Cultural
Miami, USA
Por: Alberto Cuadra M.
La página cultural "FARO LITERARIO", hoy publica una versión memorizada del poeta Carlos Martínez Rivas quien nunca guardó copia del poema "UNA ROSA PARA LA NIÑA QUE VOLVIO POR SU MUERTE".
Este poema la última vez que apareció publicado fue en la revista Mosaico el 9 de Julio de 1978, suplemento cultural que estaba a cargo del Dr Roberto Buitrago, quien falleció hace pocos meses, estando exiliado en Miami y del poeta Martínez Rivas también en la paz del Señor.
"Una rosa para la niña que volvió por su muerte”, fue escrito entre 1941-42 en San José de Costa Rica, paralelamente a El paraíso Recobrado. Habiendo permanecido inédito hasta entonces, fue incluido en la Antología de la Nueva Poesía Nicaragüense, publicada por el Instituto de Cultura Hispánica en la colección "La Encina y el Mar (Madrid 1948)."
"En 1955 fue traducido al inglés por Darwin J Flakoll en colaboración con su esposa , la poetisa nicaragüense-salvadoreña de quien MOSAICO se ocupó en el No.8, Claribel Alegría, pero esta traducción no tuvo ninguna publicidad y se quedó como una alta expresión de art for art`s sake.
"UNA ROSA PARA LA NIÑA QUE VOLVIO POR SU MUERTE", POEMA DE CARLOS MARTINEZ RIVAS.
Arreglemos esto de una vez
Tú sabes bien cómo desde el árbol de oro, cómo
desde tus sueños, desde el mar, desde el aire
no haz venido a este mundo sino a buscar tu muerte
Para eso te he traído esta rosa.
Esta mano cerrada de fuerza silenciosa
que en tu pequeño oído es el amor que ciego,
viene a golpear tus puertas.
Ahora no te muevas.va naciendo la rosa: sube
lenta hasta tu corazón y allí se queda,
como un nudo de párpados que se abre
para que nazca mi ojo que te ama y quiere verte.
Porque sin duda te moriste un día a la carrera,
tan a tientas, talvez sin esperarlo,
que cogiste otra muerte por llevarte la tuya
todos vimos entonces cómo aquella
no te venía bien y la llevaba,
como un traje ajeno, como un rostro prestado.
Una muerte que nadie te conoció nunca antes
Ah! porque tú eras propietaria de muchas muertes
tenías una alegre que la llevabas generalmente
en los anillos, y parecías nutrirla
con el recuerdo de muchas fiestas.
Otra, era una muerte serena;
a la que acostumbrabas trasladarte
por cortas temporadas, y de donde
regresabas un poco inclinada hacia atrás.
Había también una muerte oscura, enlutada, como
sí a esa tu muerte se le hubiese muerto
a su vez un pariente querido.
Y hasta una muerte inmensa,
que más bien podría ser la muerte
de una montaña, y que a todos
nos parecía demasiado ancha para tí.
Innumerables muertes. Tanto que todos
sabíamos cómo para ti andar, hablar, reir,
tocar el piano…no eran sino distintas
maneras que usabas para suicidarte,
y era un ir probándote muertes como trajes
hasta dar con tu número.
Por eso en esta noche te he traído esta rosa
te he traído este sorbo de brisa con abejas,
quiero decir: esta provincia de rocío,
este dulce aeropuerto para las mariposas
Y te la entrego para que te sirva de brújula
y con ella te guíes
y recuperes esa muerte que se te ha muerto.
Talvez mostrándole la rosa vuelva.
Y tú podrás de nuevo estar a solas
en tu vivienda pura, en tu país
de astros, en tu republica de pájaros
en tu alto y eterno paraíso perdido
donde puedas vivir todas tus muertes.
Carlos Martínez Rivas