fundamental que deba elegir», el 2 de enero de 1822, por voto mayoritario de los ayuntamientos de las cinco provincias, y con San Salvador como principal oposición a esta decisión, todo el territorio centroamericano se incorporó al Imperio mexicano de Agustín de Iturbide quien abdicó a la corona mexicana el 19 de marzo de 1823, dándose con esto la separación de las provincias, a excepción de Chiapas, la cual se unió a la república mexicana como un estado federado.

La Batalla de San Jacinto

csem-jdev-gPero la independencia trajo consigo un enfrentamiento continuo por el poder entre las poderosas ciudades de León y Granada, y sus respectivos partidos políticos (en León los liberales y en Granada los Conservadores).

Pocos años después, este enfrentamiento provocó un suceso histórico que puso en peligro a la nueva nación. Durante la guerra, el bando conservador logró involucrar a un ejército de mercenarios norteamericanos cuyo jefe, William Walker, tras ganar suficiente estabilidad militar en el país, decidió tomarse la nación y declararse presidente con la pretensión de anexarla a los Estados Unidos.

Los bandos nacionales contendientes decidieron unirse ante la amenaza y ayudados por los ejércitos centroamericanos iniciaron una guerra nacional que vio su máxima expresión histórica en la patriótica batalla de la hacienda San Jacinto:

Año de 1856. Un pequeño destacamento nicaragüense, encabezado por el coronel José Dolores Estrada, fue encargado de frenar el paso de la avanzada de las tropas filibusteras. Apostados en una hacienda ganadera ubicada a varios kilómetros al norte de Managua, esperaron repeler a un batallón norteamericano que los superaba en número y armamento.

La batalla inició al amanecer y los patriotas a duras penas mantenían sus posiciones. Sus armas eran antiguas y frecuentemente se atascaban. Sin embargo, una acción ingeniosa les dio una victoria sorprendente: mientras la batalla se encarnizaba y los nicaragüenses perdían posiciones, los caballos que se encontraban en potreros en un cerro dentro de la hacienda fueron liberados. Al escuchar el tropel, los mercenarios pensaron que venían refuerzos enemigos de caballería y huyeron despavoridos.

Otro hecho heroico destacado fue la acción del sargento nicaragüense Andrés Castro. Él tenía dificultades para mantener su posición y su arma se había atascado. Al ver que un soldado mercenario cruzaba su trinchera, tomó una piedra y la lanzó a la cabeza del enemigo con tanta potencia que lo mató del golpe.

La famosa batalla patriótica, que significó el inicio de la derrota de los filibusteros norteamericanos por todo el país, ocurrió casualmente el 14 de Septiembre (1856), hace 159 años (al 14 de septiembre del 2015), un día antes de celebrarse la independencia.

El heroísmo de los indígenas flecheros

El historiador Rafael Casanova destaca que en estas páginas de la historia, otros que habían quedado relegados eran los indígenas flecheros, quienes eran parte del llamado Ejército del Septentrión, enviados a reforzar al coronel Estrada.

Eddy Kühl, en su libro “Indios Matagalpa, lenguas, cuentos y leyendas”, señala que los indios salieron a pie de Matagalpa el nueve de septiembre y llegaron a San Jacinto el 11. Bajo el mando del capitán granadino Francisco Sacasa, eran 60 flecheros indígenas de Yucul, Matagalpa –otros dirán que eran 66– y formaron parte del grupo de 160 efectivos de las fuerzas patriotas que se enfrentaron a las tropas de Walker.

El papel indígena en la Guerra Nacional

En la Guerra Nacional la contribución indígena fue igual de importante en diversos ámbitos y bien se les utilizó más de una vez. Los historiadores los ubican no solo combatiendo en la Hacienda San Jacinto sino también en Masaya, Granada y Rivas. Incluso, un mes antes de la Batalla de San Jacinto, se conoce que al menos 300 indígenas participaron, junto al general Cross, en un traslado de armas desde El Sauce y Somotillo hasta Matagalpa, pasando por los Esteros, Matagalpa.

Fuentes Bibliográficas

Jorge Eduardo Arellano

Tomás Ayón

Clemente Guido Martínez

Eddy Kühl 

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